CAPITULO 1

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CAPITULO 1

Sebastián:

Bajo del coche con Matt a mi lado, que me sigue de cerca, respiro el helado aire de la noche, al igual que el aroma a tierra mojada, mientras las gotas de lluvia caen sobre mi cara, cuando elevo la mirada al cielo y cierro los ojos, disfrutando del fresco roce de las gotas sobre mi rostro. Acaricio con mis dedos el pequeño crucifijo dorado que cuelga de mi cuello, es casi una blasfemia que un monstruo como yo lo luzca. Sobre todo cuando el motivo que me ha traído aquí esta noche, no tiene nada que ver con un propósito religioso.

Sonrió ante el pensamiento antes de volver a ocultarlo debajo de la tela negra de mi sudadera. Nunca he sido un hombre devoto. Pero aun así, desde aquel día lo llevo conmigo, jamás me lo he quitado y nunca lo haré. No tengo claro los motivos que me llevaron a aferrarme a el. Quizás como un recordatorio de sus palabras, o como una promesa silenciosa de que llegara el día en que vuelva a las manos de su dueña. No lo sé.

La voz de Matt maldiciendo tras el maletero del auto me vuelve a la realidad y me giro para acercarme mientras coloco la capucha de mi sudadera para cubrir mi cabeza.

—¡Esta más pesado de lo que pensaba!—Se queja como siempre, sacando al hombre moribundo que abre los ojos brillantes por las lágrimas silenciosas que caen por su rostro golpeado. Trata de hablar, pero solo sale un balbuceo de sus labios cosidos con alambres.

—Sabes... decían que mi padre era un maldito, el diablo en carne y hueso—Hablo cerca de su rostro —Que mi hermana era una hechicera. Pero lo que no sabían, es que la verdadera amenaza...¡soy yo! Siempre he sido yo. ¡La parca de la Mafia Italiana!—Sonrío—Porque a diferencia de ellos, yo no siento remordimiento, soy un asesino nato y nada me gusta más que derramar la sangre de hijos de puta como ustedes—. Le aseguro al hijo de perra que tiembla frente a mí.

El idiota abre más los ojos cuando lo levanto con una sola mano, sujetándolo del cuello, sacándolo del maletero del coche y es Matt quien lo empuja, obligándolo a caminar en dirección al río. El suelo está resbaloso por la llovizna, el hombre que renguea con ambas manos amarradas hacia atrás se cae un par de veces, pero mi acompañante vuelve a ponerlo de pie, obligándolo a seguir caminando mientras me abro paso entre los arbustos hasta que llegamos al pie del rio.

Me volteo y sonrió divertido cuando el hombre frente a mi comienza a temblar e intenta retroceder tan pronto ve el enorme caimán que se pasea en el río, golpeteando salvajemente su cola en el agua, ansioso por degustar su próxima comida.
¿Quién soy yo, para hacerlo esperar?

Matt me extiende el cuchillo de cazador y lo paseo por el rostro del sujeto frente a mí y me acerco a su cara para mirarlo a los ojos.

—No sé qué te hizo pensar que sería buena idea traficar con niños en mi territorio pero, ¡No estamos interesados en esas mierdas! Nunca traficamos con vidas y quienes nos conocen saben como acaban los que intentan esa mierda en nuestros territorios. Pero no te preocupes... pronto tus colegas te acompañaran en el infierno. —Le digo y entierro la hoja del cuchillo entre sus costillas, vuelvo a quitar el cuchillo y lo entierro al otro lado, dejando dos profundas heridas a cada lado, que si bien sangran, no lo mataran y le darán el suficiente tiempo para sentir cuando mi cocodrilo desgarre su carne pedazo a pedazo. Lo empujo al río donde el caimán no se anda con preámbulos cuando se lanza con la boca abierta, sobre el hombre al que devora vivo en cuestión de segundos.

La Redención del Mafioso © #3 " Almas Corrompidas"[SIN CORREGIR]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora