30. Shae

147 16 2
                                    

Me despierta la luz de la ventana, miro a mi alrededor confundida hasta que recuerdo que anoche me quedé en el dormitorio de Nico. Siento la calidez de su cuerpo contra mi espalda. Su calor me envuelve al igual que sus fuertes y grandes brazos que me abrazan. Sus ojos siguen cerrados y su respiración es calma y lenta.

Levanto suavemente la mano y le acaricio la mejilla. Él frunce el ceño. Es divertido ver cómo reacciona a mis caricias. Gime. Sonrío mientras sigo acariciándole la piel y observo ese rostro hermoso que tanto me gusta. Parpadea despacio y me mira.

—Hola. —le digo con una sonrisita en los labios.

—Buen día —Sonríe y me mira con sus ojos aún achinados por el sueño. Su mano sube hasta mi cabeza y empieza a jugar con los mechones de pelo que cuelgan por delante de mi rostro. Su otra mano se posa en mi mejilla y me acerca un poco más a él para darme un beso.

—Siento mucho lo de ayer. Sé que hice cosas que no debía... Pero en solo intentaba protegerte.

—Shhh —le beso la barbilla—. Lo sé, pero para mí todo lo ocurrido fue demasiado. En cuarenta y ocho horas se me dio vuelta el mundo y mis demonios hicieron presentación al mundo. —Me acomodo en su abrazo—. No estoy de acuerdo con lo que hiciste con Devin. No era la forma en la que imaginaba contárselo, y eso a la vez me llevó a una conversación incomoda con él al respecto. —Suspiro, le beso otra vez por sobre la barba—. Pero yo sólo... —Lo miro—. Gracias.

Me besa transmitiéndome toda la ternura que hay en él. Sus dedos recorren mi rostro, y se internan con delicadeza en mi pelo. Me da un beso más cortito y fija sus ojos en los míos.

—No insistiré en que denuncies a Ethan. Hazlo cuando lo sientas. Simplemente pasemos página y empecemos un nuevo capítulo juntos —Sus dedos toman mi barbilla y me obliga a mirarlo—. Te quiero. Te quiero de verdad. Siempre soñé que dejabas a Devin porque descubrías que estabas locamente enamorada de mí —Me río entre dientes—. Sé que quizás no sientes lo mismo, pero quizá...

—Sí te quiero —Respondo, sonriendo.

—¿Qu... qué?

—Puede que yo también haya soñado con que me confesabas tu amor... —Sus ojos se iluminan y una sonrisa le invade el rostro—. Sólo sentí que yo no valía lo suficiente como para intentarlo.

Me besa. Esta vez es feroz. Devora mi boca y cuando tiene suficiente de mis labios al punto que le arden por sus chupones y mordiscones, comienza a moverse hacia mi mejilla y baja para recorrer mi cuello. Agarra el dobladillo de mi camiseta y tira de ella hacia arriba, me la quita y la tira al suelo. Sonríe al ver que no llevo sujetador. Me besa el hombro y baja hasta mi pecho, donde no pierde ni un segundo y empieza a lamerme los pezones y los acaricia con la yema de sus dedos.

Me roba un gemido que va solo le amplía más la sonrisa. Sigue besando mi vientre llegando hasta mis pliegues. Su lengua empieza a jugar conmigo. Me lame los labios interiores y se acerca a mi clítoris, acariciándolo con el calor de su lengua y su tacto. Comienzo a retorcerme bajo su tacto. Él me sostiene tomándome de los muslos. Introduce un dedo en mí y luego otro. Haciéndome gritar su nombre.

Me coge con los dedos mientras se da un festín de mi sexo. Lo hace cada vez más rápido y aumenta el calor en mi interior. Noto un cambio en la posición de su dedo, lo curva un y toca «ese» punto haciendo que acabe en sus dedos de inmediato.

—Así me gusta.

Saca sus dedos y los lame. y eso es TAN. MALDITAMENTE. SEDUCTOR que aumenta la excitación en mí. Me agarra por la cintura y me da vuelta, dejándome de rodillas y soportando mi peso con las manos. Me agarra el culo y me lo aprieta con las dos manos.

—Dios... Me encanta este culo.

Giro mi rostro para mirarlo y la imagen de su torso desnudo me obliga a tirar el culo hacia él apoyándolo contra su sexo. Nico fija sus ojos en mi y se muerde el labio con picardía y lujuria. Pasa un dedo desde la parte superior de mi culo, hasta mi agujero... y vuelve a mi abertura, introduciéndolo lentamente.

—Nico, por favor.

—¿Qué nena? ¿Qué quieres?

—Cógeme, ahora.

Pone su longitud dentro de mí en cuestión de segundos y va profundo, hasta que su piel está en pleno contacto con la mía. Entonces sale del todo.

—¡No, no, no! —Chillo— ¡Adentro! —Se ríe.

—Tranquila, nena. Ya vuelve.

Me penetra de nuevo, y sale... Lo repite, entra y sale a su antojo. Hundo mi cara en la almohada, ahogo en ella los gemidos que no quiero que escuchen los vecinos. Nico me penetra cada vez más rápido. Me agarra de la cintura cuando sus embestidas se hacen más fuertes, golpeando su piel contra la mía. El sonido de sus piernas golpeando mi culo es tan caliente que aumentan mis ganas de explotar.

Nico recorre mi columna con su dedo y yo acabo apretando con todo mi sexo su longitud. Nico gruñe, apretando sus manos en mi cadera a la vez que acaba. Me dejo caer al colchón y Nico me sigue, pero quedando a mi costado. Nos quedamos tumbados unos minutos sin hablar... él me toca la piel de la espalda dibujando círculos.

—Nena...

—¿Ajam? —volteo mi rostro para observarlo.

—¿Quieres ser mi novia?

Perfecto ErrorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora