45. SKY (Danna)

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Capítulo 44: Sky

Aiden me guía al interior, donde ahora toda la gente baila mientras la banda canta algunas canciones alegres. Gracias a Dios que no se dan cuenta de que hemos entrado... Lo último que necesito es una multitud aplaudiendo y silbando para aumentar el ego del que ahora sostiene mi mano. Nos ponemos detrás de la barra con rapidez. Shae, Nico y Summer están ocupadas preparando bebidas. Jasper viene del almacén con una caja llena de botellas. Enseguida tenemos las manos ocupadas sirviendo una bebida tras otra.

—Hey belleza, —Un tipo de aspecto dudoso me llama. Lo veo sonriendo con más lascivia que ganas de tomarse un trago. Odio cuando aparecen así, prácticamente babeando, y que piensen que con esas frases hechas van a llamar mi atención.

—Sí. ¿Qué vas a ordenar?

—Un ron con coca cola por favor. —Me entrega un billete de cien dólares—. Quédate con el cambio, muñeca.

—No gracias —Le preparo la bebida y se la doy al mismo tiempo que le doy el dinero sobrante.

—Ven aquí, deja que te ponga esto en ese escote tan llamativo que tienes —Intenta pasar por encima de la barra metiendo el billete dentro de los agujeros del escote.

—¿Qué diablos estás haciendo? —Estoy a punto de abofetearle cuando veo que un puño conecta con su mandíbula y cae con fuerza al suelo.

—¡Eh, eh, eh! ¿Qué está pasando aquí? —dice Nico mientras corre desde el otro lado del mostrador.

—Intentó tocar a Danna

—No, no quise —Trata de defenderse, mientras con su mano se sujeta la mandíbula que por suerte no le quedó dislocada.

—Vete a la mierda, imbécil —espeto.

Veo que Jasper se acerca y agarra al tipo por el cuello. Luego lo empuja fuera del bar.

—Quiero una maldita noche tranquila. ¿Por qué es tan difícil? —Nico levanta las manos como pidiéndole al cielo un maldito milagro. Todos nos reímos de su enfado—. ¡Ve y ponte un maldito suéter!

—Eso no va a pasar, papá.

Shae se lleva a Nico a la cocina para tratar de calmar su nerviosismo. Aiden se acerca a mí y tomándome por el hombro, me atrae hacia él y me besa la coronilla.

—Gracias —le digo, besando su mano.

—Siempre, nena.

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6 A.M

—¡Vaya noche! —afirma Nico mientras se desploma en una silla—. No recuerdo cuándo fue la última vez que el bar estuvo tan concurrido y nosotros estuvimos tan ocupados.

—¡Cuando hicimos la noche de strippers! —responde Shae, dando un pequeño gritito sobreexcitado.

—Debe ser por vuestro nuevo camarero —comenta Summer mientras pasa con el trapeador por delante nuestro—. Vi tantas chicas babeando por él esta noche que perdí la cuenta.

—¿Ah, sí? —pregunto, frunciendo el entrecejo.

Aiden me mira con cara de «yo no he hecho nada»

—Sí... deben querer el espectáculo de baile sobre el mostrador —Summer lo molesta y sonríe satisfecha.

—Eso es todo jefe. Sillas y mesas de nuevo en su sitio —Jasper se limpia las manos.

—Copas limpias y secas —agrego.

—Botellas vacías tiradas y heladera llena —añade Aiden.

—Cocina limpia y ordenada —Shae dice sonriendo. Todos miramos a Summer. Ella está sentada en un taburete de la barra, comiendo de una bolsa de patatas fritas.

—No he hecho una mierda, así que... —Sonríe, con la boca llena.

—A veces me pregunto para qué te pago —Nico dice, lanzándole un paño de cocina a la cara.

—Soy la cara bonita —dice y salta del taburete— ¿Podemos irnos?

—Sí. Vámonos.

Aiden le da a Nico las llaves de su coche para que se vaya junto con Shae. Nosotros dos nos metemos en mi coche.

En cuanto entramos en mi departamento, Aiden cierra la puerta tras él y yo le empujo contra esta. Con las manos apoyadas en su pecho, me pongo de puntillas para besarlo. Él me agarra posesivamente del cuello y la nuca, tirando un poco de mi pelo. Su lengua roza mis labios, los separa y empieza a juguetear con mi lengua. No puedo evitar gemir. Lo he estado deseando toda la noche... su tacto, sus besos.

Paso mis manos por debajo de su camiseta y utilizo las uñas para generar esa cosquilla que sé que le gusta.

—Mmm, nena. Para —dice, y me toma desprevenida.

Me alejo, lo miro y hago puchero con los labios.

—¿Por qué?

—Quiero hablar contigo.

Lo miro a los ojos... y veo que está preocupado. Me acaricia la mejilla.

—De acuerdo... —Le doy un beso en los labios—. ¿Quieres que prepare té? ¿Café?

—Café, por favor.

Pongo la tetera al fuego y noto su mirada en mi cuerpo. Intento evitar mirarlo, no sé por qué, hasta que el café está listo. Él se sienta a un lado de la mesa y yo a la cabecera, a su lado.

—De acuerdo, Aiden. Soy toda oídos.

Perfecto ErrorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora