CAPITULO 49

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Aunque aquello realmente no era un plan, es suficiente motivación para no dejarse vencer, pues tenían que proteger aquello que tanto tiempo les costó tener. – nuestros hijos estarán bien. Verdad. – hablo nerviosa.

- Son nuestros hijos. Ellos saben cómo proteger lo que aman. – dijo confiado, pero sin dejar de sentir aquel nerviosismo.

Han pasado años desde la última guerra, pues la paz rondaba en cada espacio de los dioses; pero sus enemigos quisieron alterar la tranquilidad que los rodeaban. Llevándolos a este punto exacto; donde se habían dividido en cuatro grupos, para proteger al mundo del caos inminente.

Los cuatros grupos, ahora se encontraban frente las puertas que amenazaban con ceder ante el enemigo.

- Príncipe Ayu, a sus órdenes. – grito el capitán Llari.

Respiro profundo, antes de dar las órdenes. – delegación especial, cierren las puertas que dan acceso a la montaña donde se encuentra la laguna y protéjanla con su vida; es su único deber. – tomo la primera decisión.

- Si. Señor. – respondieron en conjunto quince personas, que acataron rápidamente la orden de su superior. Apresurándose, al camino de la fuente.

Cuando escucho el fuerte sonido de las puertas cerrándose, respiro tranquilo, para dar la siguiente orden. – todos aquí son soldados del sol. – indago.

- Si. – un coro gutural se escuchó.

Asegurarse que todos ahí, habían entrenado bajo la misma gracia, le facilitaba muchas ventajas al momento del combate. – como soldados han entrenado día y noche, bajo la protección de Inti. – tomo una breve pausa. – Así que hoy haremos historia para unos miles de años más; protejamos nuestra preciada libertad del tirano traidor que ha decidido enfrentarnos. – hablo solemne delante de todos, mostrando la gracia de su padre, en sus ojos de fuego, que anhelaban acabar con el intruso. – luchen fervientemente, para hallar la paz y reunirnos con nuestras familias al atardecer. – finalizo la motivación. – capitán usted ira por el lado derecho y yo por el izquierdo, mientras Shaya se quedará en el centro. –

- Entendido príncipe heredero. – asintió con la cabeza dividiendo rápidamente al pelotón.

- Abran la puertas. – ordeno. – que sepan los traidores, que los hijos del sol, los esperan. – y alzo su espada envuelta en llamas rojas.

El grito de los soldados no se hizo esperar, pues cada uno de ellos brindarían honor a sus familias y a la casa real.

- Ayu, le llamo bajito. – la hija del dios de la muerte.

Miro a su prometida, y su corazón anhelo que todo terminara prontamente. – dime cariño. –

- Mantente a salvo. – le sonrió suave.

Su corazón se regocijo en amor absoluto. – lo hare preciosa. – le tomo de la mano. – Tu note esfuerces mucho; recuerda que hay un bebe a bordo. – se acercó y acaricio suavemente el vientre de su pareja.

- Lo prometo. – le dio un suave beso en la mejilla, para ponerse en marcha a su posición designada.

Ahora tenía mucho motivos para terminar con esa estúpida rebelión, su prometida e hijo lo esperaban. – te amo Shaya. – alzo la voz lo suficiente, para que la castaña lo escuchara. La cual le sonrió y le respondió con un te amo Ayu.

Luego de ello, el ruido de las bisagras de la puerta se escuchó. Se puso en posición de batalla, miro a su prometida, quien asintió para decir que estaba lista y luego al capitán Llari, que le respondió de la misma forma.

En tan solo unos segundos, comenzaron a entrar lo enemigos y la batalla inicio. Soldado contra rebeldes se enfrenta a muerte, el ruido del choque de espadas comenzó a crear su propia sinfonía; los enemigos bañados en la gracia divina de la diosa de las estrellas, se distinguían con una armadura plateada; mientras que los soldados del sol, vestían una armadura dorada con toque rojizos y naranjas.

Las espadas envueltas en llamas arremetían contra las envueltas en un denso humo blanco; que hacían choques mortales y que enviaban a los soldados en distintas direcciones.

El escenario es igual para todos, los hermanos de inti se encontraban en la misma situación. Pero la pregunta que cruzaban por sus mentes, es como aquella exiliada llego a formar tan fuerte ejército. – Supay. – grito el menor de los hermanos. – como logro la estrellita conseguir este poderío. – pregunto al dios, sin dejar de luchar y esquivar los ataques de algunos espectros de hielo.

Aquella era una buena pregunta; pero él no sabía la respuesta. – sabrá el creador en que anda metida. – hablo agachándose, evitando que una daga de hielo impacte en su pecho. – supongo que tuvo mucho tiempo libre, para terminar, creando esto. – y se elevó a la misma distancia que el espectro; para tomarlo del cuello y he invocar su poder, terminado haciéndolo polvo.

- Nada mal. – grito desde abajo, el dios de las aguas. – tu. – señalo a un espectro gigante. – necesito lucirme, ese viejo. – señalo a supay. – no me va opacar. – y con ello corrió directo al espectro. – veamos qué tan fuerte eres. – se puso frente a él y abrió sus manos, invitándolo a dar el primer ataque.

El espectro comenzó a lanzar dagas de hielo rápidamente, tratando de herir al dios; este sonrió arrogante, esquivando cada ataque. – mi turno. – haciendo más uso de su cuerpo, que de sus dones. Salto directo al rostro del espectro, impactando su rodilla contra el rostro deforme, haciéndolo tambalear rápidamente.

No se detuvo y el siguiente golpe impacto directo al costado derecho, tumbándolo al suelo; pero rápidamente el espectro se puso de pie y arremetió contra la deidad, copiando sus movimiento, haciendo que el dios parlanchín callera al suelo.

Los soldados y su hermano se dieron cuenta de lo que paso, y regresaron a mirar al dios tendido. – agüita deja de jugar y mátalo de una buena ves. – grito desde arriba la deidad.

- Ya lo sé. – respondió fastidiado. Se levanto y comenzó atacar a su rival, golpe tras golpe lo iba empujando, hasta dejarlo tendido en el suelo; lo tomo de los brazos haciéndolo girar y quedar de espaldas. Con la fuerza de una deidad, termino jalando hacia tras, arrancándole los brazos, para luego hacer lo mismo con el cuello, dejándolo sin cabeza.

Eso fue sencillo. – no me impresiono. – jugo con su hermano menor.

Realmente estaba molesto. – jodete hermano. –

Aunque ambos estaban disfrutando la pelea, realmente se estaban preocupados por la rapidez con la que el espectro copio sus golpes. – debemos avisarle a Inti. – sugirió supay.

- Si tienes razón. –

Y con ello dicho enviaron a un soldado con la información respectiva.

Pero el soldado nunca llego hasta la pareja real, fue tomado y mutilado por un rebelde.       

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