CAPITULO 41

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Se detuvo abruptamente frente al parque que estaba antes de llegar a la casa de Sayri. – no se quien seas; pero detente. – amenazo.

Aquello le hizo hervirla sangre en ira, pues quien se creía aquella mocosa para hablarle de esa manera. – acaso sabes con quien estás hablando. – hablo con altanería.

Su instinto le decía que aquella mujer detrás de ella, había sido la culpable de su desdicha; sus dones le permitían saber cuándo una persona había estado cerca de otra por el olor y aquella mujer llevaba el asqueroso aroma de sus verdugos. – si. – trato de tranquilizarse antes de volver hablar. – la perra que trato de matarme. –

La dejo sin aliento, sorprendida, asustada. Intento hablar, pero fue detenida por la joven que regresaba a mirarla tomándola desprevenida mostrando su verdadero rostro.

– No eres rival para mí. No lo vuelvas intentar; porque si lo haces sabrás que tan desalmada puedo llegar hacer, soy nacida de la oscuridad e inmensidad y las diosas secundarias como tú. – la señalo. – solo son títeres. –

– cómo te atreves. – trato de acercarse a la joven para golpearla.

Pero un campo de protección se lo impedido expulsándola a varios metros de distancia.

Aquello lo tomo como ventaja y corrió a la casa que no estaba tan lejos. Al llegar toco el timbre con desespero; pues sus manos temblaban tanto que no podía abrir la puesta con las llaves.

No sabía cómo había sido capaz de enfrentar aquella diosa, de donde nació la fortaleza para desafiar a su victimaria; pero en esos momentos sintió como su cuerpo se llenaba de un odio que jamás experimento siendo mortal; sentía esas intensas ganas de hacerle pagar cada una de sus pesadillas, convertirse en la causante de sus desdichas.

La puerta fue abierta por un Sayri ansioso, pues había sentido aquella carga eléctrica de ira y las inmensas ganas de golpear a alguien, que lo había dejado sin aliento por algunos segundos. – todo bien pequeña. – pregunto.

– yo la vi. – respondió con la respiración acelerada.

Se acerco rápidamente, abrazándola fuertemente. – tranquila; respira como te enseñe. –

La menor no dejaba de temblar entre sus brazos, podía sentir como se quebraba, el dolor que estaba sintiendo se fue intensificando; dándole respuesta a su pregunta. – tranquila. – le susurro besándole la coronilla.

– Ella; quiere crear una guerra. Lo pude sentir. – hablo con temor.

Esto era peor de lo que se imaginaba. – entremos. –

Sirena asintió, pero no podía moverse, al parecer la aquella descarga de ira le dejo las piernas vulnerables.

Sayri pudo sentir aquel detalle, así que no hizo preguntas y el cargo de forma nupcial, haciendo que la de cabellos albinos se sonrojara. – está bien pequeña. –le sonrió. –Note avergüences, tu no has tenido entrenamiento y estas situaciones te afectan. – hablo suave, con toques de dulzura.

– yo, aun soy muy débil. – se sintió frágil.

– En eso te equivocas. Llevas poco tiempo entrenado y ya has sido capaz de enfrentarte a dioses poderosos siendo completamente mortal, incluso mis padres se asustaron de la fuerza que surge de ti. – hablo mientras caminaba, olvidándose de sus invitados.

Quienes miraban la escena muy curiosos; la pareja parecía estar en su propio mundo, uno donde solo ambos pertenecían. 

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