LXVIII. Vengadores

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01 de julio; 2006. Jojagos, Estados Unidos. 11:28 hrs.

El trono había destruido gran parte de los edificios y alrededores, Josuke, Dan y Alisha se habían escondido en algunos escombros, pensando en cómo podrían derrotar y destruir a esa cosa.

—Lo más cerca que estuvimos fue cuando hice esa explosión, quizás con más explosivos funcione —sugirió Dan.

—No creo que haya muchos explosivos más por aquí, Dan. Pero quizás los tanques de gas de las casas puedan servir como explosivos de alto poder, eso y algo de combustible de coches podría crear una buena bomba —secundó Alisha.

—Si, junto con algo de tu sangre, tendríamos un detonador bueno —terció Josuke.

—Si, pero se nos olvida que eso solo serviría para pasar las primeras capas del metal. Además, es difícil pasar por entre los tentáculos y anillos giratorios, yo pude hacerlo, pero no sé si pueda repetirlo.

—Podría hacerlo yo, aún debo de pagar mi deuda con..., Thomas.

—Y dale con tu deuda —quejó Dan—, dijiste que todos estaríamos dispuestos a morir, y no dejaremos que uno muera..., Dionne falleció y Thomas también, si seguimos la profecía de The Fool, entonces debemos de sobrevivir.

—Aunque no queramos...

—Sí, pero no podemos dejar que el sacrificio de ellos dos quede en vano, ellos habrían querido que llegáramos hasta aquí y venzamos. Hagámoslo por ellos —sugirió Alisha, extendiendo una mano al centro del grupo—, igual que cuando decidimos no rendirnos cuando Sanford murió, no nos detengamos y volvamos más fuertes.

Dan colocó su mano, seguido de Josuke, quien se preguntaba quién era Sanford.

—Hagámoslo por ellos.

Cuando estaban a punto de lanzarse a buscar explosivos, una extraña mano ensangrentada se unió a ellos, estaba cubierta de polvo metálico y suciedad, además de sangre fresca y trozos de entrañas. Al observar al dueño de la mano, notaron a un hombre vestido de gabardina beige, camisa blanca teñida de rojo, un pantalón negro y botas a juego, no cabía duda, Thomas estaba frente a ellos.

A pesar de haber estado partido a la mitad, su cuerpo estaba unido por una especie de hilos rojizos con brillo metálico, estos iban ondulando y manteniendo juntas las dos mitades, mientras que aun así, la sangre seguía cayendo.

—Thomas... —murmuraron Dan y Josuke, sorprendidos y pasmados.

—Eres tú... —musitó Alisha, escuchando lo que los otros dos dijeron, comenzando a llorar—, ¡Thomas!

Alisha se lanzó a abrazarlo, este correspondió, aunque no pudo hablar.

—Pensé que habías muerto... —dijo, pues no podía ver que la sangre de su cuerpo seguía goteando, y que su cuerpo solo estaba unido por aquellos hilos rojizos.

Para comunicarse con ella, Thomas trazó en su piel, usando la yema de su dedo, las letras de las frases que quería expresar.

«Yo también te extrañé»

Los llantos de Alisha hicieron que un tentáculo se dirigiera hacia ellos, por lo que tuvieron que moverse y evitar el ataque.

—Está consciente de sus movimientos —señaló Josuke.

—Thomas está preguntando que... —Alisha comenzó a comunicarse por Thomas, como este no podía hablar ni hablar en señas o algo similar, alguien tenía que ayudarle—, ¿qué es esa cosa?

—Es lo que quedó de Seraphin, lo llamo El Trono, es muy resistente, una explosión mía con casi toda mi sangre apenas y dañó su superficie.

—Dice que si teníamos algún plan en mente.

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