La Redención del Mafioso © #3 " Almas Corrompidas"[SIN CORREGIR]

CAPÍTULO 43

CAPÍTULO 43

Issabella:

Frunzo el ceño mientras por encima del libro que estoy leyendo veo el alboroto de guardias que rodean la mansión. Ares está sentado a mi lado disfrutando de los últimos rayos de sol del atardecer, mientras permanezco sentada a un lado de la fuente que esta en medio del jardín. Bajo el libro y recorro con la mirada a mi alrededor, observando a las personas que se acomodan en diferentes puntos de la mansión.

《Algo está pasando》

Los guardias se desplazan más que nada a los alrededores, pero mantienen una distancia prudente de la casa, vuelvo a recorrer con la mirada confusa a mi alrededor con la extraña sensación de ser observada, de a ratos por los hombres que recorren los alrededores de la mansión. Pero no, no hay nadie observándome, cada uno de los guardias parece estar sumido en sus propios asuntos. Me pongo de pie y el pastor me sigue cuando el ambiente se vuelve demasiado pesado para mí y decido volver a mi habitación. Recorro con la mirada el estacionamiento, pero el coche de Sebastián tampoco esta, y un destello de decepción me invade cuando recuerdo que no lo he visto desde ayer en la mañana. Mi dependencia hacia él, es algo que estoy trabajando con la señora Amelia, en cada una de las sesiones de terapia, pero, aun así, no puedo evitar el sentimiento de vacío y soledad que siento cada vez que él no está. Con pesadez subo los escalones que dan a las habitaciones, pero me detengo en el pasillo frente a la oficina cuando escucho la voz del novio de Lena.

—No es tan sencillo, hacerlo desde aquí, ¡Sebastián!—
Escucho la voz de Iván que habla por teléfono. Se que debería marcharme, pero necesito saber en donde está Sebas, o si está bien al menos.

—¡No digas idioteces! ¡No hay trabajo que me quede grande! Solo digo que tendré que ir y hacerlo en persona, no puede hacerse desde aquí!

Resignada a que probablemente este ocupado trabajando y por lo que doce Iván no vendrá pronto me volteo para seguir mi camino.

—¿Y se lo dijiste a Issabella?
Me freno en seco, con la mención de mi nombre y frunzo el ceño antes de volver a la puerta.

—Sebastián... es su padre, si vas a matarlo... quizás ella quiera hablar por última vez con él.

Las palabras pitan en mi cabeza y cubro mi boca con una de mis manos, mientras pego la espalda a la pared intentando mantenerme de pie.

"Voy a cazarlo... y lo voy a matar..."

Las palabras de Sebastián se repiten en mi mente y mi respiración se vuelve más agitada ante la idea de que en algún lugar, él tiene encerrado al hombre que arruino mi vida.

《Sebastián lo encontró...》

Él dijo que lo encontraría y lo hizo... -Paso saliva, apartando el nudo en mi garganta, varios recuerdos que preferiría olvidar, vienen a mi mente y aprieto los ojos en un intento por apartarlos. Mi mente viaja a mil kilómetros por hora, y pronto comienzo a repasar las palabras de Iván... ¿Quiero ver a mi padre antes de morir? ¿Quiero ver su cara cuando sepa que morirá por lo que me hizo? ¿De verdad me he vuelto ese tipo de persona, rencorosa y vengativa? Las preguntas, la duda y el miedo se mezclan en mi interior desatando un cúmulo de emociones tan abrumadoras que me paralizan y me confunden.

—¡Bien! Envíame la dirección, tomare mi laptop y saldré para allí en un momento. ¡Ya lo sé! ¡Deja de gritarme! —Hace una pausa y cuando creo que ha colgado, vuelve a hablar.

—Esta en el jardín, con Ares... y los guardias están custodiando desde lejos, solo por si acaso.

No se escuchan más voces y el sonido de la puerta es lo que me pone alerta, y tomo mi decisión en segundos cuando me apresuró bajando los escalones de dos en dos, mientras corro hacia el estacionamiento, en dirección al Audi plateado de cuatro puertas estacionado junto a la nueva motocicleta que Aurora mando a traer para su hermano. Abro el porta equipaje y me lanzó dentro, cerrando la puerta de un azote, rezando porque Iván no decida guardar nada aquí o marcharse en otro vehículo.