16|Do not leave me alone

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—Tom Kaulitz

Miré de reojo a mí hermano gemelo, a quién todos llamaban «La otra cara de el diablo» pero sólo era alguien débil. Es la verdad, mi hermano siempre fue alguien débil y ahora los demás lo respetaban gracias a mí, sólo por ser mi hermano gemelo.

Tanto que lo protegí, tantas que me debe, ¿Y así me paga? ¿Que carajos hacía en mí territorio, sin mí puto permiso? ¡Es lo único que quería saber!

—Bill, esperame afuera. —Le pido, o más bien ordeno. El termina asintiendo con su cabeza y retirándose bajo mi fuerte y pesada mirada.

Me giro hacia Leigh, quien se encontraba mirando hasta el piso, tal vez perdida entre miles de pensamientos y dudas. O tal vez, evitaba verme a los ojos, es eso, claro. Comenzaba a saber cómo colocarla nerviosa, con tan solo una mirada o una de mis caricias temblaba ante mi toque y soltaba varias de sus dulces risas... aquello me fascinaba, era una ventaja para mí y sabré utilizarla a la perfección. ¡Todo me está saliendo tan bien!

—Leigh. —La llamo, ella me dedica una pequeña sonrisa y alza las cejas como respuesta. —Él... él es mí hermano gemelo. —Menciono para luego soltar varias risas y esconder mis manos dentro de los bolsillos de mí pantalón mezclilla. —Es increíble nuestro parecido, ¿Verdad? —Agrego mientras que una sonrisa se aproximaba a mis labios.

—Bastante, pero... ¿Porqué pareció que no se llevaban bien? —Pregunta confundída, desviando su mirada hasta mis ojos.

—Oh, ya sabes, cosas de hermanos. —Me encogí de hombros. —Me molestó un poco que llegara sin avisar primero, pero... ¿Te digo un secreto? —Menciono para luego avanzar hasta ella, casi terminando por chocar nuestros cuerpos.

Ella me dedica una sonrisa y asiente varias veces con su cabeza. Me inclino hasta su oreja, y susurro con cierta diversión en mí tono de voz:

—No puedo vivir sin ese hijo de puta. —Me alejo de su rostro con una gran sonrisa en mi rostro, casi sarcástica.

—Y sin él no eres nada, bla, bla, bla, típica historia de gemelos. —Habla con sarcasmo y entre pequeñas risas mientras que cruzaba sus brazos sobre su pecho.

—Sí, seguro. —Respondo de la misma forma y dedicándole una de mis sonrisas. —No tardo, ¿Bien?—Agrego mientras que me colocaba mi suéter de color negro, quedaba algo ajustado a mí torso.

Ella asiente y murmura una respuesta para luego contestar.

—Te esperaré en la cocina. —Pronuncia, yo giro mi rostro hacia ella y asiento varias veces antes de terminar por salir de el gimnasio.

Suelto un pequeño suspiro mientras que caminaba por los pasillos de mí casa, apretaba los puños ligeramente y a la misma vez la mandíbula. Estaba enojado por dos cosas, número uno, no debí insultar a Bill en frente de Leigh, y número dos, ¿Que hacia ese idiota acá sin mi permiso?

Llego a mi despacho, ya qué me imaginaba qué Bill estaría aquí. La sala de mi despacho era amplia, disponía de un juego de muebles con una mesa de vidrio en el medio de estas, y mi mesa de escritorio. Una de las cosas mas hermosas de la mafia, es la buena vida, y también el estar orgulloso por todo lo que conseguiste sin ayuda de nadie. La buena vida es la que me gozaba yo todos los días, lujos, autos, chicas... todo era para mí.

Hasta que me tuve qué obsesionar con una chica tan terca como Leigh. Estoy fingiendo algo que no soy para ella, y ella no sabe absolutamente nada, pero, ¡Ahí está el puto Tom Kaulitz! Aprovechándose de su debilidad, como siempre lo ha hecho.

Es inevitable para mí, y de ninguna manera pienso alejarla de mí, no ahora. Ella es... importante, tal vez luego de qué haya pasado suficiente tiempo la mandaré lejos, bueno, no tan lejos. Será buena mercancía para el prostíbulo, Dasha sabrá manejarla muy bien.

¹⌉ 𝟵𝟵 𝘿𝙖𝙮𝙨 ; 𝙏𝙤𝙢 𝙆𝙖𝙪𝙡𝙞𝙩𝙯 ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora