CAPITULO 1

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La historia es fácil de comprender. – pensó mientras su rasgos se contraían al no entender.

Pues la mente inquieta de un joven arrebatado, dotado de un eufórico corazón; que no logra entender a los humanos a plenitud; pero aun así siempre está buscando un aliado en esa constante pregunta. "Pero como entender una situación sin antes vivir la experiencia". A ciencia cierta no lo sabía, porque incluso cuando él es un dios, aún no termina de conocer la mente humana, que siempre se ve influenciada por los sentimientos.

Los humanos son individuos que con el pasar de los tiempos se volvieron más audaces, inteligentes, creadores; pero a diferencia de otras especies, en ellos también nació la avaricia, crueldad, egoísmo y arrogancia.

- Porque aún no disfrutan del hermoso regalo que tienen en sus manos; siempre están inconformes con sus vidas, tratan de cambiar todo, codiciar más tiempo, alterar el orden entre la vida y la muerte creando caos por donde caminan. –

- Me pregunto, porque querer la vida eterna; cuando puedes tener una vida no tan extensa pero rodeada de felicidad, sin complicaciones, sin cargas y sobre todo teniendo el privilegio de amar todo lo que desees. – dijo en voz alta.

Todo aquello lo trajo devuelta a su presente, en el instante en que se encuentra, su cumpleaños número 1000, uno que debí estar desenado con la máxima alegría, pero apenas y ha llegado a la mayoría de edad en su mundo; uno donde siempre lo ven como el más frágil, el sin talentos, el mimado por los reyes, él bebe que todos deben proteger.

El que ha sido juzgado hasta por la forma de caminar, por no ser conflictivo como todos esperaban con ansias, el busca problemas para poder castigarle, incluso exiliarle, buscando deshonra en la familia real. Pero nunca ha sido ese tipo de ser.

Ha tenido sus propias batallas; unas en las cuales vio morir a soldados, despedirse de familias que se quedaban desconsoladas, por verlo llegar como el ángel de la muerte y entregar oro como recompensa de las vidas entregadas, cuando ni la más grande cantidad de oro podrían compararse con la vida de una persona, de un ser.

Claro está, que ninguno de ellos sabe que ver los rostros empapados de lágrimas de madres, esposas e hijas; llorando desgarradoramente por el familiar que nunca más va a regresar, es la peor de las torturas a las que lo han sometido, en su frustrado intento de castigarle por ser como es.

Es de suponer que la reina debe estar preparando todo en el palacio central, buscando la perfección en lo más pequeño que se pueda presentar en la ceremonia.

El príncipe heredero y quien es a su vez es su hermano mayor, seguro está tratando de encontrar un regalo adecuado, que valla con mis supuestas exigencia que debe estar pensando en estos momentos, por mi llegada a la madures.

El rey, como el rey que es, debe estar sumergidos en temas llenos de discusiones con los otros dioses, suponiendo que solo hará acto de presencia cuando sea la ceremonia.

El abuelo, realmente no sé sabe si hará acto presente, no lo ven desde que cumplió 100. – con un suave suspiro volvió a retomar sus pensamientos. - De que mi serví ser mayor, cuando mis padres han tomado la mayor parte de las decisiones que definen mi vida. – se acomodó otra vez en su amplia cama.

Se supone que hoy debe ser el día en el que se libere de las cuerdas del palacio real y comience a vivir su vida, a su tiempo, con errores, reparando lo dañado, soñando. Pero hay un ligero presentimiento, que no será así. – se sentó en el borde su cama, con la cabeza gacha y llena de pensamientos.

- Príncipe, la reina está llegando. – hablaron desde las puertas de sus aposentos.

Una tercera voz lo saca de sus pensamientos, que lo vienen invadiendo desde el momento que se despertó. – Está bien. – Se acomodo las cobijas alrededor de su postura tratando de ocultar todo lo que su corazón y mente estaban sintiendo en estos momentos.

Observo todo su alrededor por última vez, antes de que su madre entrara, no espero mucho antes de observar como su madre entraba ruidosamente, dejando atrás las puertas de sus aposentos.

- Mi pequeño príncipe, déjame ver tu hermoso rostro. – hablo con tono en exceso meloso al gusto del joven dios.

Su madre nunca dejaría de hacer aquello. – Madre ya no soy un niño, hoy cumplo la mayoría de edad. – reprocho a la mayor.

Nada de lo que dijo su hijo menor logro hacerle cambiar su estado de ánimo. – Para mí siempre serás mi bebe, el niño que se escondía para no ir a estudiar, el alborotador del palacio. – hablo feliz recordando las anécdotas del menor de sus hijos.

- ¡Mamá...! – dijo avergonzado, girando sus orbes. – Hay audiencia presente. – observo a su alrededor y noto como todos miraban con ternura la escena de madre e hijo.

- Cariño, nada de lo que digas me ara cambiar de opinión. – hablo muy sonriente

Sus intentos de persuadirla para que le deje de llamar bebe realmente no han surgieron efecto. Pero no es que realmente le moleste que ella lo llame de esa forma, lo que verdaderamente le incomoda, es que los dioses del consejo siempre estén tratando de menospreciarle porque su madre aun lo llama de tal forma. Pero hoy era su cumpleaños, hoy es el último día en el que era el menor del palacio; simplemente se dejaría mimar por quien le dio la vida y quien desee consentirlo.

El futuro general de los ejércitos del príncipe heredero, no tendrá mucho tiempo libre. Después de la ceremonia ya no tendrá la oportunidad de ver muy seguido a su madre; así que por hoy está bien. Escucho atentamente las palabras amorosas de su madre, mientras era acunado en el regazo y se dedicó a observar la belleza que poseía.

Realmente se parecen demasiado; ambos poseen el mismo color de piel, una tan blanca y lechosa como digno hijo de la luna; labios de un rosa rojizo muy esponjosos; lo única diferencia que físicamente no posee de su madre, es que el color de cabello, ya que este es de la misma tonalidad que el de su padre, al igual que sus ojos miel con destellos naranjas que fácilmente se camuflan con la miel. El resto se podría decir que ha heredado los rasgos finos y delicados de su madre, incluso su cuerpo es más estilizado que musculoso, pero eso no lo hace más débil en realidad, su fuerza logra sorprender a todos sus maestros de entrenamiento físico y armas.

Sin importar cuanto tiempo pase, el calor que puede transmitir una madre es completamente incalculable, su sonrisa llena de vida, los días grises de su existir, con suaves abrazos, que hacen que su corazón se sienta consolado. – cómo no querer seguir siendo tu niño. – hablo recordando

- Siempre lo serás, tu hermano mayor y tu son lo más preciado que tengo en esta vida. – pronuncio con los sentimientos a flor de piel la madre.

- te amamos madre. – una tercera voz se escuchó en los aposentos reales del menor de la familia.

Aquella voz la podíareconocer a kilómetros de distancia, se la había grabado como un tatuaje. –hermano. – dijo alegre. 

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