CAPITULO 43

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El alboroto de la entrada principal se escuchaba hasta sus aposentos.

– que está pasando – pregunto el rey

En lo único que pudo pensar la reina, es que se había filtrado información sobre la llegada de la menor en la noche. – mi rey. – le llamo. – creo que alguien está pasando información sobre el palacio. –

– que. – observo a su esposa, no entendiendo.

– la llegada de sirena era hasta mañana. – hablo pensativa. – cuando estábamos hablando sobre traerla en noche, se escuchó un ruido proveniente de afuera de la sala de reuniones. – recordaba perfectamente el ruido generado por quien estuvo presente a escondidas.

El hecho que una persona dentro de su círculo los estaba espiando, era un problema que no se debe tomar a la ligera, por el hecho que hay muchos dioses que siempre han buscado destronarlos.

– me encargare de ese tema, mi reina. – dejando salir un profundo suspiro.

Como era posible que su propia gente este planeando traicionarlos de una manera tan vil. No entendía porque el hecho de querer el trono; cuando él se había negado a tomarlo, pero fue prácticamente amenazado por su padre para tomar su lugar.

– debemos ayudarlos. – comento la luna, imaginando el caos que estarían haciendo, y el dolor de cabeza que les deben estar generando a sus hijos.

El realmente quería salir y hacerles frente a todos esos dioses que se atrevían intentar lastimar a sus hijos, pero sabía que tiene que pensar fríamente; mantenerse firme y parcial con sus acciones para poder proteger a su familia.

– no podemos mi diosa. – dijo con pesar, moviendo negativamente su cabeza. – tenemos que ser parciales y quedarnos aquí. – miro la habitación con cansancio. – para no darles motivos a los revoltosos de una posible discusión hasta mañana. – finalizo colocando sus manos en los costados de su cabeza, dando suave masajes, que no lo estaban logrando relajar.

Quería mantener la misma clama que su esposo, pero son sus hijos a quienes están atacando – Pero inti. – quiso reprochar, cuando vio como su esposo, daba ligeros masajes en su cien y fruncía el ceño, por el insoportable dolor.

Sabía muy bien que su esposa estaba pasándola mal con las acciones de afuera, pero tenían que armarse de paciencia hasta mañana. – mi preciosa esposa. – hablo tomándola de las manos y mirándole directamente. Dejando de lado su malestar. – yo también quiero salir afuera y golpear a todos esos dioses estúpidos que están arremetiendo contra nuestros hijos. – hablo con molestia absoluta.

Aquello le trajo un poco de calma a su acongojado corazón. – que hacemos, mi rey. – pregunto afligida.

– confiemos en nuestros hijos. – se acercó más a su hermosa luna, depositando un suave beso en la coronilla. – Los hemos educado bien y aunque Sayri quiera atacar a esas deidades por estar arremetiendo en contra de la mujer que ama, lo cual comprendo a la perfección pues nosotros hemos pasado por lo mismo hace mucho tiempo atrás. – recordó brevemente aquellos sucesos. Pero siguió con lo que pensaba decir. – Se que Ayu se mantendrá sereno y hablará por ellos. – sonrió para transmitirle confianza a su esposa. – Recuerda que es un erudito por naturaleza, ni que hablar de su poder de convencimiento, sus palabras siempre serán el arma más confiable para él; aunque haya nacido bajo mi gracia, es un hombre de discursos justos y filosos. – comenzó a sentir a sus hijos por el lazo que compartían.

– es cierto. – se calmó. – nuestros hijos, aunque nacieron con las gracias inversas a sus personalidades, ellos se complementan en el momento adecuado. – finalizo tranquila, sintiendo lo que su esposo le transmitía.

...

Todos estaban expectantes y temerosos, realmente se habían dejado influenciar por dioses, que les mintieron descaradamente, dejándoles sin opciones y en el bando equivocado. Los dios frente a ellos, los podían destruir en un segundo.

Y ni que hablar del acercamiento entre el segundo hijo de los dioses y la nueva diosa, de ambos brotaba un poder superior, que les hacía temblar, estando a una distancia prudente.

Lo siguiente paso tan rápido, que incluso ellos se sorprendieron; las deidades que antes se interponían en su camino, ahora estaban en completa sumisión anta la diosa de cabellos blancos y ellos; abriendo un camino para que todos pasaran sin interrupciones.

- Deberíamos entrar. – hablaron alzando su un poco su tono de voz, para quienes le esperaban en la parte de atrás.

Los dos dioses se acercaron rápidamente, hasta donde estaba de pie Sirena y Sayri esperándolos, con la incógnita en la cabeza de lo que había pasado. El repentino cambio de los dioses a su alrededor y porque Sirena tiene esos cambios de personalidad tan abruptos.

Aunque quisieron igualar el mismo ritmo del andar de los jóvenes delante de ellos, les fue un poco difícil. Con un poco más de esfuerzo lograron detenerlos, de camino a los aposentos de Sayri. – Sayri. – hablo algo agitado. – entre los dos. – señalo a ambos. – tu eres el atlético. – dramatizo Ayu, para luego mirar a la menor. – como eres capaz de seguirle el ritmo. – hablo aterrado. Porque ni su prometida, se había atrevido a tanto, y eso que ella había sido entrenada desde niña. Aquello hizo sonreír a todos los presentes, aligerando la tensión que cargaban.

No tenía una respuesta para aquello. – Supongo que te acostumbras después de un tiempo. – dijo encogiéndose de hombros.

Otra risa se escuchó, pero esta no provenía de los presentes; si no de la princesa heredera que llegaba en busca de su futuro esposo. – ese mocoso es de temer, aunque tenga una apariencia frágil. – comento acercándose a su prometido.

El aludido se defendió. – les recuerdo que entreno desde muy pequeño, porqué en mis deberes esta protegerlos cuando haciendan al trono. – dijo obvio.

Aquello, es un tema sensible para Ayu, y era evidente, porque vio como su amor se tensaba rápidamente, ante las palabras dichas. –Es cierto, pero aún falta mucho tiempo. – comento la princesa de las tinieblas. – deberías presentarme a tu novia, mal educado. – se acercó para tomarlo de una oreja en forma de regaño; haciendo reír a todos los presente.

– Oye, ya no soy un niño. – reclamo. – Pero te presentare a mi novia. Porque yo. – se señaló, como lo haría un niño de cinco años. – Soy considerado. – hablo mirando a la ojiazul.

– Ella es Sirena, diosa nacida bajo la gracia de la hermana del creador. – enumero. – Estudiante próxima a graduarse de una prestigiosa universidad. – dijo con orgullo vibrante. – Es la segunda hermana de tres, muy hermosa, inteligente con un corazón y fortaleza inmensa; obviamente mi novia. – finalizo con una gran sonrisa.

Se sintió tan apenada por la forma que fue descrita por Sayri, que un leve sonrojo se no en sus mejillas. – Hola. – pronuncio tratando de esconder su vergüenza.

– ¡oh!, por los dioses. – grito la diosa. – que tierna, miren como sus mejillas se vuelven rosas. – dijo enternecida por la menor.

Si seguía diciendo aquello, seguramente la jovencita se convertiría en un tomate. – cariño. – le llamo de forma suave. – Déjalos, ya los están avergonzando. – dijo sutil. – Siento que las mejillas de sirena explotaran por tratar de contener aquel sonrojo. –

Su futuro esposo tenía razón. – Bueno, tenemos la eternidad para conocernos Sirena, soy SHAYA. – se presento

Aquel nombre era fortaleza, ella lo sabía pues había leído una historia peculiar de la cultura en su escuela. – tu nombre es reflejo de tu existencia. – alago a su mayor.

– sabes de su significado. – pregunto sonriente.

Se apresuro a asentir. – la que siempre se mantiene en pie. Tu nombre es significado de fortaleza. –

– ya me agradas más. –  

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