Rain
Pensar en ti como un nosotros es como bailar bajo la lluvia y mirar a las estrellas.
Archie y yo teníamos un trabajo que hacer juntos, ese día libre íbamos a utilizarlo para ello, algo que no me apetecía en absoluto, pero que tampoco podía negarme. De momento los exámenes estaban siendo bastante fáciles, mucho más de lo que esperaba, quizás era porque me esforzaba, porque cuando no entendía algo tenía a Archie para preguntarle y él me resolvía las dudas con gusto.
Pasé por la plaza para ir a su casa y me fijé en dos niñas que estaban de pie al lado de una caja, escuchaba un sonido extraño y leí el cartel «gatos gratis». No pude evitar acercarme, y al pararme frente a ella me mostraron una sonrisa.
—Buenos días, señor, ¿quiere un gato?
Allí, en aquella caja, me encontré con un gato atigrado sentado mirando hacia arriba, se me dibujó una sonrisa en la cara porque era muy bonito.
—¿Por qué lo regaláis?
—Porque no podemos tenerlos, antes había más, pero se han llevado a los más bonitos, este es un poco tonto.
Le dio un golpe en el hombro para que se callase.
—No digas eso o no se lo querrá llevar.
—Ah, perdón.
—¿Y qué hacéis si nadie se lo lleva?
Se miraron, al parecer eso no lo tenían muy claro.
Ya no podía irme como si nada, no después de ver esos pequeños ojos azules observándome intrigado. En la residencia no aceptaban animales, pero no tenían por qué enterarse.
—Me lo llevo.
—¿De verdad? —Ambas parecían sorprendidas.
—Sí, tranquilas.
Entonces se fueron corriendo sin darme posibilidades de echarme atrás. Cogí aquella pequeña caja y las patas de este animal comenzaron a intentar cazar su cola. Jamás había tenido un gato, solo cuando en la granja de la abuela de April aparecían y ella se emocionaba muchísimo. Siempre fue su animal preferido, pero sus padres no le dejaban tener ninguna mascota, sobre todo su padre.
Saqué mi móvil y marqué el móvil de Archie.
—¿Dónde estás?
—Tengo un problema.
—Oh, ¿qué has hecho?
—Pues... Pues... ¿Oye sabes de algún veterinario cerca?
—Me das miedo, Rain. ¿Dónde estás?
—En la plaza.
—Espera, que voy.
Nos quedamos en un banco esperando, yo metí la mano en la caja para acariciarle y comenzó a jugar con mis dedos. Eran tan pequeño y adorable. No podía dejar de observarlo. No me quería ni imaginar qué hubiera pasado si nadie se lo llevara, estaba todo nevado y hacía mucho frío. Me quité la bufanda y se la puse dentro de la caja para calentarle, porque sí, era macho. Comenzó a hacer algo raro con las patas, y escuché como ronroneaba.
—¿Te gusta mi bufanda? Ya, a mí también, pero te la presto.
Maulló como si me hubiera contestado y me reí.
—Sí, opino lo mismo. Ahora estoy seguro de que Archie no opinará igual, pero podemos convencerle, al igual que a April. —La verdad es que no sabía qué reacción iba a tener ella—. Creo que le gustarás mucho, o eso o me odiará. ¿Crees que estoy loco por hablar contigo?

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Por medio de palabras
Teen FictionCrecí tapándome las heridas con retales sueltos y ahora no sé de qué estoy compuesta. Parecía algo sin sentido, pero él aseguraba que se trataban de palabras que no todo el mundo sabe leer. April Siempre escuché eso de que no había que juzgar un lib...