VI: Reconciliación Forzada.

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Jueves, 9:22 am.
Kayla.

Han pasado tres días desde mi discusión con Ethan, desde ese día no hemos vuelto a hablar y la verdad, es mejor así.

Acabo de entrar del receso, la clase de Química está por comenzar.

—Bueno, jóvenes, como saben la semana de pruebas se aproxima y como siempre, tendrán que hacer un proyecto relacionado con el tema que estamos tratando.—anuncia el profesor.

¡Oh, vaya!

Otro proyecto...

—Esta vez el proyecto será grupal, en tríos para ser exacto. Los grupos los decido yo.

Ay, no...

Por favor no...

—Y estarán conformados por los compañeros que tengan en sus escritorios.

¡Maldición!

Bufo con hastio.

Levanto mi mano, pidiendo así, permiso para hablar.

—¿Profesor?—pronuncio—¿No podríamos ser nosotros quienes elijamos nuestros compañeros?

El Sr. Coleman arquea un ceja ante mi pregunta.

—¿Tiene algún problema con el grupo que le tocó, Señorita Maguire?—interroga, cruzándose de brazos.

Rápidamente las miradas de todos caen sobre mí y esto me hace sentir apenada, por lo que bajo la mirada.

—N-no, Sr. Coleman, el grupo está bien así.

Él asiente y continúa explicando el tema del que va a tratar el proyecto.

Bufo nuevamente y me recuesto sobre el escritorio, posando mi cabeza sobre una de mis manos.

"¡Genial!"

Ahora también tendré que verlo después de la escuela...

—Tienen 15 días para presentar este proyecto. Dicho eso, a escribir.—es lo último que dice el profesor.

...

—¡No puedo creer que de verdad tenga que hacer el proyecto con ese idiota!—me quejo mientras camino por el comedor con mi bandeja de comida en mano. Es la hora del almuerzo.

—Pudo ser peor, ¿sabes?—consuela Dylan—Imagina que hubiera sido Ángelo.—se estremece.

Bufo.

—Creo que hubiera preferido a ese tarado antes que a Ethan.—espeto colocando mi bandeja sobre una mesa, seguidamente tomo asiento.

—¡Vamos, Kayli! Ya te lo dije, debe tener sus razones para ser como es.

Golpeo la mesa con la palma de mi mano.

—¿Tú crees?—digo en tono desafiante—Dylan, nada justifica sus malos modales. Lo salvamos de una paliza y de una visita a dirección y aún así, no escuché jamás un mínimo "gracias".

Dylan frunce el ceño.

—No se hacen favores esperando que la gente te agradezca, ¿o acaso tú sí?—come una cucharada de su comida.

—¿Qué? Am... N-no.—tartamudeo—Claro que no, sólo digo que... ¡Agh! Olvídalo, no tiene caso.—ingiero una cucharada de mi comida, reposando mi mentón sobre mi mano izquierda.

Mastico rápidamente, trago y vuelvo a hablar.

—El punto es: que ahora tendré que convivir con ese insufrible sujeto más de lo que me gustaría.

Ethan [Psycho #1] [EN EDICIÓN] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora