23

192 23 0
                                    

Las personas que quieren cambiar no lo dicen, lo hacen... Porque hablar todo el mundo puede.

April

Lili volvió el domingo por la mañana, pasamos prácticamente todo el día juntas porque debía de contarme muchas cosas. Empezando porque se habían besado, un beso dulce acabado en una sonrisa y un abrazo en el sofá. Le contó lo que había dicho en el coche y él le aseguró que no estaba buscando eso, que le gustaba de verdad, al menos lo que hasta ahora llevaba conocido.

Jamás había visto a una Lili tan enamoradiza, estaba prácticamente en las nubes. Y yo no le conté mi beso con Rain porque... Porque no venía al caso, no era necesario contar nada porque no pasó. Estaba claro que se iba a dar cuenta de la tensión que se había formado entre los dos desde el sábado por la noche, no volvimos a decirnos nada e intentamos no estar en el mismo espacio posible. Estando con él era como ser prácticamente vulnerable, sentía que en cualquier momento iba a sacar una lista y decir en voz alta todos mis defectos sin detenerse. Que en cualquier momento haría un comentario de mi cuerpo, de mi pelo o al saber. Y cuando nuestras miradas se cruzaban era como si quisiéramos decirnos muchas cosas, pero ambos acabábamos guardando mucho silencio porque era lo mejor. No sabía cómo iba a explicárselo a Lili, de verdad que no. Ella intentaría convencerme de muchas cosas, yo las negaría...

Saqué mi móvil antes de ir a la residencia porque las clases habían acabado cuando noté un aire frío y a alguien pararse delante de mí.

—Vaya, sí que usas el móvil.

Aster estaba allí, cruzado de brazos y mirándome como si estuviera enfadado conmigo.

—¿Qué haces aquí? —Lo guardé en mi bolsillo y le miré de arriba abajo, no me creía que se hubiera presentado sin más.

—Te he estado llamando.

—He estado ocupada.

—Ya, pues eso ha preocupado a mamá.

—Hablé con mamá ayer y no me dijo nada.

—No quería preocuparte, pero realmente lo está. ¿Por qué no me has cogido el dichoso teléfono? ¿Para qué lo tienes sino?

Sabía que estaba preocupado, su forma de expresarla era un tanto más violenta y atacante.

—Aster, pues no lo sé.

—También he llamado a Rain y ha pasado de mi cara.

Pasé la mano por mi rostro y suspiré. Se había hecho dos horas de viaje para cantarme las cuarenta delante de mi residencia.

—¿No deberías estar estudiando?

—Pues ya ves que he tenido que venir porque no me cogías las dichosas llamadas.

Fui a darme la vuelta, me cogió del brazo con fuerza y le miré sin creerme lo que estaba haciendo.

—Me estás haciendo daño, suéltame.

—Estamos hablando.

Su mano cogía mi brazo y apretaba, sabía que no lo estaba haciendo conscientemente, pero me hacía daño.

—Aster, suéltame, me haces daño.

—Ni siquiera me contaste qué pasó con papá, ¿tú sabes lo enfadado que está?

Intenté desengancharme, pero no podía.

—No tengo que contarte todo lo que haga con papá.

—Sí, si discutís.

—Si ya te lo cuenta él, ¿mi versión para qué la quieres? —Suspiré y miré su mano para que entendiera que debía de soltarme—. ¿Me sueltas? De verdad, Aster, me haces daño.

Por medio de palabrasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora