23|"I said let her go!"

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—Narrador omnisciente

El alemán detuvo su auto con rápidez al mismo tiempo que Leigh había girado la manilla de la puerta, haciendo que ambos cuerpos den un enorme salto hacia adelante, sus nudillos se apretaban con fuerza al igual que su mandíbula y la pelinegra se encontraba mas desesperada de lo normal, tanto que había pensado en tirarse a media carretera.

—¿Qué carajos Leigh? —Espetó el alemán agarrando la muñeca de Leigh con fuerza.

Ambos estaban desesperados, sus corazones latían con fuerza y rapidez mientras que sus pechos subían y bajaban. Lagrimas habían comenzado a resbalar por las mejillas de Leigh, con una fuerza que ni ella misma sabía de donde había salido se safó de el agarre de Tom para luego salirse de el auto y cerrar la puerta detrás de ella de un portazo.

El de trenzas sin siquiera pensarlo imita su acción, sale de el auto por su puerta y cierra esta de un portazo para luego rodear su audi e ir hacia Leigh.

—¡Leigh! —Gritó Tom a sus espaldas, mientras qué leigh caminaba a pasos apresurados por la carretera.

La pelinegra seguía caminando, siguiendo un camino que ella no sabía a donde, pero deseaba alejarse de todo aquello que la alteraba tanto, quería alejarse de Tom.

Tom obviamente fue más rapido que ella y logró alcanzarla en cuestión de segundos. La sostuvo fuertemente de los hombros y la obligó a girar su cuerpo, ambos quedaron uno en frente de el otro. Leigh respiraba con rapidez mientras que casi se ahogaba con sus propias lágrimas.

—¡Mira como estás! —Espetó Tom con rabia, sin dejar de sostenerla de los hombros. —¿Querías matarte, eh? —Preguntó alzando la voz.

—Déjame en paz. —Vocifereó la pelinegra entre lágrimas. —¡Vete de mí puta vida! —Volvió a gritar, esta vez en su cara.

Ambos se encontraban bastante alterados, la pelinegra intentaba separar a él de trenzas de ella, quien se encontraba sosteniendola fuertemente de sus hombros.

En un rápido movimiento Tom comenzó a arrastrarla hasta su auto negro como el carbón, finalmente hasta que consiguió estampar la espalda de la pelinegra en el mismo, haciendo que aquella se le escapara un quejido.

—Escuchame. —Amenazó Tom sin separarse de su cuerpo. —Yo, ¡El puto Tom Kaulitz! —Vocifereó mirando a los lados, sabiendo que nadie mas los iban a escuchar en aquella carretera. —Te persigueré por el resto de tú vida, y vas a lamentar cada segundo que pases a mí lado.—Continuó, esta vez mirandola a ella.

Las manos de Leigh estaban posicionadas en el pecho de él alemán, intentando alejarlo de ella y asustada por lo enojado que se veía.

—Sólo déjame, me quiero ir a casa... —Musitó la pelinegra, asustada y sin ganas de seguir protestando.

Aquél alemán todavía se encontraba enojado, y comenzó a arrastrarla hasta la puerta de su asiento.

—No, ya estamos en camino. —Respondió mientras qué todavía la arrastraba hacia el auto, abrió la puerta y comenzó a adentrarla a este. —Estás conmigo y son mis ordenes, así que si digo que vas a acompañarme a él prostíbulo, lo harás y con tu boquita bien cerrada. —Habló en un tono amenazante para luego cerrar la puerta con fuerza.

Leigh logró calmar sus sollozos pero todavía sentía un profundo ardor en su pecho. Tom rodeó su auto hasta que llegó a la puerta de su asiento, la abre y termina en adentrarse en este.

—¿Porqué juegas con fuego, Leigh? —Pregunta Tom, girandose a verla. —Te he pedido que seas una buena muñeca para mí, y mírate, vas peor. —Suelta una risa seca. —¿Quieres acaso que mate a esa tonta rubia? —Pregunta esperando su respuesta.

¹⌉ 𝟵𝟵 𝘿𝙖𝙮𝙨 ; 𝙏𝙤𝙢 𝙆𝙖𝙪𝙡𝙞𝙩𝙯 ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora