CAPITULO 30

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Los primeros tres días fueron duros, y en toda la extensión de la palabra, ya que abarcaba desde su estado emocional, mental y físico. No se levantaba de la cama debido al estado de sus lesiones internas y externas, aunque había pequeñas mejoras en su cuerpo, como los raspones y cortes que comenzaban a cerrar lentamente.

Parte de su mente y cuerpo aún seguía muy resentidos, al punto de no permitirle caminar. Su estado emocional llegaba a ser muy discordante, pues, aunque había horas en la que estaba muy seria, concentrada y con ganas de no sumergirse en los horribles recuerdos de aquella noche. La otra del tiempo se encontraba llorando, sumergida en una tristeza muy profunda, al punto que los cielos lloraban con ella.

Camila se encargó de ayudarle con todas sus necesidades básicas, a la vez que tomo la responsabilidad de hacer llegar a la universidad un certificado médico para que se le tome en consideración el tema de sus faltas a la facultad; lo mismo en su trabajo.

Pero todo comienza empeorar, la negatividad de sirena hacia la rehabilitación y citas con el psicólogo hacían entrar en desesperación a todos los presentes. Si bien todos no entendían por lo que estaba pasando la más joven; ellos querían ayudarle en lo que puedan y se les permita. Pero como saber la situación, sin ates vivir la experiencia.

Y especialmente este era uno de los momentos en los que todos entraban en desesperación.

- Sirena, el psicólogo ha venido a la cita programada. – trato hablar lo más pasible que su voz le permitía.

- Ahora no es el momento Camila. – dijo fría, sin separar su mirada del ventanal.

Estaba siendo paciente, pero si su amiga no ponía de su parte, nadie podría ayudarle. – Sirena. – se pauso para buscar las palabras correctas. – si tú no te ayudas a ti misma; no creo que alguien pueda sacarte de esa oscuridad. – dicho aquello se dio la vuelta, para abrir la puerta y salir de la habitación que antes le perteneció al dios Sayri y que ahora era ocupada por su mejor amiga; no se quiso quedar a escuchar la respuesta, porque ya la sabía de memoria.

Todos esperaban en la cocina a la castaña con altas expectativas, creían que, si ella volvía a intentar convencer a la ojinegra de siquiera ver al psicólogo, podrían comenzar avanzar a pasos lentos pero seguros.

El dios se encontraba un poco más nervioso que los demás, pues creía que, si la pelinegra se volvía a negar a dejar entrar al especialista en la habitación, no podrían avanzar con el profesional de rehabilitación física. Así que cuando vio a la mejor amiga entrando por la puerta de la cocina, fue el que pregunto primero. – que te dijo. –

Los segundos parecían interminables, pero la mirada triste de Camila, dio la respuesta que todos se esperaban. Sirena se había negado otra vez a ver a alguien que no sea ellos.

Todos se bajonearon al instante, y un suspiro largo acompaño a la cocinera principal. – lo seguiremos intentado. – hablo mirando a todos. – lo intentaremos, día tras días, uno por uno. – mostro una sonrisa, para que los demás no se sienta derrotados. – esto no será fácil, pero tampoco es imposible. – alzo sus manos con los pulgares elevados. – ven estas canas. – se señaló así misma. – son de pura perseverancia en la jungla llamada vida y de haber criado a dos hijos. – dijo orgullosa, causando una ligera sonrisa a todos los presentes.

...

Para el cuarto día todos fueron testigos de cómo una persona por segunda vez se vuelve a quebrar en mil pedazos, sin haber podido siquiera tener la oportunidad de pegar aquellas partes tiradas en la inmensidad de la vida.

Si. Todos escucharon aquel llanto ahogado en la madrugada, sintieron como la chica pedía tregua al destino, cansada de la vida que le había tocado vivir.

- ¿Por qué? – fue la pregunta que se quedó atrapada en aquellas cuatro paredes que la albergaban.

- ¿Cuál es mi destino? – cuestiono observando la inmensidad del cielo atreves del ventanal.

Las lágrimas caían una tras otra. – estoy tan cansada de intentarlo siempre y no ver resultados. – hablo sin mirar algún punto fijo. – ya no quiero seguir. – y todo su cuerpo comenzó a temblar, con el nudo en la garganta que le ahogaba y no le dejaba respirar, la opresión en su pecho se hacía cada vez más fuerte. Necesitaba gritarlo o ella misma se mataría si seguía reteniendo todo lo que le causaba dolor. – solo quiero vivir. – pidió gritando desesperadamente. – solo deseo ser feliz. – y no se contuvo más. – déjame disfrutar un día sin presiones, miedo, dolor, angustia. – chillido desgarrándose la garganta en el proceso y cayendo de rodillas de la cama.

Su llanto se escuchó por toda la casa, sus deseos en el cielo, y el dolor en el corazón del dios que se encontraba parado frente la puerta.

Quiso entrar, pero fue detenido por Camila quien también había llegado a la puerta de la joven. – no entres por favor. – suplico con lágrimas en los ojos.

No entendía, el solo quería ayudar a sirena. – no puedo dejarla allí, de esa forma. – intento volver abrir la puerta, pero fue detenido, pero esta vez por la mayor de las cocineras.

Realmente todos se estaban volviendo locos, porque no encontraba explicación lógica para dejar a sirena sola, sumergida en aquel dolor, que se intensificaba con cada segundo. – ¿qué está pasando? – pregunto alterado, pero sin alzar la voz, para no ser escuchado por la menor de todos.

- A veces para poder salir a flote de estas situaciones, tenemos que tocar el fondo. – dijo suave. – ella nos llamara cuando sea el momento. – finalizo.

Que filosofía era aquella, pues no la entendía. – pero a veces nunca se puede salir. – respondió confundido.

Entendía que el joven dios estaba preocupado por la pelinegra, así que debía hacerle entender a lo que se refería. – lo que quiero decir, es que la joven que llorar en esta habitación. – señalo en dirección de la puerta del cuarto. – no es como cualquiera otra persona. Ella es obstinada, fuerte, independiente, orgullosa, sencilla. – hablo tomando la mano del dios y guiándolo fácilmente a la sala. – ella nos llamara cuando sea el momento adecuado. – sentados todos en los sofás de la sala, volvió a tomar la iniciativa. – es cuando todos debemos estar preparados, para luchar contra todos y todo. – termino observando a cada uno de ellos.

Pues eran casi cinco años desde que vieron cruzar a la joven la puerta de aquella inmensa casa.   

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