Capítulo 3. Higuchi.

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Trataba de pensar mejor en sus acciones, actuó como si ahora la idea de escapar estuviera lejos... dejó de brincar las clases, hacía todo un poco más lento y callado, trataba de no darse a notar... El alfa mayor ahora lo veía como un cascarón vacío, le reprochó con fuerza a la alfa del porque seguía con vida, a lo que ella sólo puedo defenderse diciendo que él lo había hecho sólo o con ayuda de algún otro enfermero... claro que él desconocía que Higuchi lo atendía a escondidas...

El alfa mayor pareció satisfecho con haberlo quebrantado, a él y ese orgullo que le influenció aquel olvidado omega... nadie podía tener una pista de dignidad, orgullo o esperanza ahí...Akutagawa pronto notó como el alfa mayor lo había olvidado... Así pasaba los días, esforzándose para caminar y hacer sus deberes, sin ayuda de ninguno de los otros jóvenes de ahí, que solo podían mirar con lástima por su deplorable situación.

Los días pasaban insoportables, dolor en todo su cuerpo y constantes parloteos de otros chicos. Higuchi le ayudaba con sus heridas, ya que algunas no parecían querer sanar, por el constante esfuerzo que recibía por las tareas.

—Tienes que tomar estas cada cinco horas, ¿Sí? Y estas azules en las mañanas, te darán energía.— Al principio Akutagawa la maldecía y rechazaba, pero entendió que la alpha arriesgaba incluso su vida para ayudarlo.

—¿Porque me ayudas?— la alfa se estremeció, el chico nunca hablaba, sólo se colaba por las noches en su habitación y ella le curaba, ambos en silencio. Al principio ella se colaba al suyo, pero al ver que él lo rechazaba dejó de ir, grande fue su sorpresa cuando él llegó por su cuenta después.

—Porque tu cuerpo es un asco— respondió sin más, nunca lo reconocería ante nadie, pero ese chico había despertado un aura intimidante. Le removió el vendaje de su brazo izquierdo y de sus rodillas, después despegó las gasas de su espalda. Llevaba ya casi tres meses entendiéndolo, no sanaba correctamente porque no reposaba...

—Aquí nadie ayuda a nadie— le volvió a decir, y ella creyó que ya era algo tarde para preguntarle todo eso.

—Me das lastima, supongo— le respondió. Le sobo las piernas y aplicó un nuevo ungüento en sus rodillas y brazos. Su espalda estaba ya casi curada, sólo que su piel necesitaba algunas cremas para la elasticidad, porque se seguía abriendo.

Akutagawa reconoció que necesitaba de ella, tenía que curarse de una buena vez, y como le había dicho, nadie veía por nadie ahí, así que le sorprendió que le ayudará. Esa alfa lo solía atender cuando era más pequeño, después de que ese omega trastornado se fuera.

—Mierda, tienes que reposar—

Nunca se lo diría a nadie jamás, pero la situación le pareció en demasía triste y muy cruel. Su intención solo era de alguna manera consolar a ese niño, al que le quitaron su razón de sonreír, pero como nunca lo hizo, se sintió culpable. Le pareció buena idea que muriera en aquella ocasión, así ya no tendría que sufrir, pero para su mala sorpresa, él tenía todas las intenciones de sobrevivir... ella ya se había dado por vencida a sus veintiún años, y ese chico de tan solo diecinueve le abofeteó el orgullo.

_¿Cuál es tu nombre?— Sin duda ese chico no tardaba en convertirse en adulto, su voz era demandante aunque pareciera tranquilo.

Ella le miró, estaba detrás de él, limpiando su espalda y untándose crema.

—Higuchi— dijo después de un rato. No quería inmiscuirse más con él, porque noto esos últimos meses que incluso ya le esperaba en las noches. No quería encariñarse o algo así...Además, de alguna manera sentía que ya no tenía nada de derecho de eso.

—Ya sé que eres Akutagawa, me quedo claro— bromeó sin pizca de gracia. El chico asintió. Eran como media noche, todos dormían y ambos de alguna manera querían hablar más... pero ninguno se lo permitía.

ESCAPE (AkuAtsu) +18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora