CAPITULO 4

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Internamente estaba un poco más tranquilo, después de exponer sus palabras, pero el ritual si es algo raro o mejor dicho único. Ya que para cada miembro es diferente; porque esto va depender de la gracia divina con la que nacen los jóvenes reales; bueno es lo que normalmente se hace. Pero el menor de la realeza es incluso más extraño, puesto que hay un detalle que muchos no conocen, pues siempre se trató de dormir aquella parte del menor.

Por herencia se acoge un solo don de los padres, ya que tener dos gracias en un solo cuerpo, genera casos por ambas partes y muchos descendientes reales murieron al tratar de mantener a sus gracias en paz, porque su cuerpo sufría y se desgataba demasiado rápido al igual que psicológicamente, haciendo a un lado su parte razonable. Por ende, era imposible para muchos llegar a vivir más de 500 años y si lo hacían perdían la cordura y eran encerrados por ser altamente peligrosos.

Y esto lo hacía más especial que cualquiera, pues había derribado cada una de las barreras que habían considerado imposible por siglos, Sayri había logrado lo que nadie más había alcanzado o que al menos estuviera registrado en los pergaminos de la biblioteca que recolectaban la información general de los cielos.

Nacido bajo la protección de la luna, tomando de inmediato el poder de su madre, pero a los pocos días; para ser más exactos a los 5 días de haber nacido, el sol se opuso y se presentó como su gracia, luchando contra la luna para tomar el cuerpo del inocente bebe, fue cuando la primera guerra se desato dentro de él, sin ser consciente de lo que realmente pasaba. Por ello, por acuerdo muto entro los reyes se decido dormir al sol dentro de él y ser entrenado bajo la gracia que todo el mundo conocía, hasta que llegara a la mitad de la mayoría de edad para entrenarlo con ambas.

Otra vez sintió el tironeo en su estómago y sonrió al ver que sería un caos, como lo era todo alrededor de él. – ya. – formulo para dar señal al sacerdote.

- el ritual del segundo príncipe será diferente de lo que comúnmente estamos acostumbrados. – hablo el sacerdote después de recibir la señal del menor, observando a todos en el inmenso salón.

Escuchar aquello sinceramente le hizo poner los bellos de punta. –¿Qué?; ¿Por qué? – pregunto temeroso. Aunque sabía desde un principio que su ritual serio diferente por las gracias que había heredado, pero muy en el fondo quiso creer que sería tratado igual que los otros.

Ese niño sí que es un alborotador. – Príncipe silencio. – la amonestación del sacerdote sonó severa.

Sorprendiéndole, pero eso no lo hizo quedarse callado y volvió a preguntar. - Pero porque tiene que ser diferente. – hablo más tranquilo o mejor dicho ocultando el temblor de sus manos en la túnica blanca.

En parte se sentía culpable, pero ordenes son órdenes. –El ritual nos dará las respuestas que hemos buscado por mucho tiempo. – respondió con simpleza, haciendo que el joven frente a él se enojara.

- Me estás diciendo que soy tu experimento. – la pisca de molestia se notó.

Tan exasperante. – Se diría que sí. – suspiro cansado. – Pero esto no es apropósito, se lo puedo asegurar. – respondió dejándolos atónitos a todos por el descaro en sus palabras

Ahora no lo era el príncipe quien se encontraba molesto. – Porque el ritual tiene que ser diferente para él. – hablo el rey ofuscado, mirando directamente al sacerdote intimidándolo.

Nada estaba saliendo como había planeado. – Mandato de su padre. Mi rey. – articulo sintiéndose indefenso, pero sin titubear al momento de hablar.

Su padre, siempre eres tu padre, maldijo en su interior. –El príncipe estará seguro. – cuestiono sintiendo la incertidumbre y molestia fluir, pues no podía hacer nada, si su padre estaba detrás de esto.

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