CAPITULO 10

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No entendía como su padre hacia aquello, sin ninguna explicación o coherencia. – Porque el sol y la luna no pueden estar juntos. – soltó fríamente.

No obtuvo respuesta, prácticamente lo ignoraba. – ¿Por qué?. – apretó su manos contra la tela de su ropa, tratando de contener su ira y dolor – Solo es una de tus estúpidas reglas. – no se detuvo y reclamo colérico.

Realmente ver a su hijo de esa forma lo está cansando de sobremanera. – Es un pecado que el día y la noche estén juntos, altera el orden natural. – hablo con tono neutro.

Solo diría aquello, él sabía muy bien que más allá de sus dones, que son tema que se puede manejar, ambos podían estar juntos sin obstáculos. – Nuestros dones, nunca los pedimos. – puntualizo molesto. –Y aquella regla es tan vaga, que no tiene conceptos para sostenerse por sí sola. – buscaba una solución con urgencia, no quería perderla.

Entre todos sus hijos, inti nunca antes había insistido tanto en un tema, además que siempre acataba cada cosa que le decía, es muy recto y trata siempre de seguir las reglas, posee un carácter digno de un líder, pero también es benevolente y empático con todos; por ende, lo escogió como su heredero. – Si ustedes están juntos, los mortales se alterarán, crearan disturbios y para ellos si ustedes dos están juntos es mal augurio. – finalizo, pensando que el joven dios le daría la razón

Y por primera vez deseo ser tan egoísta como en su momento lo fueron sus hermanos, renegó de su forma de ser, de nunca haberse permitido ser egoísta. – Entonces nos estas sacrificando. – pregunto herido el joven sol, acumulando las ganas de llorar, aprisionando mas sus manos contra su vestimenta, frunciendo sus labios.

Que le pasa a su segundo hijo, porque están necio; acaso realmente esta tan enamorado de la idea de la luna; nunca se han visto y de ello él es testigo. – Sí, Inti. – no lo negó, ya que sus otras creaciones se aterraban con choque de estos dos, así que no había ms remedio.

Por ser como es, siempre lo tomaban como una marioneta. – no creo que puedas detenerme esta vez. – hablo marchándose, dejando a su padre con palabras en la boca.

El corazón de Inti dolió profundamente, que se enfermó por semanas enteras, privando a los humanos de ver sus majestuosos rayos, haciéndole perder la paciencia a su padre.

Por otro lado, la luna, quien se enteró días después, que se iba casar con alguien que no era el sol, no mostro su rostro por semanas enteras; generando en todos los dioses molestia y que se proponga un adelantando en las bodas reales de los tres hermanos.

Los días en que los jóvenes dioses estuvieron enfermos, por el repentino anuncio de sus compromisos y futuros matrimonios, solo los hizo anhelarse más; al punto de llegar a pensar en escapar y abandonar sus dones.

Inti camino en dirección de los aposentos de su padre, no tardó mucho en llegar, aunque sentía que en cualquier momento iba ser descubierto tenía que intentar encontrase con su amada. – padre podemos hablar. – pregunto nervioso.

No quería escuchar más del tema, además que no cambiaría de opinión. – Inti si es por el matrimonio; tengo que decirte que no tengo tiempo, además ese tema está cerrado. – frio como de costumbre, el creador dejo sin opciones a su segundo hijo.

Al escuchar esas palabras, ya no sintió remordimiento alguno por lo que haría. –Si. – rodo los ojos. –Ya me ha quedado claro; solo vengo a decirte que retrases mi matrimonio con la diosa de la tierra y tomes mis funciones, me retirare por un tiempo. – hablo fingiendo dolor. Aunque no todo era mentira, su estado era tan deprimente que podía convencer a cualquiera, que debía tomarse el tiempo que pedía, para recuperarse.

Al ver a su hijo tan sumiso y decaído se animó a preguntar porque ese cambio de actitud. – porque ese repentino cambio de ánimos, hijo. – frunció el ceño, con duda.

Que buscaba con esa actitud, su padre. – Estoy respetando tu decisión; pero a cambio quiero que me des 6 meses libre. – hablo sin ninguna expresión en su rostro; pues tenía que mostrarse firme para dar el siguiente paso. Como le había enseñado su padre.

No lo entendía, pero ya tenía muchas cosas que planear. – Bueno si es lo que deseas para olvidarla, toma ese tiempo libre. – dijo confuso, pues no esperaba que su hijo se rindiera tan fácil, ya que siempre era tan competitivo.

Debía tomar delantera, todos los días que pasaba sin ella, son agonía para su corazón. – Gracias. – exclamo. – me marchare hoy mismo. Así que por favor toma lo que necesites para hacer brillar el sol. – hablo sin interés, esta vez preocupando a su padre.

Que tramaba su segundo hijo. – No vas hacer algo estúpido príncipe. Estoy confiando en ti. – por primera vez, sintió que algo no estaba yendo bien con su segundo príncipe, le traía recuerdos a su primer hijo.

No le creía nada, por ende, ya no tenía arrepentimientos. – Crees que hay algo más estúpido y cobarde que dejar que me arrebates a la mujer que amo, huir como el cobarde que soy, porque no me atrevería ir a su ceremonia. – hablo tragando el nudo que se formó en su garganta. Está perdiendo la poca cordura que le quedaba y está arremetiendo en contra de su padre con sus palabras y corría riesgo de ser descubierto, pero la ira lo tiene tan consumido que se le hace imposible tratar de controlar su lengua.

Que acababa de escuchar. – Inti no lo tomes de esa forma hijo, tú también tienes una esposa muy hermosa. Y nunca serás un cobarde. – respondió preocupado, ese no es el punto.

"La belleza no cuenta, cuando una persona ya ha seducido tu alma y corazón" pensó; pero estaba claro que nunca se lo diría a su padre. – si claro padre, lo que tú digas, está bien. –

Luego de aquella pequeña charla fue el propio sol, quien tomo la mano de su padre y la coloco en el centro de su abdomen, dándole así toda la energía de su gracia para que el creador haga brillar el sol en su ausencia. Pues, aunque era el creador, él le había dado a INTI toda la energía del sol, haciéndole imposible que otro quiera tomar el control, pues solo había dos formas de tomar la gracia, por sucesión que solo se da de padres a hijos o muerte. Pero lo que ellos harían era una especie de permiso por parte de INTI a su padre para tomar su gracia.

Los siguientes minutos pasaron rápidos y aunque muy dolorosos, por la forma en la que estaba entregando su gracia; dejándole herido y sin energías al punto de hacerle sangrar por la nariz y oídos, asustando al creador. – hijo paremos esto, tú no estás bien. – podía sentir como su hijo pasaba de ser un imponente y vital joven; a ser un dios agonizante por la extracción de su gracia.

Pero fue detenido por la mano del joven dios. – entiende que no quiero estar aquí para cuando ella se case con mi hermano; prefiero desangrarme aquí, que tortúrame toda la vida, viendo su imagen siendo unida a otro hombre. – hablo con lágrimas bañando sus mejillas y sosteniendo la mano de su padre con el resto de fuerza que le quedaban, para que su gracia termine por ser llevada.

El creador sintió como su hijo estaba mostrando su alma y por primera vez bajo todas las barreras de protección que había construido desde muy joven. – lo siento mucho hijo. – fue lo único que logro pronunciar.

Por lo que fueron unos segundos, el rostro de su padre cambio y se mostró sincero, pero ya había decidido. – No te preocupes; mi corazón y alma le pertenecerán toda la vida a ella. – mostro una sonrisa triste. – No habrá mujer en esta existencia, que ocupe su lugar dentro de mi ser. – y con aquellas últimas palabras por fin pudo escupir toda la sangre que había intentado retener en su cuerpo; clara señal que su don había sido tomado.

- Un médico. – grito el creador al ver el estado de su hijo. No se convirtió en un mortal, pero tomar de esa forma tan brusca su gracia lo dejaría en cama por un par de días.

Justo cuando los médicos iban entrar, el joven sol se levantó; hizo una reverencia hacia su padre y se marchó tambaleando. – Inti por favor sana primero y luego puedes márchate. – pidió

El joven dios regreso a mirar a su padre, que se encontraba en la puerta de sus aposentos rodeados de doctores que esperaban acatar su orden; pero el príncipe solo le mostro la sonrisa más triste del mundo, haciéndole sentir su dolor en carne propia. – Padre. Nunca volveré hacer el mismo; es mejor que me marche, no quiero presenciar cuando nuestros caminos se separen. –

Y con esas palabras, un mal herido INTI se marchó del palacio que lo vio crecer.    

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