CAPITULO 29

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- No se puede retroceder el tiempo, pero nunca es tarde para volver a comenzar. –

- ¿Que? – pregunto sin entender a qué se refería, pues hay muchas por las cual ella quisiera retroceder en el tiempo. Acaso los dioses son tontos, o es que a ella le toco el menos erudito.

Al ver el rostro lleno de confusión de la joven, se apresuró hablar – me refiero, a que nos presentemos. – avergonzado por sus palabras y el efecto que pudieron haber tenido en una situación como esta. – Sabes algo así como... – no termino de hablar porque fue interrumpido por la joven.

En serio le estaba sugiriendo aquello, acaso no es un dios, él debe saberlo. Pero decide responder. – Hola soy Sirena Ancco; tengo veinte dos años, estudiante de la facultad de contabilidad en la universidad nacional, tengo un trabajo a tiempo completo, aunque todos creen que es a medio tiempo. Cosas así. – pregunta con una ligera sonrisa.

No entendía cómo alguien que había sido violentado de aquella forma, aún seguía de pie, aunque sienta el dolor por todo su ser. – Entiendo. – sonrió. – Mi nombre es Sayri, y como recordaras soy un dios; tengo 1000 años. – Pensó si debería seguir o no; pero termino por elegir la última opción.

La ligera sonrisa se borró de su rostro. – Eso es todo. – le miro frunciendo el ceño.

Había jodido la situación. – Es lo necesario. – aunque hayan roto aquel delgado hilo entre la relación dios y mortal, no podía darse el lujo de revelar todo.

No sabía si existían reglas que les prohibía hablar sobre ellos. – Okey. – suspira resignada. – pero no es justo. – frunce su rostro en desaprobación. –Pues prometiste ayudarme y al parecer no quieres cooperar. – lo mira por unos segundos, que parecieron eternos. –Pero está bien. – hablo con decepción.

No podía siquiera mirar aquel rostro, en él se podía reflejar decepción. Ya le había causado suficientes dolores, no quería ser más una molestia ara la joven. Por primera vez se sentía incompetente. – bueno. – hablo bajito. – mis padres son la diosa QUILLA Y INTI; aunque comúnmente los conocen como el sol y la luna. – hablo serio. Pues la joven ya sabía demasiado, que ocultarle quien era, solo traería problemas en el futuro por desinformación.

Agradecía internamente que el dios se encontraba mirando la ventana y no a ella, pues hubiera logrado ver perfectamente su cara de sorpresa, se esperaba que fuera un dios de un rango normal. No el hijo de los Astros que fueron colocados perfectamente en la cima según la mitología INCA. – gracias clases de historia. – dijo mentalmente.

Siguió hablando, sin percatarse de la sorpresa de la joven. – Tengo un hermano mayor, que se convertirá en el sucesor de mi padre, pues tiene la gracia del sol, además que se convertirá en padre en algunos meses. – hablo sonriente. Regresando a mirar a la menor. – cuéntame más de ti Sirena. – pregunto para que la joven siguiera el hilo de la conversación.

Su sonrisa es muy hermosa pensó la joven. – okey. – respiro profundamente. –Claramente no soy una diosa, pero soy la segunda de tres hermanos. Mi familia vive a dos horas de esta ciudad, mi hermano mayor ya tiene su propia familia y luego esta mi hermana pequeña que se queda con mis padres. – finalizo recordando que debía llamarlos. – ahora continua tú. –

Esta vez no lo pensó ni una solo vez y continuo. – estoy en el mundo mortal, porque decidí irme del palacio y además que tengo que cumplir el deseo de un mortal. Pues es lo que dictamina las reglas de los dioses al haber alcanzado la mayoría de edad y haber pasado la prueba de la adultez. –

- ¿Tienen pruebas que pasar? – cuestiono interesada.

- Unh... Si. Aunque nacemos como dioses, en nuestro mundo también hay ciertas reglas que cumplir; y la que te mencione es la segunda más importante entre todas la que existen. – finalizó pensativo, recordando todo lo que había pasado para llegar hasta este punto.

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