31|The monster begins to change

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«Day 62»

—Tom Kaulitz

Me encontraba sentado en uno de los grandes sofás blancos de el patio delantero. Es cómodo sentarse aquí, admirar las maravillas de la naturaleza y dejar que él cálido sol alumbre mí rostro.

Debo de admitir que está casa es una hermosa mansión, me costó mucho, pero gastar mi dinero nunca fue algo que me haya importado.

Abel se encontraba sentado en el sofá que tenía de frente, con la laptop en su regazo y tecleando con rápidez varias cosas en aquella. Por otro lado mi hermano estaba sentado a mí lado, fumando de su cigarillo al igual que yo.

—¿Dónde está ella? —Le pregunté a mí hermano mientras qué giraba mi rostro hacia él y bajaba mi voz.

—Todavía está en su terapia. —Me respondió mientras que yo me llevaba el cigarillo hacia mis labios para darle una profunda calada.

Asentí varias veces y abandoné el cigarillo de mis labios para luego retirar todo el humo de mí boca. Mi vista volvió al frente y a mis alrededores, supervisando a todos mis hombres que estaban protegiendo ciertas entradas y salidas.

—Tom. —Mí hermano me llamó, haciéndome girar hacia él. —¿Qué haras cuando recuerde? —Preguntó.

Me encogí de hombros sabiendo a lo que se refería y decidí quedarme en silencio para luego desviar mi rostro de nuevo hacia el frente.

—Abel, ¿Como sigue todo en Los Ángeles, hay alguna información? —Pregunté para luego llevarme el cigarrillo a mis labios.

Aquél posó su mirada en mí y negó varias veces.

—Está como siempre. —Suspiró. —Y de Alessandro nadie ha sabido nada...

Abel comenzaba a pensar qué el idiota de Alessandro ya estaba tres metros bajo tierra, y sí, yo también lo pensé y todos lo pensamos. Sin embargo, la mayoría cambiamos de opinión en cuanto por fín capturamos a el infiltrado que mandó Alessandro, aquél terminó confesando toda la verdad y claramente fueron sus últimas palabras antes de haberle volado la cabeza.

—Pero sabemos que está vivo, ¿o no recuerdas las palabras de Marcus? —Pregunté después de haber retirado el humo de mis labios.

Abel asintió de acuerdo a mis palabras y nos dedicó una mirada a ambos.

—¿Pero que más podemos hacer? —Abel suspiró cansado. —Hemos intentando conseguir información de él con ayuda de nuestras influencias, pero nada, es cómo si la tierra se lo hubiera tragado...—Dijo Abel para luego encogerse de hombros.

—Bien, ¿Y sí Marcus ha alcanzado a darle la información a Alessandro sobre qué pensábamos venir a Japón, y justo ahora estaría tomando un vuelo para seguirnos? —Preguntó Bill.

—¿Y sí Alessandro está muerto y sólo estás paranoíco? —Le preguntó Abel.

—¡Paranoíco estás tú!

Me di cuenta que una pequeña pelea se había creado entre ellos, lo qué me hizo levantar la voz con enojo después de haber aplastado mi cigarillo contra el cenicero.

¹⌉ 𝟵𝟵 𝘿𝙖𝙮𝙨 ; 𝙏𝙤𝙢 𝙆𝙖𝙪𝙡𝙞𝙩𝙯 ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora