CAPITULO 24

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(Día de la ceremonia)

El palacio central estaba lleno de personas que paseaban alrededor de él, todos los dioses habían acudido a la celebración de la pareja real, que se encontraba en la dulce espera de su primer primogénito.

La noticia del bebe real, fue recibida con inmensa alegría, están emocionados por el futuro integrante de la familia real. Pero, así como se celebraba, también hay un grupo que es guiado por el odio y no celebran el anuncio, aunque sus caras reflejen una gran sonrisa y alegría.

En otro lado del palacio, en las afueras de este; se encontraba Sayri observando como todo a su alrededor estaba lleno de una gran felicidad, la noticia de un nuevo integrante lleno a todos de una gran algarabía, incluso él estaba de la misma forma; pero su mente no lo dejaba disfrutar del momento a plenitud. Porque desde el día que tuvo el presentimiento de que algo no andaba bien con la humana, una extraña conexión se había formado y en estos precisos momentos le estaba alertando que algo estaba pasando, pero no podía dejar el palacio, no en estos momentos. – qué debo hacer. – hablo a la nada, mientras caminaba de un lado al otro.

Debería bajar a la tierra, esto me hace sentir muy extraño, si ella está en peligro. – mierda, tengo que bajar. – había tomado la decisión, pero cuando estaba a punto de irse, su madre llego. – Sayri, cariño porque no estás en la fiesta, tu padre está preguntando por ti. –

Porque tienes que llegar en este momento madre, maldijo en su mente. – solo, quería un poco de aire, sabes que no me gustan las multitudes. – sonrió para evitar sospechas.

La reina lo miro sospechosamente, pero luego termino por creer aquella escusa, pues su hijo siempre había sido reservado y tímido para mostrarse en las grandes multitudes. – de acuerdo. Pero entremos, ya estuviste suficiente tiempo afuera. –

Realmente quería negarse a la petición de su madre, pero en estos momentos no sería la mejor decisión, además si quería escapar esta misma noche, tenía que ser cuidadoso y lograr que todos estén metidos en sus propios asuntos, para el poder lograr su objetivo. – está bien. – respiro profundamente. – Entremos juntos madre. – camino para tomar el brazo de su madre y entrar juntos a la fiesta.

- Al fin te encuentro príncipe. – hablo el rey con un tono juguetón.

Era evidente que la felicidad de su padre se encontraba a flote, gracias al néctar de los dioses. – Padre te sientes bien, creo que las bebidas te han comenzado hacer efecto. – hablo sonriendo por el comportamiento de su progenitor.

- Príncipe Sayri, debe saber que usted muy pronto debe formar su familia y darme un nieto. –

Eso no se lo esperaba, pero ahora varios a su alrededor lo estaban mirando expectantes por escuchar su respuesta. Pero en estos precisos momentos era en lo que menos pensaba, aun no se veía como un esposo y menos como padre de alguien, era muy joven para tomar aquellas responsabilidades. – tal vez dentro de unos años padre, quiero entrenar un tiempo más. – las miradas aún seguían sobre él, todos seguramente, tenían una hija de su edad que estaban preparando para casarse con los hijos de los dioses centrales.

- Hijo mío, yo también era muy joven cuando me enamore de tu madre, pero eso no me impidió amarla y tenerlos a ustedes. – suspiro recordando. –La edad no define tu madurez y preparación para formar una familia, esta simplemente llegara. –

Cada palabra retumbo en sus oídos, y aunque su padre podía tener razón, el no buscaba formar una familia en estos momentos, aun menos cuando ni siquiera había encontrado a la persona que hiciera que su corazón se acelere. – pero tú ya tenías a mi madre, como el amor que hizo que tu corazón le perteneciera; al igual que mi hermano. Yo aun no encuentro a la persona con la que quiero compartir mi vida, aun no encuentro mi luz en esta oscuridad. – sonrió al pensar, que muchas damas se encontrarían decepcionadas al escucharlo, pero no se sentía atraído por ninguna de ellas.

- Llegará todo a su tiempo hermano, note presiones. El amor no es algo que vas encontrar en cada esquina. – Ayu ayudo a salir del aprieto que se encontraba su hermano menor.

Lo observo y sonrió para abrirse camino y llegar a donde se encontraba su hermano menor y padre. – el tiempo es un misterio, unos encuentran el amor muy joven. – se detuvo admirar la belleza de su ahora futura esposa y madre de su futuro hijo, pues el amor entre ambos siempre había estado presente desde muy jóvenes. Cuando ambos estaban en entrenamiento al ser los primeros primogénitos de sus respectivos padres. – otros muy tarde. – observo a su tío, que en su mirada reflejaba tristeza, pues el encontró el amor, pero se marchó al mismo tiempo que llego. – algunos en el tiempo exacto. – esta vez su mirada estaba puesta en sus padres, quienes se habían encontrado en el momento exacto de su vida, en el que ambos se necesitaban. – lo que quiero decirte, es que la vida no es algo que este mecanizado o al azar, todo dependerá de nuestras acciones y como trabajamos para alcanzar lo que anhelamos. Siempre debemos esforzarnos, aun cuando sientes que ya no puedes seguir, debes trabajar un poco más, porque la recompensa será maravillosa. – esta vez miro a su joven peli-plateada y esta le brindo una sonrisa acompañada de una suave caricia en su rostro.

Mirando aquella escena su corazón sintió una opresión que le quito el aire por unos segundos y de pronto sintió las inmensas ganas llorar. Quiso creer que era por las palabras que había dicho su hermano, pero no era aquello.

Esta presión se volvió muy fuerte, le recordaba claramente que era la presión que sentía cuando las personas lloraban y pedían un favor a la luna. Entonces comprendió que se trataba de ella, pero porque le estaba llorando a la luna, que es lo que había salido mal allá abajo; para que ella implore de esta forma. – que paso. – susurro, pero varios lograron escucharlo.

- ¿Qué paso, de qué? – pregunto su madre.

- ¿Por qué lloras, quien te lastimo? – soltó sintiendo como sus lágrimas comenzaban a mojar sus mejillas; había logrado conectarse con ella, emitiéndole directamente todo el dolor que ella estaba sintiendo.

- Que pasa Sayri. – volvió hablar su madre, sabiendo perfectamente que su hijo estaba percibiendo el dolor de la luna.

Pero aun que quiso arrebatárselo, no pudo. Se sorprendió al ver que la presión de aquel llanto solo provenía de una sola persona, pero no logro percibir de quien se trataba, pues su hijo se estaba oponiendo y tratando de mantener oculta la identidad del humano o humana. Mas fue la sorpresa cuando de un momento a otro su hijo se había enlazado con la persona, ayudándole con el dolor.

Pero aquello no se logra tan fácilmente, al menos para los dioses enlazarse con un mortal es muy peligroso, pues solo hay dos opciones: la primera es compartir lazos sanguíneos, ser hijos es decir ser semidioses que viven en el mundo mortal. Y la segunda opción es estar conectados amorosamente.

Pero su hijo acaba de dejar muy claro que no está enamorado de nadie y es obviamente que no tiene ningún hijo, pues nunca ha tenido un amorío con alguna humana; ¿qué estaba pasando? Era la gran pregunta.

Estaba tan sumergida en las posibilidades que podían existir para que su hijo haya logrado enlazarse con alguien, que no se percató que Sayri estaba a punto de marcharse del palacio. – ¿a dónde iras? – cuestiono seria

No quería más impedimentos, las explicaciones las daría después. – Lo siento madre, pero tengo que marcharme. –

- Mentiste cuando decías que no ambas a alguien. – soltó molesta, por el supuesto secreto de su hijo.

El dios regreso a mirarle con confusión, pues no entendía porque estaba hablando de aquel tema otra vez. – Yo no mentí. –

- Entonces porque te niegas a mostrarme al causante del caos dentro tuyo. – arremetió la reina.

- No sé lo que te estas imaginando madre, pero detente. – hablo mordaz y preciso. – Estoy sorprendido al igual que tu; nunca antes me había pasado esto y soy consciente de que no debe pasar, pero no lo puedo detener, inconscientemente estoy alejando todo aquello que puede ser amenaza y tú, parces serlo en estos momentos. – era consciente de lo dicho, pero tampoco iba mentir.

- Estas enlazado, sabes que nadie ha logrado salir ileso. – puntualizo firme la reina.

- Lo hablaremos luego. – rogo con la mirada a su madre para que le de tregua por un día. – Tengo que llegar o perderé la cordura si sigo aquí. –

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