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Rain

Tus demonios y los míos quieren conocerse como nunca lo han hecho.

Me maldije cuando sonó mi despertador, me había olvidado apagarlo y con sumo cuidado cogí el móvil que se encontraba en la mesita y deslicé para pararlo. April dormía en mi pecho, estaba tranquila, no se había despertado por este y yo suspiré. Pasé mis dedos por su rostro, la observé de aquella manera tan vulnerable, tan simplemente ella y no era capaz de levantarme de la cama. Apoyé mi frente en su cabeza, olí su pelo y contemplé sus manos apoyadas en mí.

Ahora su rostro estaba relajado, sin ningún atisbo de preocupación o miedo. Y ese era el momento perfecto, porque estando despierta no me hubiera dejado observarla con detenimiento, contar los lunares de sus pómulos, sus pestañas rizadas, la forma de sus labios que parecían curvas peligrosas. No quería despertarla, no era mi propósito porque sabía lo cansada que estaba, por ello me aparté con muchísima delicadeza, dejé que cayese sobre la cama y la tapé hasta arriba con las mantas. Cogí las zapatillas del suelo y salí a hurtadillas de la habitación. Fue entonces cuando me calcé y cerré la puerta. Pude ver a Parches al fondo del pasillo, al parecer había decidido curiosear la casa y en vez de acercarse al verme, me ignoró volviendo a la habitación de April. Me acerqué para comprobar que tuviera comida, al igual que agua. Luego bajé a la planta de abajo y me encontré con unos pies sobresaliendo del sofá. Era Archie, el cual había decorado absolutamente toda la casa con aquellos adornos rojos y verdes. Cogí su cámara que descansaba en la mesa y decidí hacerle una foto para guardarla por siempre.

Nadie salvo yo se había levantado, por eso decidí hacer el desayuno. Empecé con el café, que iba a tardar mucho más, saqué la fruta de la nevera y la dejé en remojo. Había un preparado para tortitas y deduje que alguien comería de ellas. Por ello las hice. Resultaba un completo reto no hacer ruido, pero me sorprendía que Archie no se enterase de nada. Estaba hablando en sueños, aunque no llegaba a vocalizar y no le entendía. Me acercaba de vez en cuando para observarle y me reía con sus expresiones, no se había quitado ni las gafas y tenía todo el rostro lleno de purpurina de colores.

Justo cuando estaba a punto de terminar todo, alguien llamó a la puerta con los nudillos, entonces Archie se cayó del sofá y, antes de comenzar a reírme, observé sus piernas encima de este, pero el resto de su cuerpo en el suelo. Entonces mi risa retumbó por todo el comedor mientras me dirigía hacia la puerta.

—Hola —dije recibiendo a un chico pelirrojo, parecía el que nos había descrito Archie—. ¿Buscas a alguien?

—Eehh... Hola, sí... Estoy buscando a... Quizás me haya equivocado...

—¿Archie?

—Sí, a Archie.

Escuché cómo se levantaba con rapidez del suelo, al llegar a la puerta le pasé la mano por la mejilla porque estaba llena de purpurina y le peiné un poco el pelo.

—Hola... Hola Lou, no te esperaba.

—He traído desayuno, espero no molestar.

Llevaba dos bolsas en la mano y no parecía poca cosa. ¿Para eso yo había estado cocinando?

—Oh, pasa, pasa, adelante... —Archie me miró con una sonrisa y yo intenté no recordar su caída, se pasaba la mano por la espalda, así que deduje que se había hecho daño—. Muy amable por tu parte, están todos durmiendo aún menos Rain, Rain este es Lou.

—Oh, eres el chico regala-gorros.

Pude ver como sus mejillas se coloraban y miraba a Archie completamente avergonzado.

Por medio de palabrasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora