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April

Sanar implica alejarse de gente que pueden dañarte.

Comencé a buscar en mi ordenador cómo volver, no quería quedarme más allí. Estaba llena de rabia, tecleaba con fuerza y el portátil no quería cargar rápidamente. Mientras tanto, tenía la llamada con Rain en altavoz.

—Puedo hacer autostop... —dije al ver que no había trenes a esa hora.

—¿Qué? No, eso no. —Ni siquiera se lo pensó.

—¡Dile que voy yo a por ella! —Escuché a Archie detrás—. ¡Que no se le ocurra hacer eso!

Pasé la mano por mi rostro, no podía ni imaginarse la ansiedad que me creaba. Por eso no quería volver, porque me hacía más mal que bien.

—¿Quieres que vaya a por ti? —preguntó Rain completamente serio.

—No, no... No quiero que te hagas horas en carretera por la noche, déjalo.

—No me importa, de verdad.

—De verdad, creo que cogeré el primer tren de la mañana... Es lo único viable que tengo.

Cogí aire e intenté respirar como sabía, de repente todo el estrés que no había tenido los últimos meses había vuelto, atormentándome por completo. No había salido de la habitación desde que había llegado, no quería hablar con ella, no quería ni siquiera verla, quería irme con la gente a la que realmente le importaba.

—Ey, April...

Mis ojos estaban llenos de lágrimas.

—Es que... No puedo... ¿Cómo no ve el daño que me hace?

—No lo sé, de verdad que no, ojalá poder ayudarte. Pero mañana vuelves, te coges el primer tren y nosotros te esperaremos en la estación.

Asentí limpiándome las mejillas.

—¡Eso! —Escuché a Lili por detrás—. ¡Te echo de menos! ¡Ya son tres días sin ti!

Sonreí como una boba al escuchar a mi mejor amiga.

En ese momento tocaron a la puerta y yo me puse nerviosa.

—Luego hablamos.

—Vale, aquí estaremos para cualquier cosa.

—Te quiero, adiós.

Colgué, cerré el portátil con fuerza y dejé que entrase. Resultaba ser Olivia y Aster, ambos me miraban con una expresión culpable y parecían querer hablar conmigo. Cerraron la puerta tras de ellos y se fueron a sentar a mi cama. Olivia pasó sus brazos alrededor de mí y me abrazó, algo que sentó realmente bien. Aster apoyó su mano en mi rodilla y me miró con una sonrisa forzada.

—No le hagas caso, ¿vale? Mamá... Mamá no sabe realmente lo que dice y tienes toda la razón.

—Has hecho muchas cosas, April y tu hermano siempre estará agradecido por ello. —Olivia me miró y secó mis lágrimas—. Por lo poco que he ido conociendo a tu madre sé que piensa de una forma en especial, pero eso no significa que no te quiera.

—Su forma de querer duele.

—Lo sabemos. Mira, si quieres mañana te llevo de vuelta, pero cena con nosotros. Te prometo que mañana a primera hora te llevo sin rechistar, ¿vale? —En ese momento estaba adorando a mi hermano—. Déjame cuidarte como nunca hice, ahora soy yo quien quiere tomar las riendas...

—Las riendas no —le corrigió Olivia.

—Bueno, quien intenta ver lo mejor para la familia.

—Mejor. —Rio ella.

Por medio de palabrasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora