CAPITULO 16

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La lluvia era constante, incluso se podía sentir la furia en ella, pues azotaba sin piedad la gran ciudad, bañando sus calles sin misericordia. Pero no era solo la ciudad la que se encontraba sumergida en la feroz lluvia, un joven dios se encontraba luchando consigo mismo, en el jardín trasero de su casa; bañado en las constantes gotas que se desprendían de las nubes, al igual de las que brotaban de sus iris de fuego, todo había pasado tan rápido que no se percató en qué momento todo dejo de funcionar.

La noticia de la muerte de su más amado maestro, en las manos de un rival desconocido lo estaba torturando; porque no estuvo para protegerlo, porque no escucho su llamado; por el simple hecho de no estar en el palacio real cuando todo paso. Quien se atrevería lastimar a una persona de avanzada edad, que no le hacía mal a nadie. – por qué? – Grito observando el cielo – Dime porque tenías que quitarme a una de las personas más importantes en mi vida; dime porque llevarte a la única persona, que me acompañaba cuando las noches eran demasiado tortura para un niño asustadizo y confuso. – las lágrimas no se detenían y su corazón se oprimía. – ¿por qué? – fue lo último que pronuncio cuando se dejó caer por fin al suelo, después de tres intensas y largas horas de estar luchando con soldados que habían sido enviados para retener al joven dios y no cometa alguna locura.

- Quiero hablar con mi padre. – hablo aun arrodillado con la mirada clavada en él suelo; los soldados de su alrededor estaban exhausto de tanto luchar contra el joven dios; pero, aun así, uno respondió.

– su padre está ocupado investigando príncipe y nos dio la orden de retenerlo hasta el momento en que comience el funeral. –

No podía creer lo que escuchaba. – Me estás diciendo que no podre despedirme de él. – hablo un Sayri furioso, levantándose de su posición.

El terror que sintió el soldado al ver aquellos iris volverse de un gris oscuro le helo la sangre y se apresuró a responder. – No joven príncipe. Ha malinterpretado mis palabras, usted estará presente en la despedida del maestro, pero cuando su padre de la orden de ser llevado al palacio. –

- Acaso padre teme que haga algún mal acto. – cuestiono con una sonrisa siniestra en los labios.

- Me temo que sí. – hablo con la voz temblando la joven diosa de las estrellas, entrando al jardín, pues sin querer había sido testigo de todo y por temor se limitó a observar.

Una risa mezclada con llanto se escuchó. – es que acoso no sabes que soy el dios más sobrevalorado; como lo dice tu madre. – escupió con brusquedad, captando la atención de todos. – vamos no se sorprendan; que no es un secreto, que todo el mundo ha tratado de humillarme y pasar sobre mí. – volvió a remeter contra la joven diosa.

- Me disculpo, si mi madre alguna vez dijo aquello. – hablo avergonzada

- No deseo tus disculpas, tu madre y tu; son iguales, solo quieren ganarse un espacio dentro de la familia real, sin importan que tan lejos puedan llegar y a quienes lastiman. – la frialdad con la que hablo, hizo temblar a todos a su alrededor.

Pero una tercera joven que observaba todo atentamente desde la puerta del jardín; que había sido capaz de pasar desaperciba por ambas deidades y los soldados. Y en lugar de aterrarse, sentía como si todo cuadraba en su vida. Desde muy temprana edad había sentido que en el mundo que vivía, ocultaba muchas cosas y ahora todo se estaba revelando ante sus ojos, pero no había tiempo para pensar en todo lo que no cuadraba en su vida, algo muy dentro de ella le dijo que debía detener al joven dios frente a ella. – deberías, pensar antes de actuar. – hablo, colocándose como el centro de atención.

- Tú quién eres. – hablo la diosa, prepotentemente y poco amble; ya que la situación y su carácter no lo ameritaban.

- Quien soy. – Sonrió antes de continuar, quería parecer segura frente aquellos seres hasta el momento mitológicos – digamos que soy, una persona común y corriente. – volvió a sonreír antes de tratar de marcharse. [Que estúpida]se regañó mentalmente.

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