20|The nightmare now in the flesh

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—Leigh Monroe

Mis manos, que todavía sostenían el arma y temblaban con más rapidez mientras que rotrecedía unos pasos atrás, asustada por el hombre que estaba parado en frente de la puerta.

—Me voy de viaje, vuelvo, ¿y te encuentro de esta manera? —Habla, casi alzando su voz y cerrando la puerta detrás de él. —¿Qué manera es esta para recibirme? —Pregunta fingiendo estar ofendido.

Pero sabía que nada de lo que decía era verdad. El era un mentiroso, el sólo me usó, y ahora finalmente sabría toda la verdad. Quien lo diría, ¡Que yo era una jodida prostituta, y qué él mandaba a espiarme, a investigar sobre mi vida! Estaba claro qué no estaba aquí por mi propia voluntad.

—Alejate... —Musité. —¡Alejate! —Grito, agarrando firmemente el arma con mis manos.

—Leigh, baja el arma. —Pidió Tom. —Leigh... —Musitó a el mismo tiempo que yo comenzaba a sollozar.

Esto era tan traumante, no podía aguantar más... cada día que pasaba, era un lamento de mi parte.

—¡Alejate, eres un mentiroso! —Grito. —Ni un paso mas o... o... —Vocifereé para al final comenzar a balbucear de los nervios.

Mi pecho bajaba y subía con rapidez al igual que mis manos que en cualquier momento soltarían el arma. Tom alzó una ceja y soltó una risa seca, sin importarle nada de lo que estaba pasando.

Claro que no le importaba, ¿como siquiera iba a pensar que le importaría?

—¿O qué? —Pregunta, deteniendo su paso, haciéndome dar cuenta que ahora estabamos a tan corta distancia. —¿Vas a disparar? Hazlo. —Reta, agarrando mis manos con fuerzas y posicionando el arma justo en su corazón. —Dispara aquí, Leigh, matame, anda... sé una asesina. —Menciona con sarcasmo.

Comienzo a sollozar con mas desesperación, mis manos terminaron soltando el arma de los nervios, y también por el sudor en las palmas de mis manos. Mis labios chocaban entre sí y mi pecho nunca dejó de subir y bajar.

—Débil, ni siquiera puedes enfrentarme. —Escupe, esta vez siendo mas serio. —Tuviste la oportunidad... de matarme. —Menciona, deteniendose para soltar una risa seca que no duro mucho. —¡A mí, a él monstruo de tus pesadillas! —Vocifereó, agitandome de los hombros.

De repente me hace girarme de espaldas hacia él, casi aplastando mi cuerpo contra la pared para luego lograr sacar la carpeta que había guardado dentro de mi camisa y tirarla a un lado de nosotros.

—Pero eres una inútil, te dejaste ganar por tus nervios. —Escupe para luego separarse de mí, mientras que yo volvía a mi antigua postura y descansaba mi espalda por la pared, comenzando a deslizarme sobre esta.

Sin embargo el me detuvo agarrandome de los hombros nuevamente y obligándome a permanecer de pie en frente de él. Sólo podía observar su tan escalofriante mirada, que una vez me transmitió miedo y ahora entendía el porqué. Tom Kaulitz no era solo un monstruo, en verdad, el era la viva figura de el diablo, un diablo que se aprovechaba de su mismo infierno.

—Dime algo Leigh, vamos, discute. —Me pide mientras que me agitaba de los hombros, causando que mis sollozos nunca paren. —¡Haz lo que siempre haz hecho desde que te tuve, pelea! —Grita, estampando mí espalda en la pared de nuevo y soltandome de mis hombros.

Entre lágrimas y con mí rostro enrojecido solo puedo observar como comienza a avanzar hasta su escritorio, dándome de esta manera la espalda.

—Eres... un idiota. —Musité, pero lo suficiente para que él se detuviera y girara su rostro para verme. —¡Te odio! —Grito recuperando mi postura y colocándome de pie. —¡Todo este tiempo te he creído, me has manipulado para tu antojo, haciéndome pensar que eras mi héroe! —Comienzo a gritar, mientras que más lágrimas se escapaban de mis ojos.

¹⌉ 𝟵𝟵 𝘿𝙖𝙮𝙨 ; 𝙏𝙤𝙢 𝙆𝙖𝙪𝙡𝙞𝙩𝙯 ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora