CAPITULO 13

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Una semana más paso y el joven príncipe no despertaban del sueño en el que estaba sumergido. Muchos no sabían el porqué de su sueño, pero esto se debía al veneno que en un momento se logró esparcir por todo su cuerpo.

Pero aun sumergido en sus sueños; no dejaba de sentir el dolor de los humanos, incluso donde debía descansar aun sufría. Era algo que lo acompañaría en la eternidad.

- Porque aún no despiertas travieso. – hablo la luna con dolor y nostalgia al ver a su pequeño sumergido en la tranquilidad del mundo onírico.

Suavemente acaricio las hebras de fuego de su príncipe, dejándole un beso en la frente, para sentarse en los muebles de la habitación y comenzar a revisar documentos, como siempre lo hacía. Desde que el joven dios callo en el sueño profundo, ya era una rutina para ella hacer sus deberes desde los aposentos de su joven hijo.

¡SI...!

¡SI...RE....NA...!

¡SIRENA!

La voz del joven se escuchó después de mucho tiempo; sorprendiendo a su madre que se encontraba sumergida en toda la documentación.

- SAYRI. – la sorpresa fue tan grande que se quedó inmóvil, reaccionando después de unos segundos. –medico. – grito, desesperada. –Hijo. – se levantó de su asiento y llego hasta la cama donde se encontraba el menor despierto, confundido porque el ultimo recuerdo que tiene, es haber llegado a sus aposentos, luego se oscureció todo.

- Mamá. – pronuncio a medias. –¿qué paso? – miro a su alrededor alerta. Su garganta quemaba, se sentía tan áspera, como una lija.

- Has dormido más de un mes mi niño; pero todo estará bien. – dijo rápidamente, al darse cuenta de lo perdido que se veía su hijo.

Como era aquello posible. – Pero como. – volvió a sentir esa incomodidad en su garganta, frunciendo su rostro por el dolor en esta.

Y las palabras del príncipe fueron cortadas, porque los médicos fueron anunciados para ingresar a la habitación del joven. Los siguientes minutos los doctores se encargaron de todo, que el joven dios se encuentre bien. – alteza usted se encuentra en perfectas condiciones, le haremos unos exámenes más adelante; para reafirmar lo dicho – hablo uno de ellos, inclinándose en forma de respeto a ambas deidades. – su garganta se siente de esa manera, es por el hecho de haber estado sin usarla y no consumiendo líquidos directos. – respondió a una pregunta que no le había hecho, pero sabía que en cualquier momento lo harían.

- Está bien. – hablo suave, para no volver irritar su garganta.

Y por segunda vez desde que despertó se vio interrumpido, por la voz de su hermano y padre entrando a sus aposentos, que rápidamente corrieron a su encuentro. – mi pequeño hijo, al fin despiertas. No sabes lo angustiado que estaba. – se acercó el dios Inti, para abrazarlo con adoración. Pudiendo recién respirar con tranquilidad.

- Lo siento padre, pero yo no sabía cómo regresar. – respondió afligido, por el recuerdo de su batalla. Pues es lo único que recordaba en esos precisos instantes.

Su voz fue canto divino. –No te disculpes. – le hablo. – Soy yo el que debería pedirte perdón, por exponerte de esa forma. – internamente el dios supremo se culpaba y se reprendía por haber expuesto a uno de sus hijos de esa forma.

Nadie tenía la culpa de lo que paso. – Padre. Fue mi decisión. – respondió al notar como su padre se culpaba por lo sucedido.

- Luego tendrán tiempo de hablar sobre lo que está bien o no; yo solo quiero abrazar a mi hermano. – hablo el heredero, acercándose a la cama, tomado a Sayri entre sus brazos.

La respuesta al abrazo no se hizo esperar, uniéndose por fin a su hermano mayor. – no me vuelvas a dejar solo, SAYRI. – hablo entre lágrimas, pues estar sin él, se había vuelto una condena y es que ambos realmente son muy unidos.

- No lo volveré hacer. – contesto aferrándose a su mayor, con la misma intensidad que lo hacia el contrario.

Ambos hermanos son realmente unidos, aunque la diferencia de edades es grande, nunca fue impedimento para que se volvieran inseparables.

- Lamento mucho haberlos preocupado. – se volvió a disculpar. Incluso cuando ni el mismo tenía la culpa de los sucedido.

Y esas palabras bastaron, para hacer que la reina, quien aún no podía creer que su hijo estuviera de regreso, estallara en llanto. – mis hijos al fin están juntos. Realmente regrésate SAYRI. – hablaba incrédula y feliz.

El menor trato de ponerse de pie para abrazar a su madre, pero tambaleo y se mareo, siendo sostenido por su padre. – hijo es mejor que no te esfuerces por el momento. – lo llevo de vuelta a la cama.

- Tienes razón padre. – afirmo, ocultando el dolor que sentía.

Casi se le para el corazón cuando vio a su hijo casi caerse. – Mi niño, mamá siempre ira hacia ti. –

Y como la reina lo dijo, ella avanzo hasta estrechar a su hijo en sus brazos; la reunión de ahora por fin familia completa se alargó por unas horas, hasta que los médicos dieron la orden, que tenían que dejarlo descansar.

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