Capitulo 34. Investigación.

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Chuuya mordía distraídamente sus uñas, una excusa para mantener las manos en la cara, mientras se decía a sí mismo una y otra vez que no debía sacudir de esa forma su pie. Pero sus impulsos querían seguir el ritmo de su ansioso palpitar.
Miro la postura rígida de Dazai, de pie a su lado. Soltó un suspiro mudo y lento, sintiendo como el aroma antiguo de la mansión donde había vivido le llenaba los pulmones, de alguna manera el aire se sentía espeso y con un ligero olor a medicamento. Se mantenían en la sala de estar de la gran casa, sentados con diligencia y espasmos de nerviosismo, pero ambos lo disimulaban de forma perfecta.

Acomodo su sombrero negro, arrojando su cabello hacia atrás, atrayendo mas a sus hombros su gabardina negra. Presionó sus libros y documentos en sus rodillas y volvió a mirar a Dazai, el cual seguía como piedra, mirando con impaciencia la puerta. Esperando.
Chuuya pudo notar las miradas desaprobatorias y llenas de molestia de algunos sirvientes, así como las impasibles de algunos enfermeros, que pasaban por el lugar como conecte a otra habitaciones.
Chuuya creyó que todo el séquito de enfermeros, doctores y especialistas que contrató Fukazawa para Atsushi, podrían hacer pasar su mansión como hospital sin problemas.

Atsushi.

Trago con dureza el nudo que se formó en su garganta, y agacho su mirada ante el escozor de sus ojos. Atsushi, estaba de vuelta, por fin, estaba aquí.
Tenía que abrazarlo, mirarlo, besar sus manos y hacer cualquier cosa hasta que todos los sentimientos en su pecho le perdonaran aunque sea un poco. No sabía cómo actuaría cuando le viera, no sabía si podría seguir fingiendo que no quería buscarlo desesperadamente en ese momento para estrecharlo, aún si Atsushi le quisiese golpear, él mismo pondría la mejilla.

Solo quería verle pronto.

Guardo su manos en su guantes negros y se puso firme al escuchar la puerta abrirse, tratando de relajar su semblante.

Ante la insondable mirada de Fukazawa, se puso de pie, a un lado de Dazai. Ambos hicieron una reverencia respetuosa. Escucharon el sigiloso eco de los zapatos caminar perseguidos, la presencia del alfa dominante era notoria.
—La noticia esperanzadora, nos llena de profunda alegría.— Soltó con firmeza Dazai, con una sinceridad que arrastraba cansancio.
—Señor Fukazawa, cualquier que sea la forma en la que podamos ayudar, lo haremos. Sin objetar.— Ofreció Chuuya, atreviéndose a mirarle a los ojos con seguridad, dejando el ostentoso vocabulario de lado.

El menor pudo notar el rostro ojeroso y entumecido de su antiguo maestro.
Malestar.
Pensaron ambos al verse. Solo que uno se notaba más ansioso y el otro más irritado.

—Seguro que sí.— Musito. Kunikida, salió detrás de la espalda y saludo con cordialidad y amistad a ambos invitados, con un apretón de manos.
—Es grato verles de nuevo.— Dazai y Chuuya le saludaron, después de todo ellos eran los tres grandes investigadores y buscadores de todo ese horrendo problema.

Fukazawa observo con obstinación a ambos, mientras intercambiaban palabras con Kunikida, se detuvo en el bonito clavel rojo con blanco, en el cuello de Chuuya, atado con un collar delgado de cuero negro. En su cuello, de lado derecho, arriba de su clavícula.

Había sido mordido.
Chuuya sintió la mirada entrometida y le miró, con una sonrisa avergonzada, casi como disculpándose por estar a su vista.

—Mis felicitaciones, prosperidad.— El dicho salió tan seco que Dazai se acercó a Chuuya, tomando su mano con seguridad.
Kunikida miró por un segundo a Fukazawa y este soltó un suspiro, relajando su semblante.
No era momento de revivir heridas y pavonearse por su mansión, custodiando a las personas que sabía que les debía demasiado.
Ellos eran de ayuda en ese momento.
Y todos los días sin parar que pasaron buscando y arriesgando su vida para encontrar a Atsushi de alguna manera le habían demostrado una especie de disculpa disuadida por acciones.
Ambos amaban a Atsushi y querían encontrarle.

Dazai le miró, agradeciendo lo dicho y Chuuya bajó la mirada.

—Su ayuda hasta ahora, es apreciada por mi.— Los tres se sorprendieron ante lo dicho.
—Por favor, trabajemos juntos un poco más de tiempo.— Kunikida se burlaría de las miradas de entusiasmo y alivio que la pareja mostró.
—Sean amables en seguirme al comedor principal.— Los tres seguían la yukata verde, impacientes, mientras la servidumbre les abría las puertas.
—Atsushi y Kyouka llegaron hace siete ocho días exactamente.— Anuncio, con atisbo de pesadumbre.
—Se comunicaron desde la estación más cercana del tren, por un teléfono publico.— Los miro de soslayo.
—Ambos con desnutrición, violencia física notable y estado de shock.— Chuuya no puedo evitar pensar en lo técnico que se escuchaba hablando de su propio hijo.

Entraron al comedor, donde otros tres hombres estrecharon sus manos con profesionalismo.
—Estos hombres, les ayudaran e informaran.— Se trataba del neurólogo, el médico general y un miembro del congreso del gobierno.
No se molestó en decir sus nombres.
—Caballeros, estos son mis investigadores de confianza, sumamente capacitados.— Fukazawa tomó asiento en la silla principal al final de la mesa, al ser la silla recorrida por Kunikida.

Dazai y Chuuya sujetaron con fuerza las tres manos extendidas.
Todos miraron la señal de Fukazawa a tomar asiento, dejando las dos sillas libres a cada uno de sus lados.

—He escuchado mucho de ustedes.— Sonrió el congresista. —Todo una pareja.— Dazai le mostró una amplia sonrisa y de inmediato Chuuya entendió que no confiaba en él.

Oh, el gobierno.

—Caballeros...— Espetó el neurólogo, después frunció el ceño ante Chuuya.
—Y señorito.—Chuuya presionó los dientes y casi aprieta sus uñas en la pierna de Dazai al escuchar una risilla mal disimulada de su parte.
—Atsushi presenta un notable deterioro mental, al parecer inducido.— Miro a Chuuya por encima de sus lentes.
—Sería...— Bajo sus documentos. —De gran ayuda que nos mostrará sus notas sobre una droga a la que fue sometido.— Chuuya miro a Fukazawa.
—Por supuesto. — Dijo, mostrando ligeramente sus libros.

—¿Cómo es que llegaron hasta acá?— preguntó Dazai algo impaciente, mirando a Fukazawa. Entendía y hasta apreciaba la idea de saltarse las cálidas presentaciones y la plática de inicio para no entrar al tema de lleno, y quizá solo era su ser, pero interesaba saber cómo estaba el omega.
—Seguimos averiguando eso.— Respondió en su lugar Kunikida.
—Hablamos con Kyouka, ella dice que no recuerda muy bien los detalles.— Todos ahí miraban expectantes a Kunikida, el cual dio un rápido vistazo a su reloj de mano, mientras la servidumbre ponía los platos sobre la mesa, actuando tan invisibles como ellos sabían.
—Decidimos no preguntarles demasiado a sugerencia de los médicos, pues no queríamos hacerlos sentir "interrogados"...— Hizo un movimiento de manos, exasperado.
—Pero ella hace mención a que se colaron al tren, aun sin saber a donde les llevarían pues el punto era escapar del lugar donde habían estado todo este tiempo bajo secuestro.— La servidumbre llenaba los vasos de cristal con agua.
—Escapar...— Masculló Dazai.
—Parece ser que las demás personas con las que estaban secuestrados, aprovecharon una confusión y escaparon en muchedumbres, es lo que ella argumenta. — Levantó las cejas.
—Encontraron el tren y viajaron por días hasta que Kyouka pudo reconocer una que otra señal.—
—Entonces...— Enmarco Chuuya. — ¿No saben dónde estuvieron todo este tiempo?—

Mentira, pensaron Chuuya y Dazai.

Ellos sabían, no suponían, sabían que habían sido secuestrados por sus enemigos, la evidente confusión de omegas y las notas de advertencia y sentencia que recibieron lo decían, y si la droga que estaba en el sistema de Atsushi, coincidía con la que alguna vez tuvo Chuuya, las opciones del lugar se reducirían demasiado.
Pero no tenía sentido algo así como una "confusión" para escapar. Debieron recibir ayuda, probablemente de alguien interno, para poder salir de donde estaban, por que generalmente el tipo de seguridad y precaución que usaban esos bastardos era excesiva. Algo así como aprovechar una oportunidad de escape se escuchaba impropio de sus enemigos, después de todo, Dazai llevaba siguiendo sus movimientos y rastros desde bastantes años.

El arte de esconderse en la vista era demasiado bueno para ellos.
Demasiado.

ESCAPE (AkuAtsu) +18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora