32. Summer

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Jasper me lleva a la ducha donde nos besamos mientras el agua recorre nuestros cuerpos. Su boca se pega a la piel de mi cuello y me devora como si quisiera dejarme una marca. Sabe que no, que no tolero las marcas en la piel y lo respeta. Pero aplica igual intensidad mientras me recorre con la lengua, los dientes y los labios cada centímetro de mi piel.

—¿Estás lista? —me pregunta, yo respiro profundo y asiento con la cabeza.

Jasper me gira y pego mi pecho a la mampara transparente de la ducha. Hace un año esto no hubiese sido ni remotamente posible. Después de meses de que Jasper se ganara mi confianza, logré que pueda estar a mis espaldas sin que me dé un ataque de pánico y colapse en llanto.

El espero frente a nosotros que Jasper instaló para que pueda ver la imagen que reflejamos en estos momentos de pasión me devuelve la vista de mi pecho aplastado contra el cristal y la cara de Jasper asomándose por mi hombro, mientras se muerde el labio al penetrarme con cuidado.

—Tú tienes el control... —me dice al oído, dándome la tranquilidad que necesito.

—Pero tu pones las reglas —le contesto, dándole pie a Jasper para que gire mi rostro un poco y me bese con pasión.

Recibo gustosa cada una de sus embestidas que me pegan un poco más al cristal, si eso es posible. Mi respiración se estampa contra la mampara y siento la de Jasper haciéndome cosquillas en el cuello.

Su mano baja hasta mi centro de placer y me toca con sus dos dedos en círculos. Comienzo a sentir las cosquillas que me invaden la cabeza y el gruñido que llega a mi oreja solo dispara la excitación en mi sistema. Jasper me toma un poco más fuerte de la cintura, lo que me tensiona un poco, pero recuerdo sus palabras y trato de que mi corazón lata desbocado por placer y no por miedo.

La fricción de sus dedos se hace cada vez mayor hasta que mis gritos diciendo su nombre retumban en la cabina, en el baño, en la casa. Jasper sale de mi, me gira haciéndome encaramarme a su cuerpo, y tras penetrarme una vez mas a la vez que mis piernas se expanden a lo ancho de su cuerpo y cada penetrada vuelve a rozar cada centímetro sensible de mi piel mientras mi espalda absorbe el frio de los cerámicos, acaba.

—Te amo —me dice y me estampa un beso en los labios. Beso al que me abandono.

*

La cafetera pasa de la luz roja a la verde anunciándome que ya puedo preparar el café cuando siento sus manos en mi cintura. Antes de eso, hizo ruidos a medida que se acercaba a mi para que no me tome por sorpresa. Me gira para que me ponga frente a él. Sonriendo, me besa el cuello. Me encanta sentir su sonrisa contra mi piel que enseguida se eriza reaccionando a él. Está sin camiseta y sus músculos abdominales me están gritando para que baje a besarlos..

—Dios, eres tan guapo.

—Tú tampoco estás nada mal —sonríe mientras le doy un puñetazo en el brazo.

—Así que... hoy no trabajamos. ¿Qué planes tienes? —le pregunto mientras le beso la mandíbula.

—Tenemos que ir a recoger a Alba a casa de Elena —¿Acaba de decir «nosotros»?—. Luego podríamos ir a comer a algún sitio bonito. Los tres.

—Nosotros... ¿Quieres decir tú y yo juntos?

Me mira, desconcertado.

—Bueno... Sí, si te parece bien...

Lo miro angustiada, él ladea un poco la cabeza con una pequeña sonrisa en los labios.

—¿No se... molestará o enfadará...?

—¿Te refieres a Elena?

—Sí...

—Summer... Elena es sólo la mamá de mi hija, no mi pareja. Es algo sobreprotectora pero no decide con quién salgo.

—Pero recuerdo el mensaje...

Clava sus ojos en los míos. La he cagado... Él no sabe que lo leí. Y olvidé totalmente que él no lo sabía.

—¿Qué mensaje?

—Vale, no te enfades conmigo —Abre los ojos... asombrado—. ¿Recuerdas el día que fuimos al cine a ver La Noche Del Demonio?

—Sí...

—Bueno... cuando fuiste al baño me diste tu teléfono para que te lo cuidara mientras estabas dentro.

—Ajá...

—Bueno... vibró, lo miré y su mensaje apareció en la pantalla. Lo siento mucho, no pude evitar mirarlo. Pero no quería mirar tus mensajes... Sólo me llamó la atención porque ponía la palabra RUBIA.

—Sí... recuerdo el mensaje... y ahora entiendo tu cara cuando salí del baño.

—Bueno... Fue algo chocante.

Jasper me toma de la cintura y me sienta sobre la mesada. Me besa el brazo y luego me mira con ternura.

—Nunca hablamos de nuestras parejas anteriores, excepto del cabrón. —Hace círculos sobre mis piernas con la yema de sus dedos—. A Elena la conocí en la universidad, pero entonces tenía otro novio. Luego él la dejó y empezamos a salir. A mis veintidós años ya era una estrella del deporte... Ella era una chica preciosa, ultra estudiosa y de buenos modales. Parecía la chica adecuada, esa que estás seguro de que le vas a presentar a tus padres. Pero eran todas simples fachadas.

Lo observo con detenimiento. Sus ojos se concentran en el trazo de su dedo sobre mi piel.

—Pasamos un par de años juntos y felices, pero entonces ella conoció a otro chico que a sus ojos era mejor que yo —mi cara de asombro en este momento es para una fotografía—. Ella me engañó. Él tomó una foto de ellos juntos en... el «acto» y me la envió. La realidad es que el muy desgraciado no la quería. Era sólo una venganza porque yo había sido elegido capitán y no él.

—Qué imbécil —El asiente con la cabeza, luego respira profundo.

—La dejé... Vino llorando un mes después diciendo que estaba embarazada. Dijo que era mío... que había usado protección con el otro tipo. Le creí, pero... lo confirmé de todos modos con una prueba de ADN una vez que Alba nació.

—¿Por qué no volviste con ella? —me mira ladeando su cabeza y frunciendo el ceño.

—Porque para ese momento la decepción era mucha, y por más que la quería muchísimo, no la amaba.

—Pero la querías.

—Sí, como uno quiere a cada expareja que ha tenido. Pero no era amor.

—¿No... volviste a acostarte con ella? —le pregunto, observándolo y jugando con su pelo.

—¿De verdad quieres saberlo?

—Sí.

—Sí, lo hice. Dos veces. Una vez estaba borracho. La otra vez fui estúpido.

—¿No quieres estar con ella otra vez?

—¿Me estás tomando el pelo? Sum, eso pasó hace como... 4 años. Alba era sólo un bebé. No he estado con ella desde entonces. Y además... —Me abraza—. Tengo todo lo que quiero, necesito y amo aquí, conmigo —Sonrío mientras me acaricia la mejilla—. Lo digo en serio, Sum. Te amo y estoy enamorado de ti.

Le sonrío.

—De acuerdo. Vamos a desayunar y luego vamos a recoger a Alba. —le digo con las mariposas volando en mi estomago.

—De acuerdo —sonríe—. Sólo quiero que sepas... Ella sabe lo tuyo, lo nuestro. Y me ha dicho que se alegra por mí. Ella confía en ti para estar con Alba. Sabe lo maravilloso que eres.

Le sonrío. Sé que no es así, que es una zorra, pero si fingir es lo que quiere... dos pueden jugar a esto.

Perfecto ErrorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora