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Rain

De entre tantos libros, tú eres mi historia favorita.

Le ofrecí mi sudadera para que se cubriese, yo me puse el pijama y observé aquellos ojos llenos de lágrimas. Le venía grande, tanto que parecía más un vestido y creo que eso le hizo sentir más cómoda, sus piernas seguían al descubierto y era imposible no fijarme en ellas. Eran delgadas, bastante delgadas.

Me senté en la cama en completo silencio porque no quería decir nada que pudiera incomodarla, tampoco sabía exactamente qué decir, no quería que pensase que me había enfadado o disgustado... Ni siquiera tenía en mente acostarnos, no tenía nada en mente y a la vez sentía que la había presionado. Pasó sus manos por las mejillas, yo cogí su mano y la acerqué a mi pecho para abrazarla con fuerza. No lo negó, creo que ambos lo necesitábamos demasiado. Cuando sus manos se apoyaron en mí y su cuerpo estuvo cerca, pude sentir su corazón acelerado, la respiración ajetreada y quizás, la sensación de miedo.

—Lo siento...

—Como vuelvas a disculparte otra vez duermes en el suelo. —Sonreí y ella hizo lo mismo.

Pero por dentro me mataba porque sabía que se estaba disculpando de verdad, me mataba que creyese algo que no era cierto, que yo la mirase horrorizado por su cuerpo, por haberme rechazado a última hora, por no querer acostarme con ella... Me horrorizaba pensar que hubo personas que la hicieron sentir así y, sin embargo, yo lo único que quería era taparla por las noches cuando la veía destapada para que no cogiera frío, que durmiese conmigo, que me contase su día, sobre sus libros y sobre sus exámenes. Que me hablase, que me contase, que me chillase... Porque sus demonios no me daban miedo, ya había aprendido a jugar con ellos y yo era un aventajado. Por mucho que me mirasen con malos ojos, por mucho que se sacasen cartas bajo la manga con la creencia de que iban a vencerme, no sabían que yo había trucado la baraja y que siempre iba a estar en mi favor.

—¿Qué te dijo la terapeuta para esto? —pregunté viendo como encogía sus piernas junto a las mías.

Suspiró, se apoyó en mi pecho, mirando hacia arriba y mis dedos pasearon por su mano.

—Que solo yo podría superar mi miedo... Que por más lecciones que me diera, solo yo podría enfrentarme al espejo. Y que... Bueno, debía de estar lista para ello y no forzarme... —Se apartó los mechones de su rostro—. Es la primera vez que estoy sin pantalones delante de alguien que no sea Lili... Con la luz encendida.

—¿Cómo han sido tus anteriores relaciones?

Sabía que era importante hablar del tema, que así podría entenderla mejor.

—Siempre con la luz apagada, sin dejar que toquen mi cuerpo... Directamente.

—¿Nunca han tocado tu cuerpo?

—Siempre he tenido miedo de que cuando lo hicieran... Una vez me senté encima del que era mi novio y soltó «me estás clavando tus huesos, qué grima». —Mis dedos pasaron por los mechones de su pelo—. No fui capaz de volverlo a hacer, me sentí tan... Tan vulnerable.

—Lo comprendo.

En ese momento Historia maulló, se estiró en la cama y nos miró como si no se esperase que estuviéramos allí. April se levantó, lo cogió y lo trajo a la cama para que estuviera con nosotros. Se posó en su pecho, comenzó a ronronear y maullar cada vez que pasábamos los dedos por su cabeza.

Cuando se cansó bajo de la cama agarrándose con sus uñas y se fue a la comida. Eso me hizo acordarme de que nosotros también teníamos que cenar, por ello me levanté para ir a por las bandejas de comida.

Por medio de palabrasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora