02|A cynic

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"Un cínico"

—Leigh Monroe

Faltaban varios minutos para que mi show de baile empezara, pero antes de eso mi jefe Alessandro pidió hablar conmigo.

Eso me extrañó mucho, casi nunca hablábamos antes de mis show's de bailes, sin embargo, comencé a avanzar por todo el bar hasta finalmente llegar a su oficina, toqué varias veces la puerta y esperé una señal para entrar.

Mi vida en este bar comenzó de la forma mas enferma posible, me manipularon y me hicieron creer que en este bar sólo se hacían bailes. Amo bailar, y lo único que yo quería era demostrarle mi talento a la gente, hasta que me di cuenta que en este bar también prostituyen chicas, y cuando quise alejarme, ya era tarde, porque me terminaron hundiendo en todo esto a mí.

Una vez que entras a este lugar, ya no tienes escapatoria, los dueños son capaces de matarte sí haces algún mal movimiento. Pero por suerte, no me va tan mal, soy una más de todas las prostitutas de el bar, sin embargo, soy la más importante, y sin mí, este bar ya no es nadie.

A pesar de ser una prostituta, no todo aquel puede acostarse conmigo ya que tienen que pagar una gran cantidad de dinero. Es asqueroso acostarse con cualquiera, pero... luego te acostumbras.

—Pasa... —Responde Alessandro desde adentro.

Yo abro la puerta y entro para después cerrar detrás de mí. La oficina de Alessandro era un jodido cochinero, ¿Qué había pasado aquí? Me pregunté mientras observaba los avioncitos de papel por todas partes, el papeleo de alessandro ahora arrugado y en el piso. Hasta parece que el mismo diablo había entrado.

—Mí consentida, siéntate por favor. —Dice Alessandro con una pequeña sonrisa en el rostro.

Yo ruedo los ojos pero termino sentándome en frente de el, el coloca sus manos sobre la mesa y me dedica una mirada fija. Alessandro era alto, castaño, y aparenta dar miedo, sin embargo, si lo conoces te puedes llegar a dar cuenta de su estupidez, Alessandro es muy manipulable, y es la razón por la cual ahora tengo mi importante lugar en este bar.

Por suerte, supe salirme con las mías y no dejar que me drogaran como las demas.

—Date prisa, Alessandro. —Pido.

El asiente y suelta un largo suspiro.

—Estoy en deuda con él mafioso mas poderoso.

—Lo sé. —Respondí sin importancia. —¿Todavía no le pagaste? —Le pregunté sorprendida.

A mí querido jefe —nótese el sarcasmo— había decidido agrandar aún mas su bar junto a su socio Tom kaulitz, el mafioso mas poderoso e importante de Los angeles, y él se había encargado de pagar absolutamente todo, ha invertido bastante y digamos que gracias a ese tal mafioso del que todos temen, este bar es algo famoso en la ciudad y ahora se consigue más paga que antes.

Pero mí estúpido jefe ahora ha entrado en deuda con el, una muy grande, y según él no sabía como pagarsela. ¡Claro que sí sabía! El tiene el dinero, pero lo gasta todo en las estúpidas drogas.

—No.—Responde mientras que sostiene su frente con su mano, algo estresado. —Le pregunté si había otra manera de pagar la deuda, y me dijo que sí... —Suspira.

Me aguanto las ganas de insultarle y asiento suavemente.

—¿Cual es esa forma?

—Tú. —Responde sin pensarlo.

—¿Yo? —Pregunté confusa.

No entendía nada, y el me miraba fijamente a los ojos tratando de buscar una clara respuesta ante mi confusa pregunta.

¹⌉ 𝟵𝟵 𝘿𝙖𝙮𝙨 ; 𝙏𝙤𝙢 𝙆𝙖𝙪𝙡𝙞𝙩𝙯 ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora