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April

A veces dejo de ser yo para ser miedo, y otras veces dejo de ser miedo para ser mi mejor versión.

El día pasó con mucha rapidez, cuando nos quisimos dar cuenta ya estaba anocheciendo y tanto Lili como Harry se ofrecieron a hacer la cena. Sabía que iban a seguir mi dieta, Lili me la había pedido con antelación y no tuve más remedio que pasársela. Me encontraba nerviosa, la comida había ido bien, era una ensalada con un poco de pollo, me lo había acabado casi todo, pero las cenas siempre me costaban un poco más. Y en ese momento, mirándome en el espejo de mi habitación, no pude evitar sentir ese nudo en mi estómago, no era real, pero mi mente me lo creaba. Todo porque olía la comida desde donde estaba, porque tan solo aquel olor me creaba ansiedad, me hacía pensar y sobrepensar en demasiadas cosas que realmente no eran ciertas.

Cuando llamaron para cenar comencé a notar mis piernas cansadas, como si realmente no quisiera salir de la habitación. La sensación aumentó cuando vi el plato en la mesa, eran verduras, con pescado y puré de patatas. Todos hablaban y yo me sentía debajo de agua, solo podía mirar el plato, la comida en él y aquellos pensamientos negativos me golpeaban con fuerza. Cuando me senté delante del plato sentí como subía a la superficie y todos los sonidos se tornaban normales. Cogí los cubiertos a la par que ellos y comencé a desmenuzar la comida, pequeños trozos, los fui separando en secciones... Algo que me llevaba tiempo, y eso era lo que hacía que al final no comiera lo que debía. Así me entretenía, era como una especie de puzle, una forma de tener el control en la comida. Una manía que debía de parar porque no era para nada saludable.

—¿Estás bien? —Rain me miró y cuando me quise dar cuenta todas las miradas estaban en mí.

Se habían callado, me sentí muy incómoda y deseaba que siguieran hablando, que volvieran a entretenerse para no ser el centro de atención. Odiaba ser el centro de atención con la comida.

—Sí —musité.

—¿Quieres agua?

Fue a echarme, pero aparté el vaso y negué con la cabeza.

—Si me echas agua beberé más de la cuenta, mejor que no.

—De acuerdo.

—No te preocupes, beberé si tengo sed...

Moví de un lado a otro el brócoli, parecía que estuviera jugando con él, pero realmente estaba esforzándome para poder llevármelo a la boca.

—Oye, ¿cómo llevas la decoración? —Lili miró a Archie—. Parece que aún te queda.

Ahora le miraban a él y yo me llevé aquel trozo a la boca. Estaba delicioso, estaba realmente bueno y la culpabilidad no estaba en mi cuerpo.

—Es que ninguno me ayudáis.

—Eres tú quien ha querido poner la decoración —le recriminó su hermano.

—Porque esta casa necesita adornos navideños.

Seguí con el pescado, esa comida no tenía nada que ver con la residencia, absolutamente nada que ver. Creo que la estaba disfrutando, al menos mis papilas gustativas. Sabía que no debía de confiarme, pero quería disfrutar de ese momento en el que la culpabilidad por comer no me señalaba directamente, quería simplemente ser una chica normal que comía con sus amigos y saboreaba cada bocado sin simplemente tragarlo.

—Que, por cierto, he conocido a un chico muy mono en la tienda. —Archie tenía las mejillas sonrojadas—. Me ha regalado el gorro...

—Pero Archito, qué calladito lo tenías. —Lili sonrió—. Háblanos sobre él, queremos saber.

Por medio de palabrasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora