Por medio de palabras

33

April

Por medio de palabras me lo dices sin decir.

El día había sido agotador, me pesaban las piernas, los brazos... Solo deseaba tumbarme en la cama para descansar. Al llegar a la puerta de la habitación mi móvil comenzó a sonar, era Aster, lo descolgué y busqué las llaves por mis bolsillos.

—Hola, ¿qué tal?

—Hola, enana, ¿cómo lo llevas?

—Me pillas llegando a la residencia, estoy reventada.

—¿Un día largo?

—Mucho.

Entonces escuché a Rain hablar, la verdad es que me quedé un poco paralizada, ¿¡estaba con una chica en nuestra habitación!? Negué con la cabeza, quizás estaba hablando por teléfono o algo así... Pero parecía realmente que estuviera hablando con alguien presente.

—Tengo que hablar contigo de una cosa...

—Uy, ¿por qué no me ha gustado ese tono?

Decidí quedarme fuera para hablar con él, así tampoco molestaría a Rain con lo que estuviera haciendo o con quien narices estuviera hablando.

—Es que... He conocido a una chica...

La verdad es que me sorprendí.

—Eso suena muy bien, Aster.

—Llevo bastante tiempo quedando con ella y... Joder, April, estoy muy pillado, me gusta mucho.

No veía lo negativo por ninguna parte.

—Ajá, ¿y qué pasa? ¿La conoce mamá?

—Sí, ya se la he presentado.

—¿Entonces?

—Es que... Tiene un hijo.

La verdad, me quedé de piedra, miré el cartel de incendios del pasillo y pestañeé un par de veces.

—Aster...

—Lo sé, lo sé.

—¿Sabes dónde te estás metiendo?

—Se llama Cosmo, tiene tres años...

—¿Cuántos años tiene ella?

—Veintiuno.

—Lo tuvo con dieciocho...

—Sí, muy joven.

La verdad es que no sabía qué decirle.

—Aster... No sé qué decirte, es que... No lo sé, supongo que sabes lo que haces. —Suspiré con fuerza.

—¿Te importa que se vengan en Navidad?

—Sí, claro.

Acepté rápidamente porque aún quedaban semanas para ello y quizás cuando llegase la fecha no estaban juntos... Sí, era pensar de una forma cruel, pero mi hermano no estaba preparado para enfrentarse a algo así.

—Oye, mañana hablamos, estoy cansada.

—Vale, enana, adiós.

Guardé el teléfono en mi bolsillo, moví las llaves en mi mano y decidí entrar. No sabía qué me iba a encontrar, pero la sorpresa fue muy grande. Rain estaba en la cama, con un gato acurrucado en su brazo y le estaba leyendo. Noté una calidez enorme y solo pude mirar aquella escena con ternura, y lo más curioso es que el gato abrazaba mi peluche.

—¿Qué? ¿Rain?

Me acerqué lentamente, me arrodillé en el suelo y el gato se estiró despertándose. Se acercó a mí y olió mi nariz, después se restregó contra mi rostro. Lo cogí entre mis manos y me di cuenta lo poco que pesaba, estaba prácticamente en los huesos.