CAPITULO 27

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El amanecer llego, aunque todos tenían un aura deprimente por la joven que se encontraba durmiendo gracias a los sedantes que le habían inyectado, pues su condición no le iba a permitir mantenerse en pie unos segundos más.

El sentimiento de rabia interna lo consumía, una donde se arrepentía de no haber tomado la decisión correcta en el momento correcto. – Sus padres donde están. – lanzo aquella pregunta metido en sus pensamientos llenos de reproches hacia su persona.

Al igual que el príncipe la castaña se encontraba sumergida en sus pensamientos, quería retroceder el tiempo y haber sido más insistente con el tema de quedarse con ella y solo tal vez la historia que se contara sea diferente. – Ellos no viven en la ciudad, están a dos horas de aquí. – decidió responder la más joven.

No esperaba aquella respuesta, supuso que la pelinegra vivía con su familia. –Quien vive con ella en esta ciudad. – interrogo pensativo.

Regreso a mirar al dios confundida y dolida, se supone que es un dios; porque no llego antes a rescatarla. Sus sentimientos y pensamientos estaban completamente embrollados. – Ella vive sola, ya que no puede pagar los pasajes diariamente para viajar desde su casa, así que decidió buscar un trabajo para poder sustentarse aquí. – las palabras salieron con profundo dolor. Pues su amiga era una de las personas más luchadoras, trabajadoras y llena de aquella vibra que te empujan a salir adelante.

Pudo sentir reproche en las palabras de la, ojimiel, porque incluso él se culpaba por su ineptitud. – Entiendo, debemos decirles a sus padres. – pronuncio aun sin observar a la persona que se encontraba frente a él. Y mirando la extensión de la habitación.

Las palabras dichas encendieron todas sus alarmas. – ¡No!; ¡Por favor! – exclamo rápidamente.

Porque la mejor amiga de Sirena se negaba hablarles a los padres de la agredida. –¿Por qué no? – esta vez regreso a mirar a la joven que se encontraba frente a él, con su ceño fruncido. No entendía por qué no debían avisar a los padres de la joven.

Debía ser sincera para poder detenerlo. – A Sirena no le gustaría que preocupemos a sus padres y mucho menos a sus hermanos. – dijo en voz baja, pero lo suficiente para que todos los presentes logren escuchar con claridad

Que estaba pasando, no lo entendía; podía ser verdad o mentira. – ¿Por qué? – repitió

Respiro profundo y en su mente pidió disculpas a Sirena por hablar de esto con el dios. – Pues simplemente no le gusta que sus padres carguen con sus problemas, ya que desde muy joven ha sido muy independiente, además que sus padres siempre han confiado que ella puede solucionar sus problemas por su cuenta. Y ya sé que no es lo correcto, porque aún somos jóvenes, pero siempre ha funcionado así. – suspiro, cansada. – Por eso debemos esperar que despierte y dejar que ella tome la decisión. – puntualizo

No pretendía seguir contradiciendo a la joven, así que simplemente asintió en forma de respuesta. Sin más que hablar tomo su celular y salió de la cocina, todo es muy duro para aquella jovencita, pero tampoco sabía cómo ayudarle. – un poco de música siempre te relajara en el momento correcto. – recordó las palabras de su maestro y aunque pareciera ridículo, lo necesitaba. Debía alejarse de la realidad por unos minutos, porque no importa al lugar que valla, parece que siempre la vida misma lo está poniendo a prueba, al mirar su reproductor de música puso su carpeta favorita y comenzó a sonar "I Took A Pill In Ibiza".

- "All I know are sad songs, sad songs

Darling, all I know are sad songs, sad songs" – comenzó a cantar.

Pues aquella canción le era un recordatorio de que el simplemente conocía el lado triste de la vida, porque incluso cuando probaba un poco de felicidad, era momentánea, desaparecía tan rápidamente que la asemejaba a una drogada que le ayudaba a sobrellevar todo el dolor por el cual había cruzado y cruzaría con el pasar de los días. – debería ayudarte; ya crucé la estrecha línea entre mortales y dioses. – y a si paso una hora y cuarenta cinco minutos, sumergido en sus pensamientos y en la decisión que debería tomar.

Ya tenía a su madre cuestionándole ese tan nombrado enlazamiento, y estaba al cien por ciento seguro que su hermano le preguntaría lo mismo al igual que su padre; pero que le iba a responder, cuando ni el mismo sabía que estaba pasando. Tiene a una jovencita recuperándose en su cuarto de un ataque al parecer de un dios que hasta el momento no sabe de quien se trata, pues los sujetos no parecían tener idea de quien se trataba, pues cuando busco en sus mentes lo único que encontró era una sombra muy reluciente que no mostraba su rostro y si les preguntaba a esos idiotas no le iban a decir nada porque seguramente había usado un rostro cualquiera para evitar sospechas.

Luego estaba el que se atrevió a decir que los dioses no pueden matar a los mortales, en el momento que se acercó a él, pudo sentir una fuerte cantidad de poder, pero no la suficiente para decir que era un semi dios en pleno uso de sus poderes, luego simplemente bloquearon todo tipo de campos en su cuerpo para poder averiguar: ¿quién era? y ¿quién lo había mandado hacer todo aquello? – ¿con quién debo empezar? O ¿por dónde debo empezar? – toda esa ráfaga de preguntas llegó a su mente, excluyéndolo de la realidad que estaba en su habitación.

- Dios Sayri, sirena quiere verlo. – dijo uno de los sirvientes

Aquello no lo esperaba, no creía que sea del agrado de la joven, aun mas con lo sucedido. – Yo. – se señaló, asimismo. – Y ¿por qué? – pregunto sorprendido y asustado

- No lo sé, supongo porque usted fue el único que estuvo presente en ese almacén. –

Si iba por ese camio, la chica solo quería saber ¿por qué? Fue atacada. – Okey. – agacho la mirada, dándose la vuelta para quedar de espaldas al sirviente. – En unos momentos iré a verla. –

Dicho esto, se marchó Camila dejando atrás aun dios dubitativo. – supongo que ya no hay marcha atrás. –

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