33|Finally mine

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Aviso:

Este capítulo contiene escenas +18 y algunos otros temas "delicados"

Sí no les gusta leer este tipo de escenas, les recomiendo que no se lo lean y esperen a que suba el próximo capítulo.

«Day 75»

—Tom Kaulitz

Cómo siempre, la noche estaba dispuesta a atormentarme, a no dejarme dormir en paz y en tranquilidad. Miles de pensamientos atacaban mi mente de la forma más enfermiza posible, ¿Desde cuando me he preocupado por algo?

Tal vez este es mí karma después de todas las cosas, o tal vez mí verdadero karma era una persona de carne y hueso, llamada Leigh Monroe.

Ella era la protagonista de mis pensamientos y de todas mis preocupaciones. Llevo semanas sin poder dormir bien, y ese maldito impulso de ir a buscarla para hacer cosas para nada tiernas sólo aparecía en las madrugadas cuando me encontraba sólo.

Cuatro de la madrugada, y yo sólo queria desquitarme con la culpable de todo lo que sentía ahora.

Hay veces que quiero cuidarla y meterla dentro de una cajita de cristal para qué nada malo le pase, pero hay otras veces... que quiero recordarle que es mía, que siempre sera mía y hacerla llorar de dolor, tanto que me gustaría eso, pero no me atrevo.

Un pequeño gruñido se escapó de mis labios al mismo tiempo que me levantaba de la cama. Me dirigí hacia la puerta de mi habitación y salí para luego cerrar la misma detrás de mí.

Miré a mi alrededor preocupándome por sí alguien se encontrara afuera, y una vez que me aseguré de que el pasillo estuviera vacío avancé hacia la puerta de Leigh y coloqué mi mano en el pomo de la puerta.

Recuerdo aquella vez en la que me metí en su cama, ella estando en un profundo sueño pensó qué yo formaba parte de este. Adorable, ¿no? Podría repetirlo una y mil veces, mataría por escucharla susurrar mi nombre de aquella forma.

Me dediqué a girar el pomo de la puerta y finalmente la abrí, para mi mala suerte, alguno de los focos de su habitación se encontraban encendidos, y ella estaba sentada en su tocador, de espaldas hacia mí, y desnuda.

Noté como pegó un pequeño salto al oír como la puerta se abría, por lo que decidí hablar.

—Tranquila, soy yo.

—Tom... —Musitó mientras que yo cerraba la puerta detrás de mí. —¿Qué haces aquí? —Preguntó.

—Sólo quería verte, ¿No puedo?

—Si puedes, pero déjame cambiarme primero. —Me habló mientras que permanecía de espaldas hacia mí.

Su espalda era increíble, podía ver algunos de sus lunares, pequeñas cortaduras en múltiples lugares y pocos moretones casi no notables.

—Pues cambiate. —Respondí obvio a la misma cez que avanzaba y me tumbaba en su cama mientras que una pequeña sonrisa maliciosa se aproximaba a mis labios. —Aquí te espero.

—Tom... —Su voz se oía desesperada, sin querer voltear hacia mí como si tratara de esconder algo, o de prohibirme ver algo. —Por favor, sal un momento.

—¿Porqué, no quieres que te vea... es eso? —Pregunté para luego levantarme de la cama, de manera que quedé sentado sobre esta.

Hubo un silencio de su parte, y podía sentir un poco de su tristeza, de su miedo. Lo entendí perfectamente, ella no quería que la viera.

¹⌉ 𝟵𝟵 𝘿𝙖𝙮𝙨 ; 𝙏𝙤𝙢 𝙆𝙖𝙪𝙡𝙞𝙩𝙯 ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora