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April

Hay personas que merecen oportunidades y no es necesario llegarlas a conocer. Sus acciones hablan por ellas.

Leía en el sofá mientras Lili no dejaba de pasar los canales de la televisión, estábamos solas porque el resto se habían ido a hacer la compra de Navidad. Es decir, los regalos. Y yo debía de comprarle algo a Rain, aunque no sabía el qué. Podía ser un libro, pero quizás no era lo más apropiado... Era como si fuera muy fácil y a la vez demasiado complicado. En el fondo sabía que con cualquier cosa se contentaría, pero yo no quería regalarle cualquier cosa.

En ese momento la puerta se abrió, Olivia aparecía con bolsas de la compra y decidí levantarme para ayudarla, entonces Lili se extendió en sofá mientras sonreía.

—No te preocupes —musitó ella para que no la ayudase.

Comencé a sacar cosas y guardarlas por los armarios.

—¿Y Cosmo?

—Él y Aster se han quedado fuera jugando.

Asentí, mi hermano tenía un gran vínculo con él y no sabía si preocuparme o alegrarme. Sabía que Olivia no buscaba un padre para su hijo, y tampoco elegiría a Aster en todo caso.

—Te agradezco muchísimo que nos invitases.

—Bueno, en realidad fue mi hermano quien me avisó.

—Pero no te negaste.

No, porque, ¿qué conseguía cerrándome en banda? Nada, no me afectaba darle una oportunidad y merecía la pena. Olivia era una chica maja, atenta y que quería a mi hermano. Por no decir que me defendía, y ya no es porque tuviera razón. Le hacía bien, algo que no muchas personas le han hecho y me alegraba que fuera ella.

—Sé que mi hermano es feliz contigo.

—Espero que sí.

Sonreí, doblé la bolsa con mis manos y contemplé como quería decirme algo más, lo tenía en la punta de su lengua, se lo veía en el rostro.

—¿Sabes? Nunca tuve intención de darle una oportunidad... Me gustaba mucho, pero no le veía lo suficiente maduro para estar en una relación.

No me parecía extraño que me lo contase, todo lo contrario.

—Ya... Aster es un poco especial.

—Siempre me habló de ti, de tu madre e incluso padre. Sabía que algo no estaba bien, pero él no lo veía. Hasta que un día vino muy asustado y me contó que alguien le había dicho una cosa horrible de ti. —Me crucé de brazos y la observé con curiosidad—. Sobre que podías morir si no te recuperabas, y eso le abrió mucho los ojos. Empezaba a cambiar aunque no lo pareciera, pero eso le espabiló y creo que lo necesitaba. A veces las personas no somos conscientes de los problemas reales de nuestro alrededor.

—¿Te lo contó a ti?

—Sí, hablamos durante días y le ayudé a informarse. La verdad es que jamás le he visto tan implicado en algo, al igual que lo de ir a terapia. Algo que me pareció una idea maravillosa, no sé por qué no caí en ello.

Me encogí de hombros.

—No se suele pensar, es como si no existiera.

—Pues le está ayudando, de verdad que sí. Ahora no es el mismo chico que conocí hará un tiempo, este Aster se esfuerza por ser mejor y creo que lo conseguirá con paciencia.

La verdad es que yo también lo creía, y estaba depositando toda mi fe en él.

—¿Puedo preguntarte algo?

Por medio de palabrasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora