CAPITULO 15

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El lugar es muy diferente a lo que está acostumbrado; aunque el mundo ha cambiado, en el palacio real aún se conservan y respetan mucho las tradiciones, eso no quiere decir que la tecnología no ha llegado a ellos; todo allá está realmente implementado con los avances del momento, solo no sienten la necesidad de estar pendiente de todo esto; porque a diferencia de otros dioses jóvenes.

SAYRI es de los pocos dioses que aún les gusta leer historias, en libros, pergaminos o simplemente hojas sueltas. Es un joven tradicional, pero esto no se debe a la forma en la que fue educado, es más bien su forma de ser y visualizar al mundo.

- Príncipe cuando empezara oficialmente la búsqueda. – comenta uno de los asistentes, caminando unos pasos atrás del dios. Como regla y muestra de respeto.

Siendo sincero con el mismo, no lo sabe. – Realmente me tomare mi tiempo; quiero descansar un poco de los mandatos de mi padre. – comenta relajado.

- Entiendo. – sonrió, al parecer el menor de la familia real era diferente a como lo habían descrito. – Pediré que todas sus cosas sean llevadas a su habitación. – finalizo con una leve inclinación.

- Gracias. – dijo gentil, como había sido educado y como era realmente.

Aquello le tomo desprevenido, nunca se imaginó que un dios pudiera pronunciar aquella palabra. – Es nuestro deber príncipe. – expresó sorprendido.

- Por favor, no me llames con formalidades. – pidió, aún tenía la esperanza de que alguien no lo llamase de esa forma. – Aquí solo seré SAYRI. – afirmo.

Eran dos golpes en un solo día, el ser frente a él, es una divinidad y quería ser tratado como un mortal; eso nunca lo imagino. – Príncipe, nosotros no podemos tomarnos tales atribuciones. – comento rápidamente el joven asistente.

- Es lo único que pido, por favor. – y en su mirada reflejo la añoranza de ser por un momento, un mortal más. – Además, será raro que me llamen príncipe estando aquí. – si lo pensaban; hace mucho que el país es un estado político, mas no una monarquía.

En aquello iris, se reflejó la sinceridad. – Pero, no está bien. – insistió

- Si está bien. – respondió, realmente quería por un momento alejarse de los títulos que tenía.

- Lo intentare príncipe. –

Y aquello le saco una sonrisa sincera, no escuchar más contradicciones por parte del joven asistente, le subía el ánimo. Decide ir a su habitación ya designada para por fin descansar, después de todo lo ocurrido.

Las horas pasaron y el joven seguía dormido, su rostro estaba tan relajado que nadie se atrevía a despertarle, incluso cuando la cena fue calentada por segunda vez. El dios parecía al fin poder dormir, hace años no lo lograba: las suplicas, lamentos y llantos que lo atormentaban cada noche; no se escucharon por primera vez después de más de quinientos años.

El sufrimiento que había comenzado a cargar desde tan temprana edad, parecía irse con su llegada a la casa, que se convertiría en su hogar, por el tiempo que estuviera en el mundo mortal.

A la mañana siguiente un sonriente SAYRI se encontraba en la impecable cocina, preparándose algo de comer, ya que había dormido más de un día; y era muy temprano para levantar al personal. además, todo en la gran casa, se encontraba silencioso, clara señal de que todos seguían descansando.

Incluso las empleadas domésticas se asustaron al encontrar al joven dios sirviéndose el desayuno. – Somos unas ineptas, debimos despertar más temprano. – se escucharon las palabras de la más mayor entre las tres

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