XXV. Miedo y castigo

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22 de octubre; 2001. Coozhury, Estados Unidos. 04:00 hrs.

Oni despertó en medio del bosque, aún sentía dolor, un dolor muy grande, pero aún para él, era soportable, intentó moverse, pero se dio cuenta que sus tendones del tobillo estaban cortados y sus manos amputadas desde las muñecas, trató de regenerarse, pero se dio cuenta que no podía, al observar las muñecas se percató de que estaban quemadas en la parte del corte, no podía regenerar algo así, mientras que el tendón tardaba mucho en regenerarse debido a que igual estaba cauterizado, así que, temiendo por su vida, Oni se tiró al piso y comenzó a arrastrarse.

—Eso fue aterrador —pensó Oni—, el tipo se volvió loco, pensé que pelearía con más honor, mierda, deja de pensar en eso, Josuke, tienes que concentrarte en huir, debo de escapar, no sé en donde está, y no quiero averiguarlo.

Oni comenzó a arrastrare, moviéndose con lentitud, pero con constancia, sentía como su vientre era rasguñado y raspado por ramas secas y rocas del suelo, pero eso no importaba, si Slasher lo volvía a encontrar, estaría muerto, y sabía que no sería rápido ni indoloro.

Mientras Oni se arrastraba, avanzando ya lo suficiente hasta llegar a una luz, una luz blanca que iluminaba una carretera algo transitada recordaba como el hombre vestido de morado lo había dejado ahí, sabía que sería de cobardes hablarle a él para que lo viniera a rescatar, pero no le importaba en lo más mínimo, al fin y al cabo.

El castigo que el hombre de morado le daría no podría ser peor que ser atrapado por Slasher.

Oni siguió arrastrándose, trató de acelerar el paso, pero en su prisa, no se dio cuenta de que, para llegar hasta la carretera, tendría que caer por un barranco sumamente empinado, eso o rodear la parte de la carretera que pasaba entre las dos acumulaciones de tierra.

—Maldita sea, si caigo me voy a romper los huesos, sin dudas, si voy hasta el otro extremo, tardare más, pero eso no importa, ya estoy muy herido, y no me puedo dar el lujo de herirme ahora, bajare con calma.

Pasos se escucharon a la distancia, alguien se estaba acercando a paso firme hacia él.

—¡Carajo! ¡Debe ser él! ¡No! ¡No! ¡No! ¡No! ¡Noooo!

Oni aceleró desesperadamente el paso, sentía como ramas y rocas cortaban la piel de su pecho y abdomen, pequeños cortes superficiales, pero que lo hacían que se quejara del dolor constantemente, a pesar de que su poder lo seguía regenerando, eso solo hacía que sintiera más la presión para llegar a rodear la carretera y que emitiera ruido de sus quejidos y torpes movimientos.

Sudor comenzó a generar Oni, lágrimas salían de su ojo que apenas y podía ver bien debido a las quemaduras, por suerte para él, mientras estaba siendo quemado su rostro, cerró el ojo, evitando que se dañara tanto, pero aún así se le dificultaba ver con claridad.

—Esto no importa —pensó en su desesperación—, aún puedo ver, con eso me basta, carajo, soy un maldito cobarde, ¿Por qué no afronto mi muerte? ¿Tanto le temo?... Sí, le temo, y mucho.

Oni continuó con su paso hacia la carretera, cuando comenzó a escuchar los pasos ya no como pasos firmes y rítmicos, estos ahora eran más rápidos, cada uno era más cercano a él, sentía como su corazón se aceleraba, iba increíblemente rápido su corazón, sentía como si pudiera salirse de su pecho en cualquier momento, imaginaba muchas formas en las que Slasher podría torturarlo o darle fin a su vida.

Podría abrir su cráneo con un taladro y mostrarle como su cerebro era arrancado de él, mientras que la sangre recorrería todo su rostro hasta que perdiera la consciencia por el dolor.

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