14|Trust the devil

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«Day 16»

—Tom Kaulitz

Pasaron dos días en los cuales Leigh seguía descansando, en los cuales yo siempre me la pasaba afuera de mí casa para distraerme en otras cosas y no terminar en mí habitación al lado de Leigh. Pero esto era muy difícil para mí ya qué como todos los días, aprovechaba que Leigh se encontraba en un profundo sueño y dormía en el gran cómodo sofá de mí habitación.

Todas las madrugadas la escuchaba sollozando y gritando adormilada, presenciando una de sus otras horribles pesadillas y sentía impotencia al saber que no podía ayudarla. Quería saber como se sentía, queria protegerla de todos, decirle que a mí lado nadie más se atreverá a tocarla, pero carajo, no podía.

No quería decirle con que monstruo estaba viviendo, a quien estaba enfrentando y quería comenzar a pretender algo que yo obviamente no era. Podría ser muy cruel de mi parte, pero eso no me importa, nunca me ha importado, porqué haría lo que sea con tal de tenerla a mí lado, y decirle quien realmente era yo implicaba tenerla lejos.

Pero a la vez podía sentir su confusion, su ira y su preocupación al no poder recordar nada, y aunque entender a los demás nunca fue lo mío y nunca me ha importado, con ella es diferente.

Siempre le di asco a Leigh, ella me odia, y no era algo que me molestara por qué como algún día dije, no importaba si me odiaba o me amaba, de las dos formas saldría ganando. Si me ama, no saldré de su corazón y si me odia, no saldré de su mente. Así de facil.

Esta era mi oportunidad para tenerla a mí lado al menos por un tiempo, deseaba sentir su calor y su pecho agitado contra el mío. Tenía miles y miles de formas para hacerla mía, para hacerla sentir segura a mí lado y hacerle creer que en él único que podía confiar era yo, solo yo. Finalmente podría tenerla totalmente rendida a mí, como siempre lo quise.

Leigh poco a poco se estaba convirtiendo en un problema para mí, y una estrategia para todos los que me odian. Ella se estaba convirtiendo en una jodida debilidad, y yo nunca me he llevado bien con las debilidades.

Nunca.

Me encontraba descansando en el gran y cómodo sofá, con la mirada hacia el tejado y sin poder dormir por culpa de mis pensamientos.

De una manera muy sigilosa, decidí colocarme de pie y avanzar hasta el balcón después de haberle dado una rápida mirada a Leigh, qué para mí sorpresa esta noche estaba siendo algo tranquila para ella y sus pesadillas ya no la atormentaban.

Pero no todo estaba bien esta noche, la misma de dispuso a atormentarme a mí y de no permitirme dormir ni un maldito segundo

Llegué hasta el balcón, saqué un cigarrillo y lo encendí para luego llevarmelo a los labios. Le di una calada mientras que apoyaba ambos brazos sobre la baranda.

Mi casa, otro de mis territorios llenos de mis hombres, de mi imperio, estaba alejada de la ciudad, entre árboles e increíble cantidad de monte. Especial para mí, para poder despejarme y hacer mi trabajo sin qué nadie me moleste. Amaba fumar en mí balcón, sentir el frío viento azotar mi rostro y dejarme llevar por la increíble naturaleza, se sentía tan tranquilo.

Le di otra profunda calada a mí cigarrillo que estaba a punto de acabar y cerré mis ojos para disfrutar mejor de el. Unos gritos cercanos me alertaron y me hicieron abrir los ojos de golpe.

Rápidamente entro a la habitación, los gritos provenían de Leigh, maldición, otra vez con sus pesadillas.

No paraba de moverse en la cama, sus manos sostenían con fuerza la sábana blanca de la cama y su respiración se encontraba increíblemente agitada. Su pecho subía y bajaba con facilidad mientras que pequeñas gotas de sudor adornaban su frente, para luego comenzar a empapar sus mejillas con lágrimas recientes.

¹⌉ 𝟵𝟵 𝘿𝙖𝙮𝙨 ; 𝙏𝙤𝙢 𝙆𝙖𝙪𝙡𝙞𝙩𝙯 ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora