V. La suma sacerdotisa

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15 de octubre; 2001. Cuxagos, México. 01:05 hrs.

De la camioneta bajó la doctora, el resto de las tripulantes siguieron sus pasos, dados unos pocos metros recorridos, ella se sintió observada, aunque sus sensores de calor de la armadura no detectaban formas de vida humana, así que, decidió hacer algo arriesgado, tomó una hoja de papel y escribió en ella:

Síganme el juego, él puede escucharnos.

Luego de ello dijo:

—Es bueno que Decadencia pueda permitirse estas armaduras, dudo que el Bubak nos mate con esto.

—Sí —continuó uno de los tripulantes—, son de alta tecnología e incluso desde los Estados Unidos, además de que son exclusivas de Havencrest, el pueblo del futuro o algo así.

—Tienes razón, pero como Pata Flaca dijo, aquí se va a desatar el infierno.

Al terminar de decir esas palabras, un grito estruendoso se escuchó desde los arbustos, era lo suficientemente fuerte y agudo como para romper las ventanas blindadas de la camioneta, e incluso hacer que, a pesar de las armaduras, sintieran mareos y zumbidos por el sonido, en ese instante el hombre de la mascara de cráneo, golpeó a uno de los hombres con la escopeta, acto seguido apuntó hacia la doctora, y el exclamó.

—Buen intento, doctora —dijo amenazante—, ya sé lo que planean, mis Alphas supieron lo que pasaba, y ahora, se que no vienen a causar daños.

—¿Qué? —preguntó el que había sido golpeado—, ¿Cómo sabes eso?, dijimos que íbamos a destruir el pueblo y que...

—¡Shhh! Los Alphas —señalando a la pequeña creatura de carne con una boca pequeña y un ojo—, no solo oyen, también pueden ver, y vieron la nota, así que no se si vienen en son de paz, o por ordenes de Decadencia, aunque aún así, saben mucho, así que díganme, ¿Qué quieren aquí?

—Déjame contestar a eso —respondió la doctora—, veras, te venimos a buscar, Bubak, si subes a la camioneta te explico todo, ¿Okey?

—Jajaja, verá señorita, es difícil que yo me vaya de aquí, si sabe mi historia, porque intuyo que sabe lo que pasó aquí, no es fácil que me retire de este sitio.

—Lo entiendo, pero necesito esto, mira, puedo ofrecerte algo —dijo ella en una voz de negocios—, he encontrado a tu padre.

15 de octubre; 2001. Cuxagos, México. 01:10 hrs

Bubak se había alejado con la doctora hacia un sitio más privado, ella le había dicho a los tripulantes que patrullaran el pueblo, para sustituir durante un tiempo a Bubak, mientras ellos hablaban sobre el plan de la doctora, y principalmente, la oferta.

—Primero que nada —expresó él—, ¿Cómo sabes que es mi padre?

—Se quién eres, Daniel Jiménez, hijo de Genaro Jiménez, buscado por la DEA y FBI, por crímenes de trafico de drogas, de personas, homicidio y una lista que cubre casi la mitad, si no es que más, de los crímenes de no solo Estados Unidos, sino también de México.

—Vaya que te informas bien, pero no me agrada que me diga Daniel, llámeme Dan, doctora... —dijo mientras esperaba la respuesta de su nombre.

—May —respondió ella—, May Ángel.

—Doctora Ángel, otra cuestión, ¿Qué quieres de mí?

—Quiero que detengas a alguien—continuó—, Lo llaman El Último Hijo del Orgullo, o EUHO, por sus siglas, ha causado destrozos en Havencrest en los últimos días, ya mandó al portador del santo Justice, el cual está muerto y su balanza en una cámara de alta seguridad, y sé que no tardara en atacar Cuxagos, eres un objetivo muy posible, así que quiero pedirte tu ayuda para detenerlo.

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