CAPÍTULO 23

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CAPÍTULO 23

Sebastián:

Me detengo a un lado de la cabaña y observo a Issabella a mi lado, que abre los ojos somnolienta, mientras enfoca la mirada en la modesta cabaña de madera, con techo de quincho. Bajo del coche y le abro la puerta, extendiendo mi mano para que me acompañe, antes de sacar los bolsos del maletero del coche. Ella gira sobre sus talones mirando todo a su alrededor y apresurada se acerca para abrir la puerta trasera del auto, desde donde Ares brinca meneando la cola y pegándose a Issabella, que sigue observando todo a su alrededor.

La construcción está en medio de la nada. Y eso es justo lo que necesitábamos para descansar y tener la oportunidad de conocernos mejor en un ambiente neutral y alejado del trabajo. La propiedad es extensa y la casa está rodeada de verde y de mucha naturaleza, tal y como le gusta a mi pequeño sol. La estructura de madera, por fuera se ve modesta pero acogedora y levanto la mirada a la gran chimenea de piedra, que sobresale del lado lateral del techo. Toda el área alrededor está rodeada de bosque y para llegar al pueblo más cercano se deben recorrer al menos 40 kilómetros en coche, por lo cual me asegure de traer todo lo necesario, para no tener que movernos de aquí, a menos de que sea necesario.

—¿Qué te parece? —Pregunto recorriendo el lugar con la mirada, asegurándome de que todo esté en orden.

—Es precioso... —Responde sin dejar de mirar hacia la cabaña con los enormes ventanales en madera.—¿Quien vive aquí?

—¿Por este fin de semana..? Nosotros. —Respondo con simpleza, encogiendo uno de mis hombros antes de lanzar uno de los bolsos sobre mi hombro.

Ella se voltea de golpe clavando la mirada en mí y carraspea intentando aclarar su garganta, mientras me giro tomando lo que falta del maletero en tanto ella vuelve a mirar a su alrededor. Tomo la mano de Issabella que se sobresalta con el contacto sorpresivo, pero enseguida me sonríe cuando la jalo para que me siga caminado hacia la entrada.

La sensación de sostener su mano con la mía, no tiene nombre. Es como si el solo hecho de sentirla, o de tenerla cerca me llenará de vitalidad, tal y como lo hizo desde el primer momento en que se acercó a mi preocupada, sin si quiera conocerme años atrás. Pese a que estaba aterrada escapando de sus captores, pese a todo, ella intento ayudarme cuando creyó que lo necesitaba. La puerta de madera se abre y el metal de la bisagra emite un chirrido cuando empujo la puerta hacia adentro, ambos entramos y giro sobre mi hombro cuando un relámpago ilumina el cielo nublado.

—¡justo a tiempo! —hablo observando el cielo, cubierto de nubes negras.

Ares salta sobre el sofá reclamándolo como suyo y río viendo a Issabella que se apresura a el, intentando quitarlo, lo cual no logra cuando el, en lugar de bajarse, se agacha y apoya sus patas en posición de juego, saltando como un cachorro antes de que sin que ella pueda reaccionar, le lama la cara, solo para volver a recostarse en el sofá con las patas para arriba, refregando el lomo en la tela aterciopelada.

Dejo las maletas junto a la entrada y me volteo hacia la salida para traer algo de leña, ya que parece que la temperatura ha comenzado a bajar.

—Enseguida regreso. —aviso a la chica que sigue jalando al perro, que claramente no tiene intenciones de moverse.

De pie en el porche, recorro con la mirada la zona, todo se ve en orden y levanto la cabeza hacia las dos cámaras de seguridad instaladas en los troncos de dos árboles. Una apunta en dirección a la entrada y la otra al camino por donde llegamos, en otro árbol hay otra que gira y logra obtener una visión panorámica de todo el lugar. Matt es un hombre precavido, y aunque él y Román solo usaban este sitio para alejarse cada tanto, y tener esos momentos "padre e hijo", se ve que hace mucho tiempo que nadie viene por aquí. Aunque el sitio esta vigilado y monitoreado aparentemente todo el tiempo.

La Redención del Mafioso © #3 " Almas Corrompidas"[SIN CORREGIR]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora