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Las flores necesitan luz, espacio y aire. Si no se lo das, acaban marchitándose por más que intentes cuidarlas.

April

Primer día de septiembre, en mi móvil marcaban casi las seis de la tarde y aún nos quedaba bastante trecho en carretera. Llevábamos cuatro horas de viaje, sí, por desgracia nos había pillado todo el tráfico y nos tocó comer en una gasolinera al lado de la autopista. No me quejaba, la comida era un tanto grasienta y creo que eso le daba el sabor rancio y amargo que tenía... Ni todos los chicles que llevaba en el bolsillo me quitaban ese sabor rancio de la boca. Podía decirse que al menos había sido barata. No obstante, debía de acodarme en comprar chicles.

Eran casi doscientos noventa kilómetros de viaje, se podía decir que lo había mirado demasiadas veces, tantas, que conocía los carteles por donde pasábamos y parecía que ya había hecho ese trayecto en coche. Me preparé bastantes cosas para poder entretenerme en el coche, y la verdad es que con los nervios se me olvidó todo lo que iba a hacer. Eso sí, la música me acompañaba, primero la que sonaba en la radio que mi madre y hermano habían puesto, más tarde cuando nos quedamos sin señal decidí ponerme los cascos. Seguía sin creerme lo que iba a pasar, después de tantos años estudiando, llorando porque no llegaba a la nota que necesitaba en los exámenes, peleando por entregar los trabajos a tiempo y pasarme noches sin dormir... Podía decir que estaba de camino a la universidad de mis sueños, sí, estaba de camino a la universidad Minerva. Creo que mi yo de hará unos años no se lo habría creído, pronto iba a ser una universitaria que se perdería en la biblioteca más grande que podría existir. Podía recordarme rellenando la matricula y convenciéndome a mí misma que no me cogerían, que debía solicitar plaza en otras universidades y quizás, con suerte alguna sentía lástima por mí. Pero eso no pasó y lo mejor era que mi mejor amiga Lilian, Lili para los amigos, había entrado conmigo. Ambas íbamos a compartir habitación en la residencia y teníamos muchos planes en mente, también reglas que colgaríamos en la puerta para verlas bien. Porque sí, tanto ella como yo teníamos nuestras manías y lo mejor era que lo dejásemos por escrito. Ya habíamos pasado juntas veranos enteros, me podía imaginar cuatro años en la misma habitación.

Pese a que a opción de elegir una universidad cerca de casa era posible, desde luego que lo era, me habían concedido la beca, también había sitio en la residencia pese a que costaba demasiado... Me había esforzado durante años para llegar y mi madre me prometió que cumpliría mi sueño, aunque eso significase dejar el nido tan pronto. Para ella con dieciocho años es dejar el nido pronto... No se iba a aburrir, tendría a mi hermano Aster para entretenerse, él había preferido estudiar más cerca de casa, con tan solo un autobús llegabas y no se alojaba allí. Debía de añadir que lo que quería estudiar no se encontraba en mi ciudad, veterinaria era una carrera que tenía una nota muy alta, la cual yo superé por un punto y no dudé ni un segundo en que pudiera entrar. Mi madre recalca en muchas ocasiones que mi seguridad fue lo que me dio el empujón. Ambas sabemos que no es así, que no era una chica insegura, no obstante, tampoco iba alardeando de mí y de mis logros, aunque pudiera parecer lo contrario.

También aceptó porque habíamos pasado unos años demasiado... Demasiado duros como para no tener un respiro, tanto ella de mí, como yo de ella. Porque lo sabía, resultaba una carga y eso nadie podía negármelo. Yo estaba deseando tener mi propio espacio, estar con Lili porque me entendía mucho más que mi hermano, porque lo mejor que podía hacer después de todo era alejarme y respirar con un aire nuevo. Para mí, Lili, era como una hermana, esa que nunca tuve, pero que de repente apareció en mi vida de una forma incontrolable y risueña.

—April...

Contemplaba por la ventana mientras mis dedos se enrollaban en el cable del casco. Fantaseaba con todo lo que estaba por venir. Quizás la preocupación se encontraba por todo mi cuerpo, sin embargo, en ese momento solo podía pensar que no iba a volver a casa en bastante tiempo, si volvía, esa era otra.

Por medio de palabrasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora