CAPITULO 14

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- ¿Quién eres? – soltó al vacío de su habitación – "SIRENA", porque solo puedo recordar tu nombre. – se cuestionó así mismo, confundido; a quien le pertenecía aquel nombre.

- Así que sirena. –Una segunda voz irrumpió sus pensamientos.

- ¿Qué? – reacciono al instante. Ya que hace unos segundos atrás se encontraba solo en sus aposentos y los sirvientes nunca anunciaron la entrada de alguien a su habitación. O es lo que él creía.

- ¿Quién es SIRENA hermano? – pregunto curioso el heredero, sentándose en el filo de la cama. Analizando cada gesto de su menor

- Yo no lo sé. – hablo perdido, esquivando la mirada de Ayu.

En todo el tiempo que llevaba en la habitación, se dio cuenta que su hermano realmente se encontraba perdido, y sus ojos lo reflejaban; pero debía saber qué es lo que le estaba pasando para poder ayudarlo. – Entonces, por qué madre dice que la mencionaste al despertar. – insistió con el tema.

Entendía que su hermano estaba tratado de indagar, pero ni siquiera el, sabía lo que estaba pasando. – Yo tampoco lo sé. – hablo esta vez mas enredado y mirando a su hermano.

- Tal vez es una amiga de nuestro primo. – quiso ayudar.

- Tal vez. – hablo dudoso.

El gesto de malestar que su hermano reflejo en su rostro al tratar de recordar a la dueña del nombre, fue clara señal para que detenga el interrogatorio. Ya vería la forma de ayudarlo. –No te atormentare por ahora hermano. Hay que concéntranos en tu recuperación. – sonrió

- Si. – hablo mientras le devolvía él gesto a su hermano. Y le agradecía internamente por no insistir con el tema.

Los siguientes días siempre terminaron con la misma pregunta ¿Quién era sirena? Y ¿Por qué la llamo al despertar? Pero a ninguna de las dos preguntas le encontraba respuesta.

Ya se había recuperado totalmente de su estado de salud, pero por órdenes reales tenía que esperar unos días más antes de bajar a la tierra, para el deseo que tenía que cumplir, antes de tomar su cargo como general.

- ¿Perteneces a mi mundo o al de los humanos? – se cuestionó otra vez

Necesito salir pronto del palacio y encontrarte mi salvadora; fu tu voz y llanto el que me hizo salir de aquel sueño penumbroso, te encontrare y es una promesa.

El día de su partida finalmente llego; se marchaba para cumplir el deseo de un humano, como era parte del rito de volverse adulto. – madre estaré bien. – dijo tomándole las manos y besándolas

- No lo sé SAYRI, me preocupa que te puedas enfermar. – la reina aún estaba afligida por los recientes hechos.

Su hermosa madre a veces olvida, que hace mucho dejo de ser un niño. – Madre los doctores dijeron que estoy bien. – insistió mirándole directamente, clara señal de confianza por parte de ambos.

- Pero hijo. – quiso crear una excusa para mantener a su hijo en el palacio.

La amaba, es tan preocupada por todo. –Sin peros madre. Tengo que partir. – le abrazo.

- Está bien. – suspiro, rendida. – Prométeme que te mantendrás al margen de lo que pueda pasar allá. – dijo seriamente y confiando en su retoño.

- Lo hare – dijo poniendo su mano en el pecho de forma solemne.

- Bueno. Entonces buen viaje. – hablo melancólica

Después de las palabras de su familia descendió hasta el actual país llamado Perú, donde se encontraba la persona a quien le concedería un deseo. Todo ha cambiado desde la última vez que bajo, con sus padres cuando aún era un niño.

Al descender inmediatamente había una persona que lo esperaba, para llevarlo hasta donde se iba a quedar un tiempo, hasta encontrar a la persona a quien le cumpliría el deseo.

- Príncipe la casa ya está preparada para su llegada. –

- Muchas gracias. –

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