CAPITULO 3

0 0 0
                                    

El momento al fin había llegado, esta tan nervioso y no entiende él por qué; se supone que se había mentalizado, que sería como un día cualquiera, que no le afectaría de manera colosal. Pero desde que le entregaron esas venditas prendas, su corazón late a mil por hora; además siente como si estuviera cargando algo tan pesado sobre sus hombros. En un inicio aquello debió ser su liberación y no una condena. Porque se siente de esa forma o su mente comenzaba a jugarle una mala pasada

-Príncipe, todos lo esperan en el salón principal. – una segunda voz se hizo presente sacándolo de sus pensamientos.

- Okey, en breve entrare. – hablo firme tratando de ocultar su nerviosismo.

Esto es lo que realmente quieres SAYRI, descendiente del sol, segundo príncipe nacido bajo las bendiciones de la Luna, guiador de los más grandes ejércitos del cielo, futuro yerno de la diosa de las estrellas. – se iba cuestionando mientras se abría camino en el gran salón que se mostraba por primera vez tan solemne e imponente frente a sus ojos, pues desde muy pequeño estaba acostumbrado a entrar y salir de este lugar; pero este día, la aura que emanaba aquel lugar, que esta lleno de dioses que lo miraban expectantes, temerosos y burlescos, lo hacían flaquear de una forma que jamás había experimentado a tal magnitud, incluso en sus días como guerrero.

- El príncipe SAYRI, ha hecho toma de las vestimentas sagradas, que fueron hechas detallando su vida desde su primer llanto, hasta sus más gloriosas hazañas de aprendiz. – hablo el sacerdote desde su puesto en la esquina izquierda del salón.

¿Porque estas prendas son tan pesadas? ¿Porque cada palabra que sale del sacerdote hace más pesada mi carga?, ¿porque tengo ganas de huir?; ¿es normal sentirme de esta manera? o ¿es que realmente soy tan débil, como los ministros me han llamado en secreto? – su mente y corazón se encontraban perdidos en sus miedos, que no se percató que el sacerdote ya estaba llevando a cabo la ceremonia.

- ¡Alteza! ... ¡Alteza! ... ¡Alteza! ... – la voz del sacerdote que dirige la ceremonia, lo saco de sus pensamientos.

Se giro a la dirección del llamado, un poco ido. –Si. – logra articular con un hilo de voz.

- El momento ha llegado. – habla en susurros alejando el micro para que los presentes no tomen en cuenta la distracción del joven dios. Pues todos saben que ellos solo buscan un pequeño error del joven Sayri para arremeter en su contra y de sus progenitores.

- ¿Que? .... – cuestiona confundido, por haberse prácticamente perdido su ceremonia, por estar sumergido en aquel sentimiento, que no sabe cómo explicar o definirlo.

- sus votos. – articula bajito él anciano.

- Ah.

Entiendo. – se limita a responder, mientras mueve su cabeza por instinto de forma rápida.

El corazón y mente del ahora adulto Sayri, se encuentran en conflicto y desorientado, las ganas de salir corriendo de aquel lugar se acrecientan cada vez más. En este preciso instante es una necesidad dejar aquel salón, correr sin mirar atrás.

Su corazón arde como el fuego de su padre, pero su mente les pide a gritos que se mantenga sereno. ~A quien debo oír~; es la pregunta que se hace mentalmente, este lugar está lleno de personas que esperan que este a la altura de sus expectativas personales.

Pero yo no vine a este mundo a complacer a los de mí alrededor; mucho menos a tratar de encajar en un lugar al cual no me interesa pertenecer, formare parte de lo que es estrictamente necesario. Personalmente tengo mis propias metas, sueños, objetivos. – fue la respuesta que se dio a sí mismo con las emociones que está sintiendo.

Pero la pregunta del millón es: ¿Quién eres en realidad príncipe? Para quienes no le conocen solo es un descendiente real, el segundo hijo del rey INTI (sol), para otros solo es el niño débil, que no tiene nada que ofrecer, y para muchos es solo el príncipe que vivió por mucho tiempo escondido tras los jardines reales. Pero ninguno de estos grupos de individuos conoce su verdadera personalidad.

- ¿Qué debo hacer? – Se preguntó con todas sus fuerzas, para que su mente y corazón llegasen a un acuerdo.

Entonces que aquellas palabras que su madre alguna vez le dijo hicieron eco en su mente. "Tú eres mi hijo; el que es travieso, pero con el corazón más puro y noble que en sus eternas vidas lograran conocer; aquel joven que en su mirada refleja la belleza, la alegría y tristeza de la luna; la fuerza y bondad del corazón de su padre. Así eres mi pequeño retoño; tu presencia es lo más puro y noble que tu padre y yo hemos creado, nunca dudes de tu potencial."

Y la reina no se equivocaba al describir al joven príncipe, pero hay algo más por lo que Sayri es tan especial.

Desde muy pequeño siempre fue un espíritu libre, sincero y armónico; las cosas que más deseaba desde lo profundo de su corazón, es poder algún día cambiar al mundo con pequeñas y grandes acciones, porque este ha seguido un camino tan lleno de oscuridad, que todas sus noches son un castigo, porque puede sentir el dolor de los humanos; pero es el dolor que ha decidido cargar solo, sin que nadie se entere, que las noches suelen ser una tortura la cual ha preferido mantener en secreto.

Con los sentimientos a flor de piel, decidió obviar lo que tenía planeado decir, el discurso que había escrito días anteriores, para hablar con sinceridad, aquella que siempre lo había caracterizado desde muy pequeño.

- No puedo prometer cosas que estén fuera de mi alcance, aunque suene un poco ilógico, porque soy un dios; pero creo fielmente que al igual que los humanos nosotros también tenemos reglas que respetar para no caer en el caos. Así que mis votos están hechos con lo que puedo ofrecer:

Padre siempre te he dejado en claro que mi lealtad la tienes y seré el escudo protector del príncipe heredero cuando el hacienda al trono. Madre, sabes que, en cuanto a ti respecte, mi amor, lealtad, protección siempre estarán al igual que padre y hermano.

Trabajare duro para poder mejorar constantemente, construiré un camino el cual inspire a muchos; pero para ello también necesitare del apoyo de todos ustedes dioses, los cuales respeto y admiro por el trabajo que vienen haciendo desde el inicio de los tiempos.

Todas las palabras que acaban de escuchar nacieron de mí, no hago promesas a largo plazo, porque sería arrogancia por parte mía, prometer cosas que no se si pueda lograr hacer. Además, muchos de los presentes no me conocen, así que creí conveniente comenzar con este primer paso y Lugo. Bueno ya veremos qué pasa y como se los demostrare. –

Su corazón al fin encontró paz, después de haber logrado decir todas esas palabras que lo estaban ahogando. A lo lejos observo la sonrisa de su madre, mientras que su hermano y padre se ponían de pie orgullosos; era la primera vez que hablaba de esa forma en frente de tanta gente; pero realmente espera que tomen en bien sus palabras sinceras.

Pero no todos comparten la misma opinión y menos cuando se trata de un descendiente real, pues todos creen tener el derecho de opinar sobre la vida ajena, presionándolos o criticándoles por el mino error que cometen. Por eso que a la par de los aplausos también se escuchó ese abucheo de críticas para el menor.

- comencemos con el ritual. – hablo el dirigente de la ceremonia, obviando la marcada división de opiniones por parte de los presentes. 

DIOSESDonde viven las historias. Descúbrelo ahora