09|I finally escaped

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«Day 03»

Tom Kaulitz

Apreté el gatillo y terminé por darle el segundo disparo a uno de mis hombres, o bueno, el qué ahora era uno de mis hombres.

—Malnacido de mierda. —Maldigo apretando ligeramente la mandíbula.

Él se quejaba de dolor por culpa de la bala que había impactado en su pierna, su rostro estaba lleno de moretones y completamente ensangretado gracias a mis golpes. Me encargué de dejarlo vivo, no lo quería muerto, primero tenía que hacerlo sufrir hasta que el mismo me ruegue que lo mate.

Me giro hacia mis demás hombres quienes me miraban con una expresión un poco atónita, aunque ya parecían acostumbrados, ya qué esto no pasaba por primera vez.

—Bajenlo hasta el sótano, encadenenlo y dejenlo ahí, no tardaré en bajar. —Ordeno.

—Entendido jefe. —Contesta Nicanor.

Asiento y me retiro de la sala mientras que comienzo a caminar hasta subir las escaleras hacia el segundo el piso. La ira todavía estaba presente en mí, y la descargaría por completo en él, pero primero tenía que verla a ella.

A ella, qué estaba tan lejos y a la vez tan cerca de ser mía, a aquella pelinegra que nunca salía de mi mente, y qué hacia que la obsesión por tenerla debajo de mí creciera mas y más.

No podía aguantarme más las ganas de tenerla sobre o debajo de mí, quería hacerla mía de la manera mas... enfermiza posible, quería que se retorciera de dolor al sentirme y a la vez quería ser dulce con ella.

Aquella insípida pelinegra me volvía loco cada vez más, ya no podía siquiera imaginar que alguien más la podría tener.

No puedo explicar la ira que sentí al ver a Matthew, uno de mis hombres que hoy estaba encargado en hacerle guardia a la puerta de mí habitación, intentar abrir esta, curioso por saber y ver quién se encontraba adentro. Algo tan ajeno a él.

—Maldición. —Maldije en bajo a la misma vez que le daba un golpe a la puerta de mí habitación.

Unos sollozos se escuchaban de el otro lado de la puerta, eran de ella, finalmente podría observarla aterrada por mi presencia, algo que creía que me satisfacería bastante... era algo que esperé por mucho tiempo, pero ahora sentía una pequeña pizca de culpa, ella lo había visto todo.

Había visto cómo lo impacté con la primera bala, cómo comencé a golpearlo sin parar hasta deformarle el rostro, y sobre todo, también había visto como estuve a punto de golpearla a ella.

—Me estoy aguantando mucho por ti... mucho. —Susurro tratando de calmar mis pensamientos, a la misma vez que descansaba mi frente contra la puerta y cerraba mis ojos.

Apretaba mis puños con fuerza mientras trataba de moderar mi respiración, sus sollozos eran tal vez la melodía que quería escuchar ahora mismo, me enferma ver cómo los demás se retuercen de dolor gracias a mí, me satisface, pero ella... maldición, ella es un problema, una debilidad, y las debilidades se matan.

Abrí la puerta con fuerza, obsevando rápidamente a Leigh, aquella pelinegra quién se encontraba en el suelo con sus piernas dobladas sobre su pecho se había asustado en la manera en la qué abrí la puerta.

¿Porqué estaba así? ¡Maldita sea! Ella había visto perfectamente como asesiné con balazos a Harry, ¿Porqué mierda se asustó ahora? ¿Porqué ahora parecía una niña frágil, debil... y vulnerable, por mi culpa?

Por más que intentaba lograr entenderla era imposible, era un jodido laberinto sin salida. Tan diferente, tan sucia, y sus ojos azules que tanto me enloquecían más de lo que estaba, no eran dignos de ser míos.

¹⌉ 𝟵𝟵 𝘿𝙖𝙮𝙨 ; 𝙏𝙤𝙢 𝙆𝙖𝙪𝙡𝙞𝙩𝙯 ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora