29. Aiden

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—¿Vas a hacerme rogar? —Me pregunta con ojos suplicantes.

—Me encantaría verte de rodillas y rogando —le respondo de forma juguetona, a lo que contesta con una mirada desafiante. Coge primero un zapato y luego el otro y los deja en el suelo. Se gira un poco mostrándome su espalda casi desnuda. Sólo el sujetador cubre su piel.

—Tú me vas a suplicar que te deje cogerme.

Sonrío... Me encanta cuando me desafía. Se desabrocha los vaqueros y se los quita, dejando a la vista su culo mientras se los baja. Nunca había visto a una mujer quitarse unos vaqueros de una forma tan sexy como lo acaba de hacer Sky. Está tan sexy vestida solo con ese conjunto de encaje que necesito todas mis fuerzas para no tirarla sobre el sofá y romperlo antes de hacerla mía.

Camina hacia su dormitorio moviendo sensualmente las caderas.

—Y para que sepas... —La miro, la picardía le invade el rostro—. Todavía no me creo que tu número sea el siete, así que... Tal vez sólo sea una ducha, una simple duche, nada de sexo increíble bajo el agua.

Sky sonríe y desaparece en su dormitorio. No mentí sobre las chicas que mencioné. Eran mis relaciones serias y bueno... lo que ocurría con Sabina. Pero no sé si está preparada para oír hablar de ello. Mi relación con Sabina era picante, ella siempre estaba dispuesta a ir por más o probar algo Nuevo. Solíamos ir a divertirnos a clubs donde el sexo era una vista normal, también nos gustaba experimentar un poco de sexo duro. Ya cometí el error con Amelia cuando la llevé a uno de estos clubs el día que sugirió que podía probar. Se que solo lo hizo para ver si eso salvaba nuestro compromiso. A mi no me interesaba meterla en ese mundo, pero la dejé ver por si misma, y todo terminó peor.

Pero Danna... no se si está lista para saber de eso, y no quiero arriesgarme a que todo vaya mal desde la primer semana. Me froto la cara con la mano, frustrado y me levanto.

Una vez en su dormitorio me saco la camisa y los zapatos... Luego me siento en su cama. Oigo el sonido del agua al caer. Supongo que como yo no entré, ella entró sola, así que me quedo mirando el suelo. Sale del baño envuelta por una toalla y con una expresión de enojo en la cara que desaparece cuando me ve sentado en su cama.

—Eres tan condenadamente sexy que no puedo enfadarme contigo.

Sonrío para ella, si yo soy condenadamente sexy ella, envuelta en una ligera toalla y con el pelo cayendo por su espalda es la diosa Venus, o Afrodita.

—Ven a sentarte conmigo. Tenemos que hablar.

Su cara se pone seria.

—De acuerdo... —Se sienta a mi lado y le tomo la mano—. Dios, estás casado o algo así, ¿no? ¿con hijos y un perro?

Una carcajada sincera brota de mi garganta y tiro un poco la cabeza hacia atrás.

—No, nena. Las que te dije antes fueron mis relaciones serias hasta ahora.... A las que pasé algunos años conociendo, cuidando y algunas hasta amando —su cara continúa seria.

—Sabía que era mentira. Aiden, no me importa si te acostabas con chicas solo por coger. Sólo espero que fueras cuidadoso...

—Eso seguro. No tienes que preocuparse. Me hice la prueba antes de ir a chicago.

—De acuerdo...

—Cuando empecé a salir con Sabina... A ella le gustaba ser más de dos en la cama, y ahí entra en juego lo que te conté de que «estuvimos» con otras dos chicas. Pero con Sabina también exploré un lado diferente del sexo. Empezó como con azotes y luego pasamos a usar elementos.

—Algo así como... ¿Cincuenta sombras?

—Sí... —sonrío— menos... experimentados y menos equipados. Pero nos gustaba. A los dos nos gustaba. Siempre estaba acordado, y sabíamos qué hacer y cómo. Ella sabía de un lugar donde podíamos experimentar algo más... exótico.

—Como... ¿BDSM?

—Sí.

—Oh Dios —Se tapa la boca, pero su cara parece excitada—. ¿Te ataron y te pegaron con un látigo y eso?

—Una vez... sí. Solo para probar, pero era sobre todo ella quien... lo recibía.

—Ah... ¿y por qué terminaste la relación? Parecían bastante... complementarios.

—Mmm. Es complicado —Me mira intrigada—. Todo funcionaba porque nos poníamos de acuerdo y establecíamos límites y esas cosas. Pero luego ella quería probar cosas que yo no. Quería hacer intercambio de parejas y esas cosas. Yo no me sentí cómodo. No es que no me guste la idea, pero no me parecía bien con ella. Lo intenté, llegué hasta incluir chicas a nuestra cama, pero... no.

—Ya veo... Entonces, ¿Esto es a lo que te referías como tu *Estilo de vida*?

—Sí... Algo así —suspiro profundo—, No voy a pedirte que hagas nada que no quieras, Sky.

—Pero... ¿Es algo que "necesitas", como Grey?

Otra risa se escapa de mi garganta.

—No nena... No "NECESITO" esas cosas. —Le acaricio la mejilla. Es tan suave, piel de porcelana—. ¿Me gustó? Sí. Pero después de Sabina compartir no me pareció bien. —La miro, fijando los ojos en sus iris color cielo—. ¿Recuerdas nuestra charla en el callejón?

—Sí...

—Bueno... Ya no comparto.

—¿Y qué pasa con los látigos... y...?

—Si alguna vez te apetece probarlo, podemos. Pero sería más como... algo para disfrutar los dos. No soy masoquista, no necesito azotarte para que se me ponga dura. Tú me la pones dura sólo con ponerte delante de mí.

Se ríe entre dientes.

—Okay...

—¿Okay?

—Sí... puedo vivir con eso. —Ella sonríe y a mi se me remueve todo—. Incluso me intriga —Se muerde el labio mientras me mira, se levanta y se sienta en mi regazo, a horcajadas—. Podríamos empezar con un poco de... nalgadas suaves ¿tal vez?

Devoro su boca con pasión mientras murmuro en sus labios que sí, que sí a todo lo que quiera. 

Perfecto ErrorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora