XIII. Asciende, héroe

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20 de octubre; 2001. Kreiworse, Estados Unidos. 16:40 hrs.

En una plataforma de metal en la cual Boyd estuvo hace unos momentos, una mujer, su rostro, oculto por su espalda al sol, en ella, una capa hecha a partir de una sábana roja y agujetas de zapato proporcionaba un aspecto heroico, aunque barato, en su cintura, pendía un cuchillo similar a una espada, proveniente del archipiélago malayo, un parang hecho para cortar a cualquier oponente, de la boca de la mujer unas palabras fueron escuchadas:

—Bueno, bueno, bueno —exclamó—, ¿Qué tenemos aquí? Un grupito de bestias peligrosas y su encantador de perros, ¡Qué maravilla!

—¿Qué? —dijo Boyd, algo sorprendido, había algo que le preocupaba de aquella mujer. El aura que desprendía, su presencia, aunque extraña por su apariencia, era imponente y burlesca, muy similar a la de Slasher. Incluso por un instante el había pensado que era el, aunque al voltear su mirada. Un poco de alivio cruzó por su cuerpo—. ¿Quién eres tú?

—Eso no importa ahora, a ti te he estado buscando por mucho tiempo, Gino Boyd, yo, como justiciera de Kreiworse, seré quien de tu cabeza en bandeja de plata.

—Por favor —Boyd soltó una carcajada de la que incluso tosió al momento de realizarla—. Conozco a tres justicieros, dos de ellos acaban de morir a manos de mis niñas, y tú seras la tercera.

—¿Eso es lo que crees? Porque lo que yo creo es que no sabes contar, pero bueno, ¡Chicos!

Cuando ella gritó aquella palabra, dos hombres que previamente habían estado ahí, aparecieron.

Thomas Rusty, Slasher.

Dan Jiménez, Bubak.

Ambos habían sobrevivido al ataque gracias a la ayuda de aquella chica, los dos se encontraban cubiertos de arena. Al momento de verlos, los wendigo apuntaron sus rayos sobre los dos hombres, aunque había un patrón que los quince wendigos restantes no estaban contemplando en sus chips.

Una gigantesca caída de arena sobre Boyd y los wendigo.

—¡Han sido testigos de mi poder! —exclmó aquella chica— ¡Mi nombre es Daydream! Ysoy la portadora del santo The Temperance.

Los wendigo se levantaron, uno quedó completamente enterrado en la arena, gritando para intentar salir. Los catorce restantes intentaron atacar a la chica, esta, respondió moviendo la arena hacia los monstruos en un enorme golpe, por un instante, parecía que se había formado una mano que sostenía a las bestias. Aquella mano azotó a las creaturas contra la pared con una enorme fuerza, aplastándolas en un rápido movimiento, Boyd intentó huir, aunque una parte de la arena le cayó encima, dejándolo inconsciente por un tiempo.

20 de octubre; 2001. Kreiworse, Estados Unidos. 17:00 hrs.

—Carajo —exclamó un hombre que salía de los escombros de arena—. A que mierda me vine a meter.

—Supongo que con la gente equivocada —respondió un hombre con cara de cráneo.

—Y estoy contigo —continuó un hombre de bufanda roja y negra.

—Estamos —finalizó una chica de capa y venda azul en los ojos.

Boyd había aceptado su derrota, sabía que la paliza sería brutal, talvez incluso lo matarían, por su mente cruzó un pensamiento.

Mi vida fue muy buena. Aunque si muero ahora, solo sabré que el mundo me olvidará, habrá un nuevo productor de wendigos y juguetes, soy reemplazable, lo único que me conforta, es que al final, el tiempo se termina comiendo a todos sus hijos. Viví una buena vida.

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