25|The monster has opened its eyes

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—Leigh Monroe

Mis manos temblaban mientras que se aferraban a su camisa, que de ella traspasaba un líquido rojo y caliente terminando por manchar con esta misma mis manos.

De inmediato los disparos dejaron de sonar, y Bill corrió hacia nosotros.

—Mierda, está sangrando bastante. —Habló desesperado, mientras que se arodillaba a mí lado. Me alejé de ellos y dejé que Bill lo revisara.—¡Vamos a llevarlo a la casa y llamen a un médico! —Gritó hacia los hombres de Tom.

Aquellos asintieron obedeciendo las palabras de su hermano, y de inmediato este comenzó a arrancar un pedazo de la tela de la camisa de Tom y lo comenzó a amarrar alrededor de su cintura, intentando parar la sangre.

Yo sólo veía la escena a lo lejos, me coloqué de pie y comencé a retroceder lentamente hacia atrás hasta que mi espalda terminó por chocar con la pared.

No entendía que me había pasado, no entendía nada. Había visto con mis propios ojos cómo Tom arriesgaba dos veces su vida por la mía, cuando Ryoma me apuntó con su arma, y cuando estaban hace nada por disparame, causando qué él que recibiera el impacto de la bala fuera él

Nada parecía real, ni siquiera cuando comence a desesperarme al verlo recibir el impacto de la bala, todo había sido en cámara lenta... ¿Que estaba pasando?

Tragué mi saliva fuertemente y a lo lejos pude observar una figura femenina, comenzando a caminar desesperadamente hacia la escena.

—¡Bill! —Gritó esta, agarrandolo por el hombro.

Abel comenzó a levantar a Tom de el suelo con ayuda de otro de los hombres de Aquél, uno rubio y de ojos verdes...

"—Pero te daré un consejo, deja a un lado tú actitud tan necia"

Aquel flashback llegó a mi cabeza, tan de repente, mientras que otros más comenzaban a invadir mí  mente. Estaba muy segura de qué aquél chico rubio y de ojos verdes, no era la primera vez que lo veía.

—Tom estará bien. —Habló Bill, dedicándome una mirada.

Asentí sin responder absolutamente nada, veía a lo lejos cómo adentraban el cuerpo de Tom hacia un auto. En cuestión de segundos, Betth se colocó a mí lado y me brindó su apoyo rodeando mi hombro con su brazo para luego acariciarme el mismo con su mano.

—El estará bien, tranquila. —Musitó lo mismo que me decían todos, ya estaba harta.

Voy a responderle pero en eso veo una herida algo extraña en su cuello, como una quemadura.

—¿Eso que es? —Pregunté señalando la misma.

Aquella colocó los ojos como plato y de inmediato me soltó del hombro, para luego arreglarse la camisa en un intento fallido para tapar la pequeña quemadura.

—No es nada, sólo me quemé. —Respondió.

Asentí dudosa, pues sus palabras no parecían ser creíbles pero simplemente no dije nada mas y tomé un profundo suspiro.

—Chicas, vamonos. —Habló Bill girandose hacia nosotras.

Aquél pelinegro tenía su camisa manchada de sangre, y no tardé en darme cuenta que la mía también. Su respiración estaba agitada al igual que la mía, y su cabello que siempre estaba peinado hacia atrás, ahora estaba desordenado.

No quería hablar con nadie, ni protestar. Así que simplemente vi a Betth caminar y de inmediato seguí sus pasos

(...)

Me encontraba en una de las salas de la casa de Tom. Estaba sentada en uno de los grandes sofás, con Betth a mí lado. En el otro sofá estaban los amigos de Tom, incluido el rubio, y en el costado de el otro sofá estaban otros dos de sus hombres, Abel y el otro que ahora sabía que se llamaba Nicanor.

¹⌉ 𝟵𝟵 𝘿𝙖𝙮𝙨 ; 𝙏𝙤𝙢 𝙆𝙖𝙪𝙡𝙞𝙩𝙯 ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora