CAPITULO 26

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- ¡Ey...! – la removió del colchón sucio. – ¡Despierta! – exclamo furioso. –¡zorra! – hablo más fuerte.

Las voces la hicieron temblar, pero no quería despertar. Así que se mantuve con los ojos cerrados. – tengo miedo – pensó. Mas de una hora había pasado, el dolor que se fundía en todo su ser, se acrecentaba exponencialmente, cada temblor, cada insulto hacia a su mente más débil al no encontrar salvación.

El dolor que percibía con más profundidad de la pelinegra, lo hacía estallar en ira. Como es que hay mortales tan viles y rastreros, para causar aquel tipo de dolor, nunca se equivocó cuando describió a los humanos como una especie egotista y maligna. – porque ir en contra de sus semejantes. – aquel cuestionamiento lo hizo querer llegar como un rayo al deplorable almacén.

Caminando como un sabueso hacia su presa se acercó con las intenciones de volver a cometer sus fechorías y profanar a la joven frente a él. – Se que me estas escuchando bonita. – dijo burlesco. – Mas vale, que me muestres tu rostro ahora mismo. – grito frenético y colérico.

La voz y los pasos acercándose le hicieron cerrar con más fuerza sus ojos, ya no tenía escapatoria; la iban a violar otra vez y no había nadie para que la defienda, no tenía fuerzas para seguir luchando. – por favor, mátame. – pronuncio con la voz temblando.

No era de las personas que se rindiese a la primera; toda su vida había sido una constante lucha, pues desde muy joven entendió que si bien la vida no era perfecta y hermosa; que había momentos donde se sintió tan cansada, con ganas de renunciar a todo, que cada vez que daba un paso para avanzar retrocedía diez, cuando no le hayo sentido al seguir perseverando, simplemente cuando el mundo le dio la espalda.

Entendió que si ella dejaba que todo lo sucedido ganara y se impusiera sobre lo que trataba de construir. Era muestra de no haber aprendido nada de cada caída, que desperdicio fuerzas cada vez que se levantó, que su meta de demostrar que los objetivos y sueños de cada persona si se pueden cumplir paso tras paso, y que no importa el tiempo, porque si hay voluntad de seguir, se podrá derrumbar el muro más grande que nos impide el trayecto de nuestro camino.

Pero en estos momentos el destino, la vida, tiempo, etc. Quien quiera que sea, la habían sometido a un túnel sin salida aparentemente; no solo habían tomado su cuerpo, habían roto su alma, quebrantaron sus ganas de insistir en la jungla llamada vida. La destrozaron en su totalidad; cada insulto, cada toque hacía su cuerpo, cada lagrima demarrada, cada gota de sangre que broto de su ser; la dejo sin querer insistir más.

- Ese no es nuestro obj... –

Y un fuerte estruendo con relámpagos se escuchó, proviniendo de los cielos haciendo caer el techo añejo del almacén; mostrando lo que muchos asemejarían con un ángel, pero se trataba del dios más joven de la familia real – aléjate ahora. – la voz del dios se escuchó fuerte y clara.

Aunque la mitad del techo estuviera destruida y los escombros por todas las partes del húmedo local, no habían logrado afectar a ninguno de los secuestradores y mucho menos a la joven de rasgos suaves. El lugar parecía haber sido abandonado hace muchos años, el moho en las columnas y paredes lo delataban, las telas de arañas, las desgastadas paredes que parecían que se sostenían de milagro.

La siguiente escena que observo, le quito el aliento. Es aquel sentimiento que es imposible de describir, era como ver una imagen irreal.

El recuerdo de la joven sirena en el centro comercial llego a su mente, fuerte, independiente, hermosa, apresurada pero feliz. Aquella cabellera azabache con un rizado largo que cubría su estrecha cintura, sus mejillas de un color rosa suave producto de las altas temperaturas de la ciudad y aglomeración del lugar, aquellos labios pomposos rosa pálido con una ligera marca en el extremo derecho a causa de la costumbre de morderlo ella misma, su pequeña nariz de botón, cejas abundantes del mismo color de sus risos; pero lo que hacía resaltar su belleza natural, fueron aquellos iris oscuros, como el manto que cubre las noches la ciudad, su intensidad le hizo doblegarse bajo la mirada atenta que ejercía la hermosa desconocida en esos momentos.

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