Capitulo 35. Un té amargo.

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Fukazawa miró desde lo alto, a través de su ventana cubierta de gotas por la lluvia helada que no paraba de caer desde hace algunos días. Agua, nieve fría, otra tormenta venía.
Atsushi relucía sus trajes de invierno, sentado en el quiosco de la terraza, de nuevo, mirando a la nada.
—Señor.— Kunikida le otorgó unas pastillas con un vaso de cristal con agua templada, las tomó lentamente, sin dejar de ver por la ventana, bebiendo.
—Dele tiempo, señor. Debe ser difícil para él.— Anuncio por lo bajo, en un susurro noble. Fukazawa noto como el chico se inclinaba en la nieve, tomando uno que otro brezos morados y lilas. Pasaba sus dedos con delicadeza por los copos, limpiando los pétalos diminutos.

Era un extraño Atsushi.

No sabía explicarlo, aunque sabía que no había necesidad, pues todos de alguna manera ya lo habían notado.
Era Atsushi y a la vez no. Tan amable como siempre, educado, dulce, considerado, pero tan lejano a la vez.
Su cuerpo estaba a la vista, pero su mente viajaba lejos, distraído.
Pero cuando se le cuestionaba en qué pensaba él fruncía el ceño y siempre respondía: Nada.

Parecía más una bonita muñeca sentada siempre afuera, en alguna parte de su jardín.
—Señor, no deseo ser insistente, pero sería bueno que descansara profundamente ahora que el señorito está en casa.— Kunikida estaba de pie a su lado.
Carraspeo un poco, las pastillas bajaron difícilmente.
—Este hombre soporta tanto como sus reses al invierno.— Siseo, Kunikida soltó una ligera risa.

Fukazawa estaba enfermo.
Era un alfa mayor, pero siempre reacio y de voluntad orgullosa y prominente.
Bastó con perder a su único hijo para caer como lo hizo.
Con angustia y desesperación, sin poder dormir o comer correctamente.
Culpable, se dijo...
No debí dejarle explayarse como lo hizo.
No debí dejarlo salir.
No debí dejarlo trabajar o escribir.
No debí enseñarselo al mundo.

Tan culpable. Atsushi era todo lo que quedaba, su esposa había muerto con su nacimiento, era todo lo que le quedaba de ella también.

—Me pregunto.— Kunikida separó su mirada de Atsushi, el cual ahora leía un libro. —Si él regresará.

Kunikida frunció el ceño, preocupado por la sugerencia ¿Será que su maestro estaba sintiendo un mal estrago por la medicina?
—Señor, está justo ahí, mírelo. No se volverá a ir.— Fukazawa negó, con tranquilidad.
—Él no está, no ha vuelto.
El alfa rubio le miró un largo momento, con verdadero pesar.
Su corazón albergó tanta desolación, estrés y tristeza que enfermó. Kunikida le cuido fielmente y de cerca, detestaba ver mal a su maestro.

—Señor, él volverá, se lo aseguro.—
Ambos hombres vieron cómo un hombre se acercaba a Atsushi, con lo que parecía una manta y una sombrilla.
El cabello albino de Shibusawa se camuflaba con la nieve que se comenzaba a acumular en los jardines.
Miraron como Atsushi le sonreía con cortesía y recibía la manta, mientras intercambiaban palabras.
—Tengo que asegurarme de que mi hijo quede en buenas manos.— Masculló. Kunikida asintió, reconociendo el plan de pies a cabeza.

Atsushi ya no parecía ser capaz de liderar su empresa heredada, tenía que buscar alguien que cuidara a su hijo y su legado familiar.
Bueno, por suerte, aun después de la extinción de su familia por las guerras pasadas, quedaba una ovejita negra perdida.

—No es un mal hombre.— Reconoció Kunikida, relativamente satisfecho por la previa investigación profunda de cuatro días que le realizó a Shibusawa.
Los padres de Kunikida fueron inversores cercanos a Fukazawa, era importante la opinión del rubio para él. Más por el profundo cariño y respeto que tenía Kunikida por la familia, su maestro era su mentor y casi padre y Atsushi, bueno, su hermanito menor. Siempre le vio de esa forma, por eso se había negado tan fuertemente cuando Fukazawa se lo ofreció en mano. Una plática de ambos alfas pasados de copas, que Fukazawa agradece no le recordara jamás después de que pasó.

—Al menos siento que un peso de encima me ha abandonado.— Soltó un suspiro cansado, debía resistir el proceso.
Observó como Atsushi aceptaba ser llevado por el brazo de nuevo a la mansión.
Era bueno, hacía frío.

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ESCAPE (AkuAtsu) +18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora