—Leigh Monroe
Todo el trayecto hacia el misterioso lugar fue demasiado aburrido, y tuve que estar bastante tiempo sentada en el asiento que está al lado del volante, junto al de Tom. Observaba con mucho interés las calles de Los Ángeles, nunca había estado por aquí, las calles estaban iluminadas y habían muchos autos rondando en estas, pero ninguno a la velocidad que iba Tom y de cierto modo me asustaba un poco pero traté de mantener orden para no darle el gusto a Tom.
Aquel el de trenzas que repetidas veces me echaba varias miradas de reojo, intercambiaba algunas palabras con sus hombres, y en un idioma que para mí fue indescifrable, pero parecía alemán.
Tom manejaba con una increíble habilidad, sus manos agarraban firmemente el volante y mantenía su vista fija a la carretera, y en algunas ocasiones aceleraba más, casi haciéndome perder la calma. Describo todo esto por qué de el aburrimiento no me quedó de otra que observarlo de reojo, con los brazos cruzados.
Finalmente llegamos, Tom aparcó su auto en un gran estacionamiento y cuando finalizó hizo sonar su garganta.
—Bájense y esperen adentro. —Ordena Tom, le dedico una mirada confusa y cuándo voy a abrir la puerta Tom suelta una risa seca y habla.—No, tú no.
Me agarra suavemente de el brazo y me hace reincorporar mi postura anterior, sus hombres sin decir nada más asienten y se bajan.
Tom me dedica una mirada fugaz y pasa su lengua juguetonamente por su piercing , mientras que a la misma vez enciende un cigarrillo.
—Te lo recordaré una vez más, muñeca, no intentes escapar. —Advierte para seguir jugueteando con su piercing.
—¿Aunque sea me dejarás sola para intentar siquiera hacerlo?—Le pregunto mientras frunzo el ceño, casi enojada.
—Créeme, te daré la oportunidad las veces que yo quiera...—Sonríe ladino mientras acerca el cigarrillo a sus labios y le da una profunda calada. —Pero,—Hace una pausa para dedicarme una mirada, acerca su mano a mi rostro y retira uno de mis mechones pelinegros.—Te conviene no tomarlas. —Finaliza, sonriendo cínico.
Me relamo los labios un poco estresada y desvío mi mirada hacia el frente, pensando sus palabras.
—Te lo estás pensando mucho, ¿De verdad quieres seguir comprobando que tan cínico soy? —Vuelve a hablar, y siento como dispara su mirada hacia mi.
—Sólo quiero saber qué haré hoy, ¿Y porqué dices que será una de mis peores noches? —Pregunto, mirándolo fijo a los ojos.
—Tómalo como una prueba. —Se relame los labios.—Es todo lo que voy a decir. —Agrega para luego darle una profunda calada a su cigarrillo y salir de su auto.
¿Prueba de qué? ¿Que vas a hacer, Tom? Era todo lo que pensaba mientras que observaba cómo el jodido enfermo y cínico de Tom kaulitz rodeaba su auto hasta abrirme la puerta. Me agarra de la muñeca y sin siquiera preocuparse por mí equilibrio me jala de su auto, haciéndome salir de él en un movimiento rápido.
—Andando. —Ordena.
Sin siquiera permitirme responder me jala nuevamente y me obliga a caminar con su mano en mi muñeca, como si fuera una estúpida niña de cuatro años.
Salimos de el gran y oscuro estacionamiento, la fuerte música no tarda en inundar mis oídos al igual que el olor de el alcohol a mis fosas nasales en cuanto pisamos el local de mala muerte. Un bar, Tom me había traído a un bar, ahora todo tenía sentido, ¿a caso seguiré trabajando como lo que soy, una prostituta? Suspiro mientras caminábamos por todo el bar, mis ojos se desviaron hacia una mesa repleta de hombres, quienes por supuesto se asustaron en cuanto vieron a Tom.
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¹⌉ 𝟵𝟵 𝘿𝙖𝙮𝙨 ; 𝙏𝙤𝙢 𝙆𝙖𝙪𝙡𝙞𝙩𝙯 ©
Fanfic𝟡𝟡 𝔻𝕒𝕪𝕤 𝒃𝒆𝒊𝒏𝒈 𝒎𝒊𝒏𝒆. | Es guapo y absolutamente todas las chicas se vuelven locas por él, por Tom Kaulitz, el jefe de la mafia mas poderosa de Los Ángeles Un día un bar llamado "la casa del sexo" que es muy bien conocido por Tom, no co...